Maurizio Bagatin
El que fue Ministro de Gobierno y de la Presidencia de Banzer ya falleció, durante la Guerra del Agua hizo macanas y media, pero fue por un acto de violencia intrafamiliar que dimitió en enero del 2001. Walter Guiteras, el odontólogo beniano, político de ancien régime, en enero del 2001 apareció con un ojo en tinta debido a un golpe que presuntamente recibió durante un altercado con su esposa. Y fue escándalo, más que por su actuación durante la Guerra del Agua, más que para los sobornos que mancharon su presencia en el gobierno del “Dictador elegido”.
El grupo rock Cartel Afonico, un modus operandi de las trasnochadas de inicio del siglo XXI, calle España, calle Ecuador y calle Mayor Rocha, ahí confluía el sonido de las noches cochabambinas, Manu Chao con su Clandestino era la soundtrack de entrada. Fue también el inicio del final de una época maravillosa. Un triunviro de boliches de la calle Ecuador optaron por una sincera alianza, el Fragmentos era el “refugio” de los amigos de las lindas mujeres de ahí, el 18 Brumario apostaba aun por el jazz y en los más callosos y vacunados bohemios cochabambinos y la Piccola Taverna optando por lanzar la nueva ola rockera de la Llajta. En una bitácora con tapa roja sigue el testimonio de muchos de los grupos que ahí tocaron, desfilan los nombres de Leggo, Pachuka, Jaula 31, Druida Caronte, Cucaracha, Etcétera, Kucara Macabra, Shango, Raúl Ybarnegaray y Cartel Afónico…ahí sacó su charango Eddy Navia y un bohemio chansonnier del Beni que una noche nos secuestró a mí y a Jesús Rodríguez hasta el dilúculo…cantaba un trotamundos chileno de nombre Agustín, con su repertorio revolucionario de Víctor Jara y la trova cubana de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez…un colombiano que cantaba a Vinicius de Moraes y Chico Buarque de Hollanda…recitaba sus poesías Carlos Franck y revisaba sus textos el buen Waldo Peña Cazas…
Estaba por terminar una época, ya lo dije antes, el 11 de septiembre de aquel 2001 marcó la ruptura tan bien descrita por Martin Amis y Ian McEwan. Ha transcurrido un cuarto de siglo, y estamos en búsqueda de una memoria que haga luz. En todo este tiempo el llamado Sumaj Kausay se confundió con el “¡Métele no más, para que sirven los abogados!”, el más grande fraude histórico que sufrió Bolivia.
Muy lindos personajes frecuentaban los boliches de entonces, bohemia y desprendimiento del embrutecedor progreso, esta era aún Cochabamba; por las calles podrías aun encontrarte con Jorge Zabala, cruzarte en el camino con “el Águila”, escuchar en el Carajillo el charango del Danger, la rubia lectora del tarot estaba sentada en el Metrópolis a la espera de su próximo cliente, el Nico entraba y salía de los boliches con sus felices lápices después de haber inmortalizado en una cartulina a turistas de paso o a bolicheros distraídos, y el samurái cojeando de calle en calle ofreciendo sus caleidoscópicas artesanías. En una de estas fijó a los integrantes de Cartel Afónico, y fue la mañana que estaban ensayando para el concierto de la noche. Bondad y belleza. La actuación fue brutal, el rock no perdona, puedes bailar sobre cualquier problema existente, y a pesar de no lograr solucionarlo nunca, la música del diablo aliviará tus conflictos. Cartel Afónico es esto y mucho más, dedicarle un concierto al ojo en tinta del ministro que dias antes renunció fue un toque estilo Frank Zappa. Rock save the life. Luigi, Álvaro, Steve, Juan y Mario, incansables frente a un público inapagable. Viva Cochabamba mayllapipis…el sábado por la mañana y también en la tarde, bajo una torrencial lluvia el “artista multifacético” disfrazado de payaso se iba invitando a la gente al concierto de la noche…punk rock con mucha mística, ¿a qué?, ¿para qué? pura Mierda, como en una de sus canciones. Una peta con 28 ilustres pasajeros parqueada frente a la Piccola Taverna, surrealismo underground, ajíes enteros mascados antes del concierto, pasta a la puttanesca inmediatamente después. Así o peor. La intendencia municipal no nos hizo cerrar el local por piedad o porque eran unos punk-rockeros ellos también. Lluvia y cervezas, carnaval ya a las puertas, los “cerebritos” que desparramaban “veneno para ratas” anticipando la perdición alcohólica que hoy es al orden del día. Estas calles ya no son así.
Me quedo con este hermoso y tan sencillo afiche y con la caricatura del gran Nico, el ojo, quien sabe cómo le quedó.