Como vengo estudiando la devoción guadalupana hace varios años, donde voy mis ojos están atentos a la aparición de la imagen emblemática de México; así fue en París, y ahora en La Paz. Hace unas semanas, me encontré en Calacoto con una limpieza de ropa que llevaba su nombre. Se veía extraño: “Limpieza Virgen de Guadalupe: equipos y técnicas modernas, seco y vapor, ropa por kilo, ropa blanca, sacones, edredones, ternos, camisas, pantalones y alfombras; clean only 100% sin olor”. No es muy común, no recuerdo haber visto un comercio similar, pero sucede.
Luego fui a San Francisco a comprar un nacimiento para navidad. Entré en una tienda de objetos artesanales al lado del templo y me encontré con varias sorpresas. En una de las vitrinas había una Santa Muerte, al lado de la Virgen de Copacabana. Le pregunté a la vendedora por qué tenía esa imagen, si sabía de qué se trataba, y me comentó que fueron unos mexicanos que le pidieron que la mandara a hacer, luego, tras el éxito comercial, volvió a replicarla.
“¿Se vende?” -indagué-, “sale bastante” me dijo, y remató sorprendiéndome más: “también se llevan la Virgen de Guadalupe”. Sacó varias estatuillas de distintos tamaños. Me comentó que decidió encargarla a los artesanos que elaboran imágenes religiosas porque le fueron solicitando en distintos momentos. A la fecha, ya diversificó su oferta, pues además de la figura tradicional, también ofrece una “Virgencita plis” más pequeña, que es una versión tierna e infantil -casi una muñeca- de la guadalupana, muy comercializada en México.
Un dato curioso: en Bolivia la virgen morena tiene la piel blanca. Antes de irme termino con mi cuestionario de sociólogo vagabundo: “¿compran la Virgen mexicana tanto como a la Virgen de Copacabana?”, “incluso más” -concluye-.
Dejo la tienda con mi nacimiento en mano y una serie de interrogantes sobre la devoción guadalupana en Bolivia. Me queda claro: ahí hay una agenda de investigación.