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Poemas de Ceciclia De Marchi

[Agujas]

Llegó el tiempo de las agujas
un tejido de venas azules

pensé en redes, las que echan al mar los pescadores
pensé en barcos detenidos en desiertos húmedos
pensé en la búsqueda de peces y alimento

las agujas entran y salen de esta red
grandes puntadas que reparan la tela rota

llegó el tiempo de las agujas
y yo miro a otro lado
no estoy ahí
ni en la red
ni en la aguja
ni en el agua

quizá en los peces.

[El loco Palla-Palla]

¿Era necesario este viaje?
Me vi poseída por el ansia de saber qué

  • o quién
    habitaba esta orilla.

Fíjate en la fuerza de las posesiones:
en mi pueblo cuentan la historia del loco Palla-Palla
que toma el cuerpo de su víctima
lo lleva al éxtasis
y luego lo empuja al barranco.

Un hombre había controlado al Palla-Palla
nunca había caído
pero acumulaba gallinas.
Tenía no una, sino veinte en
cada habitación.

La acumulación de gallinas es cosa seria.
No podía comérselas,
ni matarlas,
ni tomar decisiones.
Eran un recordatorio de su cobardía.

Esperaba el hombre entre sus gallinas
“que pase lo que tenga que pasar”, decía,
“yo renuncio a la acción”, decía,
mientras recogía los huevos en la mañana
y los guardaba en sus bolsillos.

Al hombre se le están pudriendo los dientes.
Primero fueron los bordes y él
les puso fundas de metal.
La podredumbre se fue
al centro del diente.

Cuando el hombre sonríe
tiene fundas brillantes que rodean
masas negras deformes.
Las que quedan, claro,
las otras dejaron vacíos.

Me habla de su vida y su trabajo
y su familia y la literatura.
Yo lo escucho pero pienso en su boca
En el olor fétido de sus palabras
En las fundas que resguardan bacterias.

“Es necesario convertirse en un monstruo
o en un ser formidable”,
dice.

A ratos se queda en silencio y mira a la nada.
“Yo vi al loco Palla-Palla”
dice con voz de metal, bacterias y muerte.

Es difícil resistirse al abismo.

[La puerta]

De pronto ha descubierto la vergüenza.
Me echa de su cuarto,
“toca la puerta”, grita.

Quiere salir de casa y explorar sola el mundo.
Quiere ver, quiere saber, quiere probar todo y comer todo.

Descuento los días y estoy a la espera.
¿Quién será la primera persona que le rompa el corazón?
¿Cómo será para ella descubrir el bien, el mal, el miedo, la belleza?
Es fuerte, pero frágil.
Es grande, pero muy pequeña todavía.

Tarde descubrirá que ya ha sido expulsada del paraíso.

Eva no es una persona, es una edad.

[Un sueño]

Un minero soñó con un pulpo, con
un programa defectuoso, con
semillas, semillas que brotaban y
crecían como enredadera
y caían como seres primigenios.

En la mina encontró una veta con
mineral brillante, casi puro.

“No importa lo que venga, si el pulpo
se hace grande, si el programa
se atasca, si me bebo
la linfa, si brota
agua fresca”.

Pero la piedra brillaba tanto
que no se podía ver.
No pudo seguir la veta.

El minero nunca había visto el mar.

[Perfume]

Este era el olor de tu casa
exactamente el mismo
lo sentí por un instante
una partícula
nada

tal vez no era este el olor que tiene tu casa
solo un recuerdo
primitivo
instalado aquí – en este costado

te miro, ojos cerrados, mandíbula apretada
tu cara no es tu cara
es el olor de la casa
es el recuerdo de la forma en que te movías
es la cadencia con que decías me gusta la pizza
o quiero viajar a Barcelona
o nunca más seremos los mismos
es el recuerdo de la san martín en el 85, en el 99 o el 2003

tu cara es todo lo que hicimos a escondidas
los alacranes de la ducha
los adoquines de la papa paulo

tu cara es mi infancia, mi miedo a los truenos
los domingos de damas chinas

tu cara no es tu cara
es el olor de la casa.

Cecilia De Marchi, mesera en un viejo bar, telefonista de una embotelladora, aprendiz de restauradora, niñera, cocinera en un burger king, maestra sustituta, cajera de supermercado, todóloga de feisbuc, traductora, correctora de estilo, aprendiz de tiempo completo. Finalista del premio de cuento «Adela Zamudio» del 2012 y del «Yolanda Bedregal», del 2013. Publiqué un poemario, «Blanco», con Yerba Mala Cartonera, y tres libros de narrativa infantil con Marianna Dotzauer y Ada Esquirol. Varios otros textos se publicaron en antologías de cuento, ensayo y poesía.

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