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Bolivia, tu voz habla en el viento

De: Homero Carvalho Oliva / Para Inmediaciones

Presentamos la segunda edición del libro Bolivia, tu voz habla en el viento, publicado en el año 2014. En estas nueva versión incluimos a sesenta autores: cuarenta poetas, cinco cuentistas y quince articulistas y/o ensayistas; del total veinte pertenecen a extranjeros, entre ellos a tres premios Nobel de literatura, a saber: Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda y Mario Vargas Llosa. Creo que, pocas, veces, tantos escritores reconocidos han escrito sobre un país. Algo mágico y maravilloso debe tener el nuestro que ha fascinado y fascina a tanto buen escritor.

La literatura crea un imaginario colectivo, consolida la identidad nacional y nos brinda una ficción vital para creer en lo nuestro. Sin embargo existe una historia oficial, impuesta para ciertos intereses hegemónicos y es contra la historia oficial que algunos poetas escribimos nuestros poemas a la patria, al país, a la nación, revelando sus secretos, provocando la urgencia subversiva del verso que libera de las ataduras cívicas y de lo que se considera políticamente correcto. La memoria idea de los poetas abre una ventana desde nuestro propio interior y desde allí nos miramos a nosotros y al país. Ese es el ser transcendental del poeta y lo asume como tal, aún a riesgo de su propia vida.

Dicen que los bolivianos no sabemos habitar otro paisaje que el nuestro, que nos cuesta mucho acostumbrarnos a vivir lejos de nuestra tierra, de nuestras montañas, de nuestros valles, de nuestros llanos, de nuestros ríos, de nuestras plazas, de nuestras avenidas, de nuestras calles… Tenemos una profunda idea de la patria con toda la sangre y la cultura que conllevan generaciones o simplemente haber nacido o haberse criado desde niño en un lugar. Antonio Machado dice: “En estos campos de la tierra mía, / y extranjero en los campos de mi tierra / —yo tuve patria, donde corre el Duero / por entre grises peñas, / y fantasmas de viejos encinares, / allá en Castilla, mística y guerrera, / Castilla la gentil, humilde y brava, / Castilla del desdén y de la fuerza—, / en estos campos de mi Andalucía, / ¡oh tierra en que nací!, cantar quisiera.”

Nuestra memoria imagen alberga rostros, palabras, paisajes, músicas, comidas que nos identifican como nacidos o criados en tal región, en tal ciudad, en tal pueblo, en tal comunidad, de un país llamado Bolivia. Santayana decía que “la primera ocupación es la ocupación de la lengua. Y el primer desarraigo es también el desarraigo de la lengua”: nuestra manera de hablar, de decir las cosas nos hace ser y estar en algún lugar. Ese lugar nos habita a través de la lengua con los giros y acentos propios de cada región, de cada país. Y así como para los músicos su patria es la música, para los poetas lo es la palabra, por eso la buscamos en el poema y nos sirve para expresar lo que creemos de la otra patria, de la de nacimiento. Yo nací en el papel y eso lo afirmo en un poema titulado Patria: La página en blanco/ es la patria del poeta/ habrá de liberarla/ poblándola de versos/ o morirá en el intento. Alejandra Pizarnik, lo expresa de esta manera: “Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. (…) Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo”. Y otros escritores, entre ellos Rainer María Rilke, han afirmado que la única patria posible es la infancia.

Augusto Céspedes, el mayor de los cuentistas de Bolivia a decir de René Zavaleta Mercado, alguna vez dijo que “los hombres nacemos con un destino de palabras y mientras no lo hayamos vaciado, no podremos morir porque aún no habremos vivido. Nuestro mundo existe durante un millonésimo de segundo para dar lugar al nuevo hecho, pero los renglones lo pueden enjaular y entonces el hecho –dolor, sombra o muerte– ya es nuestro, ya es permanente y manso”.

