Heberto Arduz Ruiz
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En la Isla de la Cité se encuentra ubicado el Palacio del mismo nombre, sede y residencia del poder de los reyes de Francia desde el siglo X hasta el XIV, alberga la Conciergerie y la Sainte-Chapelle, colindantes con las instalaciones del Palacio de Justicia en su nueva sede, conservadas mediante fuerte resguardo. Ahí está la celda donde permaneció cautiva María Antonieta, antes de ser llevada a la guillotina el 16 de octubre de 1793 en la Plaza de la Revolución, hoy denominada Plaza de la Concordia. Su esposo Luis XVI fue guillotinado en enero del mismo año.
El rey Luis IX mandó construir la Sainte-Chapelle entre los años 1242 y 1248 a fin de conservar las reliquias de la pasión de Cristo. Se asegura que en 1239 se adquirió la Corona de Espinas por una suma mucho mayor al monto que demandó la propia construcción de tan precioso edificio, cuajado de vitrales y considerado una invaluable joya del gótico. Visita obligada para el turista, que quedará pasmado de admiración, al igual que frente a numerosas edificaciones monumentales por doquier.
Sorprendente Ciudad Luz, bendita seas por siempre. En el corazón del proverbial Barrio Latino vi el magnífico edificio de la Sorbona, templo de sabiduría y del conocimiento bañado de noble prosapia, cuya fundación data de 1257 y es la universidad más famosa de Paris. Muy cerca se ubica el Panteón, lugar en el que Francia reverencia a sus muertos, que en vida supieron honrar a la patria que los forjó en sus aspiraciones y ellos, empapados de sudor, fe y dedicación, correspondieron a cambio de nobleza y coraje. Hoy descansan en paz las grandes celebridades que dio esta nación en diferentes épocas.
En la misma zona el templo Santa Genoveva, patrona de la ciudad de París, admirable en su estructura y acabado, en su interior guarda los restos de Blas Pascal; inmortalizado por su obra que trata sobre la religión y, principalmente, sus siempre actuales Pensamientos, en torno a la condición humana.
Escuché comentarios en sentido de que los franceses por todo y nada reclaman y polemizan en defensa de sus derechos, y no se dejan meter los dedos a la boca, tal como lamentablemente sucede en otros países de menor desarrollo cultural. Nunca serán sometidos a intereses subalternos, sean políticos, económicos, sociales, o de cualquier naturaleza.
Tiempo atrás, al estimar que las autoridades pertinentes a lo largo de los años incurrieron en discriminación respecto a las mujeres notables que debieron haber sido enterradas en el Panteón, frente a la mayoría de hombres que allá reposan, limitándose los restos de ellas a un cinco o seis por ciento, una corriente de la opinión pública pidió que los despojos de Josephine Baker (1906-1975) –conocida cantante, bailarina y espía anti nazista–, sean trasladados a ese célebre camposanto. El presidente Emmanuel Macron y su gabinete resolvieron otorgar el máximo honor a tan conocida figura del espectáculo, de ascendencia africana y origen estadounidense, que en la década de los años treinta del siglo pasado fuera una superestrella en toda Europa; de modo que se trata del primer caso, de una mujer de tales características, que recibió esta distinción de ser enterrada en el Panteón este año que cerrará el telón con un moño negro por las víctimas de la pandemia.