El proceso preelectoral para elegir Gobernador y Alcalde (ciudad capital) en Santa Cruz ha tomado su propio ritmo y características. En la carrera, candidatos y candidatas apuestan por diferentes estrategias de campaña para llamar la atención de los votantes, al mismo tiempo, muchos ciudadanos les siguen el juego y así otorgan mayor legitimidad a las aspiraciones de sus candidatos para ser representantes políticos. En este juego electoral se pueden destacar dos características en los estilos de actuación y estrategias discursivas que son del agrado de unos y rechazo de otros, a saber: bufón y embaucador.
La representación política sufre una crisis diferentes lugares del mundo, pero es necesario elegir a representantes políticos cada determinado periodo porque así establecen las reglas de juego. Sin este mecanismo, la democracia política no funcionaría y no tendríamos un orden institucional. Desde una perspectiva normativa las elecciones competitivas en el campo político cruceño garantizan estabilidad política-institucional ante las circunstancias, adversidades y desafíos, no obstante, desde una perspectiva crítica, los actuales actores-candidatos no están a la altura de los retos que generan dichas circunstancias.
Como efecto de la pandemia, las secuelas sociopolíticas en el mediano plazo serán complicadas -en el corto plazo son los fallecidos y la falta de empleos-, por ende, la gestión pública desde la administración política departamental y municipal tiene que apostar por la gobernanza local. La gobernanza se entiende desde dos aspectos: como una crisis por efecto de las transformaciones sociales y un debilitamiento de los ejes de organización de un determinado gobierno, y del entrelazamiento entre representantes políticos, ciudadanos y diversos actores económicos para dar una dirección a la gestión sobre la cosa pública.
Ahora bien, ser un candidato o candidata divertido (buena sonrisa y ser ocurrente) y decir lo que la gente quiere escuchar mediante propuestas poéticas, rimbombantes y estratosféricas (demagogia), son estilos acordes al juego electoral predominado por emociones e, indudablemente, efectivas para un propósito específico. Sin embargo, dichos estilos –ampliados a un público meta en las redes sociales- sugieren que los aspirantes al trono adolecen de una limitada formación política porque no demuestran tener un criterio político que tome conciencia de las circunstancias y los retos actuales, y, además, que muchos ciudadanos son fácilmente embaucados porque carecen de la posibilidad básica de que sus mentes puedan sopesar entre un candidato que tiene visión de gobernanza con otro bufón-embaucador. Quizás por esto –planteo a modo de conjetura- muchos ciudadanos con formación política coherente y conocimientos técnicos necesarios no pueden competir electoralmente ante ciudadanos con formación circense.
Con todo, es preocupante intuir que en los próximos 5 años el ejercicio del poder político local no estará en línea con las circunstancias, adversidades y retos (luego de la pandemia), y que Santa Cruz seguirá empantanada porque sus diferentes actores sociales, políticos y económicos no tienen la capacidad de entrelazarse –más allá de sus intereses particulares- para dar una dirección política clara, irrebatible y precisa a la cosa pública y así fortalecer el bien común en la década que inicia.
Casi nadie duda de que el departamento económica, industrial y productivamente más rico de Bolivia necesita dar un gran salto político-institucional, pero con bufones y embaucadores sólo podemos esperar brincos al vacío. ¿Nueva generación política improvisada?