Poetas que hablan de Bolivia

Muchos de los poetas incluidos en esta compilación eran o son militantes de izquierda, escribieron sus textos en tanto se encontraban bajo regímenes dictatoriales o en el exilio, convirtiendo al verso en la historia prohibida; la poética de la patria articula sentimientos, historia, ideología, saberes y memorias. Sus visiones, ya sean creaciones en la misma patria o recreaciones de la patria en el exilio son dolidas, trágicas, dramáticas como el caso de Eliodoro Aillón y Gonzalo Vásquez Méndez cuyos poemas escritos en dictaduras son también las voces de otros, son las del pueblo, de la historia y las de la política. Un canto de esperanza como el poema de Óscar Alfaro, el poeta de los niños, el poeta de la nación sentimental. René Antezana, poeta y artista plástico nos ofrece una mirada desencantada del país en el inicio del ciclo neoliberal, 1988, ingresando al vértigo de la oferta y la demanda. Marcelo Arduz Ruíz, poeta tarijeño, tiene un poemario dedicado a Bolivia, a la esencia andina, de ese libro elegimos el que homenajea a las culturas de Tiwanacu.  Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de literatura, se arroba ante el lago mayor de Bolivia y reflexiona sobre sí mismo y sobre el destino del indígena. Alejandra Barbery nos sorprende con un breve poema sobre la patria y su nostalgia. Imágenes oníricas las de la hermosa cantata de Yolanda Bedregal, poesía cargada de imágenes y símbolos. Un homenaje a Bolívar el de Ricardo José Bustamante. Héctor Borda escribió su poema a la coca en un época en la pocos hablaban de esta hoja sagrada, que se ha transformado en un símbolo nacional. Poemas nostálgicos como el de Octavio Campero Echazú que rememora el tiempo y espacio que perdió lejos de su pago u otro tipo de nostalgia como la de Ruber Carvalho, en la que el personaje poético está cansado y su visión es más evocadoramente política. Jorge Campero, como siempre, irreverente, su poema es un sarcasmo a la clase alta. De Homero Carvalho un poema sobre la patria que les hereda a sus hijos y otro sobre Bolivia según un aymara. Hicimos un homenaje con doña Matilde Casazola, incluyendo su hermoso poema-cueca El Regreso, todo un canto de amor que interpreta a aquellos que viven lejos de la patria, ya sea por necesidad o por obligación. Óscar Cerruto nos llega directo al corazón recordándonos la ausencia del mar. Del peruano Gamaliel Churata incluimos dos poemas, escritos en Potosí, en los que fusiona el vanguardismo con el indigenismo. Rubén Darío, el inmortal, nos regala un soneto a la gloria de los incas. El poema de Roberto Echazú Navajas nos provoca cierta desazón filosófica respecto a nuestro destino libertario. Elvira Espejo es la voz de la tierra, la que nos recuerda de donde somos. María Virginia Estenssoro nos recuerda que la realidad siempre tiene otra cara y ella se lo cuenta a la madre de Regis Debray que vino a Bolivia a pedir la libertad de su hijo. De Allen Ginsberg, el gurú de los beatnik norteamericanos, incluimos un poema icónico de su estilo, donde habla abiertamente de su homosexualidad y un hallazgo que permaneció inédito hasta que lo publicamos en la revista Piedra de Agua. Alberto Guerra Gutiérrez, como si fuera un cronista, hace un inventario de las derrotas y de los dolores. Alfonso Gumucio nos prepara un tropo poético para preguntarnos qué es Bolivia. Óscar Gutiérrez, romántico él, nos muestra que la patria se transfigura en la amada y está en las mujeres hermosas y las cosas bonitas; en la misma línea se encuentra el poema de Ramiro Jordán. Jorge Mansilla aporta con el humor, su poema es un recorrido por los tragos y las ilusiones de los bolivianos. Eduardo Mitre desde París recuerda a la patria humillada por la dictadura de 1980, la historia y el exilio, la sangre y los lugares queridos. Pablo Neruda nos recuerda un episodio de nuestra historia marcado por dos personajes: Melgarejo y Belzu y un poema sobre los dictadores escrito poco antes de morir. Del colombiano William Ospina un poema Titulado Bolivia, en el que presenta su enfoque estético del altiplano y del lago Titicaca. Del cruceño Raúl Otero Reiche presentamos un poema alegórico, un canto a la patria y al Libertador con versos contenidos e intensos. De Jaime Sáenz, el gran poeta paceño, elevado a la categoría de mito urbano, elegimos Presencia de la montaña, porque no es solamente alegórico al Illimani, sino a todas las montañas de Los Andes bolivianos. De Manuel Scorza una oda a los mineros insurrectos. Pedro Shimose ataca las ambiciones del imperio de que todos vivamos a su manera y en el poema Tierra inocente y hermosa se pregunta por la libertad. De Jorge Suárez, uno de los poetas más musicales de Bolivia, elegimos su poema Boliviano, del libro Serenata, un paseo musical y mágico por América latina reafirmado nuestra identidad cultural. Gigia Talarico, siguiendo la línea de Asturias, reflexiona de manera metafórica ante una montaña. De don Franz Tamayo, una de las señeras cumbres de la poesía boliviana elegimos el poema La Khantuta, símbolo nacional. De nuestro entrañable amigo, Jesús Urzagasti, incluyo su poema El país natal, una visión descarnada de Bolivia desde el Chaco boliviano. Julio de la Vega, con un lenguaje preciso ensueña la patria conquistada en la selva. En todos ellos hay una necesidad de ser escuchados, de llegar al otro, para hacerle sentir su necesidad de comunicación.

