Los últimos acontecimientos que se vienen dando en el país han puesto en evidencia, una vez más, nuestra miserable cultura política; autoritaria y chapucera. Nuestra clase política es la prueba mas contundente del fracaso del sistema educativo boliviano. El ejemplo del ex ministro de educación, camarada Quelca, más podrido que la momia de Lenin, es una muestra de la importancia que le dan a la educación en el gobierno del MAS. Pero bueno, eso es lo que tenemos y con eso tenemos que lidiar.
A un año de su posesión el gobierno de Arce ha demostrado una torpeza sorprendente. Hacen una pésima lectura de la realidad y se han tragado el cuento de que son mayoría y que pueden hacer lo que les dé la gana. El hecho de que mucha gente haya votado por el MAS no los hace necesariamente masistas, no le dieron un cheque en blanco. Enfrascarse, majaderamente, en la absurda narrativa del “golpe”, ha provocado que la gente piense que el presidente no es mas que un títere del “fraudulento” huido.
La permanente y forzada comparación con el gobierno transitorio de Añez, sin considerar las circunstancias, hacen ver al presidente como un tipo incapaz de ofrecer respuestas y soluciones a los problemas de la gente. El mago de las finanzas, y digo mago porque nadie como el para hacer desaparecer millones, ha ofrecido 33000 millones de dólares de inversión para los próximos 4 años y no ha podido conseguir 3000 millones para esta gestión, así de jodidos estamos
La impostura del MAS no es ninguna novedad, la venimos sufriendo desde el 2006. El presidente títere, ante la falta de méritos “revolucionarios”, pues siempre fue un burócrata satisfecho e indolente, anda citando a Marcelo Quiroga Santa Cruz, queriendo atribuirse luchas y compromisos que jamás tuvo. Estos crápulas han elevado la mentira y la impostura a cimas insospechadas, las han convertido en políticas de estado. Quizá piensan que una mentira de tanto repetirla se convierte en verdad, de ahí su total divorcio con la realidad.
La gente sabe que no se puede esperar buena fe de parte del MAS. Todo lo que hacen está cubierto por el manto de la sospecha, principalmente leyes o normas. De nada sirve nuestra compulsión por hacer leyes, mal hechas, además, si los encargados de hacerlas cumplir las tuercen y acomodan a su regalado gusto ¿Cómo podemos confiar en una administración de justicia, fiscalía, UIF y demás, totalmente corruptas y subordinadas al poder político? Pues, no podemos…
La torpeza del gobierno y su obsesión por perseguir opositores van a generar mas conflictos. Ojalá y se den cuenta que el modelo totalitario que pretenden imponer en el país no va a funcionar. La legitimidad de la protesta no puede ser puesta en duda, la adhesión consciente de la mayoría de la ciudadanía así lo demuestra. El gobierno se equivoca al subestimar, y en algunos casos, ningunear a sectores sociales que no son ovejas de su redil. Y es que estos individuos se creen la encarnación del pueblo.
Con la abrogación de la ley 1386 se ha ganado una batalla, nada más. La lucha será larga y difícil por recuperar una democracia plena. Esperemos se sepa administrar bien la victoria, que no se dilapide con poses demagógicas y triunfalistas, y que nadie se atreva a apropiarse del triunfo.
Las represalias por parte del gobierno no se dejarán esperar, con seguridad que van a utilizar a los sicarios de la fiscalía para meter procesos a diestra y siniestra. No nos olvidemos que el verdugo siempre busca excusas para hacerse la victima y el victimismo en el MAS es una constante.