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Venezuela y TIPNIS: lecciones

Días de derrota, días de reflexión. El 30 de julio el chavismo se anotó un punto a favor de su plan dictatorial conducido desde la Habana, matriz de todos los procesos autoritarios disfrazados de causas populares. La MUD no pudo parar la farsa constituyente a pesar de tener a miles y miles de personas en las calles por más de 150 días. ¿Por qué? Esta es la pregunta que obligadamente deben responder los líderes de la MUD, pero que dado que hacia allá vamos, también los bolivianos debemos ensayar algunas hipótesis para aprender y no meter la pata.
El proceso venezolano lo sigo de lejos, pero al mismo tiempo muy de cerca por las lecturas, redes y massmedia. A sabiendas que una cosa es estar en el mismo lugar, me atrevo a ensayar una hipótesis desde la lejanía: la MUD es una oposición errática y sin norte compartido. Creer que el chavismo será derrotado con votos es una utopía gandhiana, muy buena para la India inglesa, pero no para la Venecuba actual.
No parecen concebir  que de lo que se trata es de cambiar de régimen y de sistema, y no de gobierno y presidente. Al igual que las primaveras árabes supieron sacar a la gente a la calle, pero no supieron construir un solo liderazgo, una sola mística, un solo sueño, un solo mito, un solo poder. Cada miembro de la MUD lleva agua a su molino. Son suma de egos y no de una causa.
Entre las decenas de elementos que he podido recoger sólo un botón. El 30 de julio reciben un palazo del dictador y el 3 de agosto, dentro de la MUD, se arma un tremendo debate sobre si deben o no ir a las supuestas elecciones regionales de diciembre, que dizque convocará el régimen Venecubano. Desubicatex total que los desnuda.  Finalmente, creer que la miseria genera cambios y revoluciones es una falacia. Así lo demuestran el caso actual venezolano, sirio y norcoreano, en los que la indigencia es, más bien, el caldo de cultivo para la manipulación y la opresión; que la miseria es también un arma para que las tiranías metan miedo, provoquen la huida y refuercen el síndrome de Estocolmo:  mostrarte comprensivo y benevolente con  tu verdugo.
¿Y cómo estamos por casa?  La reciente abrogación de la ley (180) de intangibilidad del TIPNIS y reemplazada por la Ley 266 de «desarrollo integral” es un sopapo tamaño baño para los que estuvimos de forma directa e indirecta en la gran victoria de septiembre del 2011, cuando, indígenas y no indígenas, doblegamos al régimen con el poder de la marcha, la razón y el corazón.
Los que en 2011 nos unimos tras la causa, éramos tan disimiles como las pampas andinas y orientales. Unidos, pero cada uno con su propia agenda, a quién más capo que el otro.  Ya en 2012 la fuerza acumulada había sido mermada mediante la aprobación de la Ley 222 de «consulta póstuma” y en 2014 el cocalero, verdugo de los indígenas, apoyado por millones de ilusos urbanos y rurales, se dio el gusto de reeditar su victoria electoral para quedarse cinco años más en el poder.
Desde su derrota de septiembre del 2011, el régimen trabajó sistemáticamente y sin descanso para minar, comprar, sobornar, atemorizar, y dividir a los indígenas del TIPNIS en favor de su venganza. La cosecha de esa  despreciable tarea es la Ley 266 aprobada este 4 de agosto de 2017. Es bueno dejar bien establecido que el negocio de la coca-cocaína es el trasfondo de la profundización del modelo de depredación y de capitalismo de caras conocidas.
La aprobación de la Ley 266 es la punta de lanza para que el negocio blanco avance como peste hacia parques, áreas protegidas y TCOs. Acabas el bosque y ¿qué le metes después?: coca-cocaína. Sacas minerales, piedras preciosas. ¿Cómo maximizas las ganancias?: coca-cocaína. Sacas petróleo y asfaltas caminos, ¿para qué? Para que el negocio coca-cocaína  transite raudo.
El negocio coca-cocaína, a través de la Ley 266, permite al régimen: a) ampliar su base social (miles y miles de colonizadores, cooperativistas y empresarios están al acecho);b) garantizar  el modelo depredador que profundice el capitalismo de caras conocidas basado en robo y asalto al erario público que genera y consolida la sociburguesía azulada (burguesía socialista azulada); c) garantizar lealtades políticas que le aseguren apoyo para seguir en el poder después del 2019.

Así, la Ley 266 forma parte de un paquete antiindígena y depredador que busca garantizar la eternización en el poder. Esta ley es el segundo regalo del poder a los cocaleros del trópico cochabambino. El primero fue la ley de la coca y se vienen las leyes de anulación de las TCOs  para mimar a los colonizadores y empresarios soyeros. Nada está perdido mientras nos miremos autocríticamente y saquemos lecciones para avanzar.


Ivan Arias Durán es ciudadano de la República de Bolivia.
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