Cuentistas que hablan de Bolivia o escribieron sus cuentos en nuestro país

Del uruguayo Mario Benedetti, Un boliviano con salida al mar; del dominicano Juan Bosch, El Indio Manuel Sicuri; del chileno Jorge Guzmán, El capanga; del guatemalteco, Augusto Monterroso, La vaca y del chileno Luis Sepúlveda, El campeón

Artículos y Ensayos

Del peruano José María Arguedas, Una isla de humana hermosura; de los bolivianos Mariano Baptista Gumucio, Memorias bolivianas de Volodia Teitelboim; Adolfo Cáceres Romero; Bolivia: una literatura en cuatro lenguas; Lupe Cajías , De Antofagasta a La Paz; José Luis Exeni, Saramago, Chile, robó a Bolivia; Gonzalo Mendieta Romero, ¿Cómo suena Bolivia?; Carlos D. Mesa Gisbert, Democracia: Treinta años después; Ramón Rocha Monroy; ¿De quién es el país?; Jackeline Rojas Heredia, Alma boliviana;  del inglés Keith Richards, El Gordo de La Paz: Ficción Contemporánea de Bolivia;  del argentino Pablo Cingolani, Bolivia según los otros;  del Uruguayo Eduardo Galeano, El país que quiere existir y La segunda fundación de Bolivia; del chileno Vicente Huidobro, Un puerto para Bolivia; del español Miguel Sánchez-Ostiz, Una atracción engañosa y del peruano Mario Vargas Llosa, Italia no es Bolivia

Erich Fisbach, Professeur de littérature hispano-américaine, UFR Lettres, Université d’Angers, afirma que: “Los textos seleccionados por Homero Carvalho para esta antología por su diversidad formal, por el origen de los autores, forman una imagen caleidoscópica de Bolivia, una mirada multifacética sin concesiones, sin ocultaciones, que resalta un profundo amor por esta tierra y por su pueblo: el minero, el soldadito boliviano, la mujer india…Autor profundamente comprometido con su país, con su patria y con la literatura, Homero Carvalho supo reunir textos disímiles que son verdaderos cuadros de una exposición que reflejan la diversidad del país, diversidad que constituye su riqueza y su unidad”.

Es probable que falten algunos poemas, cuentos y prosas, vendrán otros investigadores y la complementarán, pero quizá nunca sea completada porque siempre habrá algún escritor desconocido aún o ya famoso, deslumbrado por nuestra gente y/o por el paisaje, escribiendo sobre nuestro país. Valga este esfuerzo por mostrar cómo nos ven y cómo nos vemos. Bolivia es la materia de este libro. Vale.

Aquí les paso el enlace para que lo descarguen gratuitamente:

https://es.scribd.com/document/387165143/BOLIVIA-Tu-Voz-Habla-en-El-Viento-Homero-Carvalho

 

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