De tanta tomadura de pelo que practica cotidianamente la dirigencia política hacia nuestro pueblo, falta poco para que perdamos la cabellera lo que, sin falta, será atribuido por los vivos criollos a un efecto del coronavirus.
De esas maniobras, la que se lleva el trofeo mayor es obra del gobierno, que vuelca toda la capacidad estatal para otorgarle los máximos estímulos, rescates y facilidades al sector de los agronegocios, que es el de sus amos y mentores. Desde las ilegales autorizaciones para introducir nuevas variedades de transgénicos (aparte de las que dominan el cultivo de oleaginosas) a los planes de transferencias masivas de recursos fiscales al sector. Complementa esa jugada el candidato presidencial del MAS que ahora clama contra los transgénicos, cuando su gobierno fue el gran facilitador y aliado de este sector de capital transnacionalizado.
Otra muestra perfecta es el juego de los gobernantes interinos para desfigurar el informe de los fiscales sobre los 170 respiradores catalanes, en el que se establece, fuera de toda duda, que el sobreprecio de más de 20.000 dólares está probado porque los intermediarios adquirieron los equipos en 7.000 dólares. Dice el mismo informe que para elevar su precio, los desarmaron y los vendieron como piezas sueltas. Señala adicionalmente los indicios sobre el “direccionamiento” de la compra desde el Ministerio de Salud.
Pero, en vez de avanzar y requerir la extradición de los intermediarios, comenzando con el propietario de IME Consult, recuperar el dinero y devolver los equipos, el Ministro de Gobierno contrapone a la Policía con los fiscales para denunciar una conspiración que anularía y borraría cualquier corrupción o estupidez de gestión.
Entre las tomaduras de pelo oficialistas destaca la propuesta de la Ministra de Salud para reemplazar al TSE con un “comité científico” para decidir la fecha de elecciones, cuando están perfectamente claras las limitaciones epidemiológicas para realizar tales previsiones.
Por su lado, la línea particular de engaños masistas se verifica en el cortocircuito de sus lamentos de víctima, con las mañas y violencia que practica para recuperar el poder. El oficialismo facilita ese accionar con la lenidad con que maneja los casos, como el de las instrucciones de Morales Ayma para someter a las ciudades, privándolas de suministros y alimentos.
El manejo oficial de los mecanismos de administración de justicia, repitiendo el mismo patrón heredado del MAS, se replica también al control de la pandemia, como prueban los paros médicos por falta de pagos e insumos, el cierre de las unidades de diálisis porque sus servicios permanecen impagos desde inicios de año; o las tremendas e injustificables fallas de distribución de recursos a instancias subnacionales para atender la pandemia.
Los mechones que se nos arrancan con las maniobras y embustes del personal que vive de la política se convierte simplemente en hachazos para arrancarnos el cuero cabelludo cuando, otra vez el MAS, aparentando sutileza y maestría jurídica, plantea, en voz del su exembajador y representante plenipotenciario Rodríguez Veltzé, que éste sería el tiempo adecuado para reformar la Constitución.
La ignorancia, real o fingida, sobre que el proceso de deliberación y reflexión que condujo a la Constitución vigente -resistida por sus enemigos y traicionada mil veces por el MAS- requirió casi una década y que el proceso para reformarla implica varios años y no puede, ni debe improvisarse, supera ampliamente a toda la impostura del conjunto del sistema de representación política, incluyendo a la dirigencia de las organizaciones sociales, impávida e indiferente, incapaz de articular propuestas e iniciativas que permitan combatir las amenazas de la situación que enfrentamos.
Los principios centrales de la Constitución conservan plena vigencia y apuntan en el rumbo correcto de las autonomías, la pluralidad sistémica, la protagónica participación y control social para reconstruir la economía y la forja del renacimiento de nuestro país, fundado en la creatividad, la voluntad, el ingenio de una sociedad que no se ha rendido ni se rinde ante la adversidad, ni el parasitismo de quienes detentan roles dirigentes.
Roger Cortez Hurtado es director del Instituto Alternativo