Carmen Concha-Nolte
Intento develar el entramado de algunos micros metaliterarios de Jonathan A. España Eraso*. Este entramado o urdimbre alude al engranaje del “decir” enunciado y un “querer decir” implícito. Si la literatura está compuesta de hilos, la metaliteratura traspasa ese hilado para mirarse a sí misma como proceso, descripción o contemplación direccionada.
Antes de abordar el entramado, definamos si nuestra mirada es tipo “zoom” o una visualización “dron”, que capte cada detalle expreso o no de los micros. Esta última mirada está asegurada si somos «lectores» y nos situamos lejos de los entusiastas «leedores».
Pedro Salinas nos ahorra la distinción. Me permito parafrasearlo.
Los leedores son copiosos. Un estudiante desoja (ve) en vísperas del examen un texto, un profesor trasnocha para dar una lección. Todos recorren con los ojos un papel impreso (hoy, pantalla), y nunca rozan a donde se transporta un lector de verdad.
“Meta” se define como un ir más allá, traspasar la ficción tradicionalmente conocida para situarnos en la frontera, con el motivo de mostrar la forma y contenido de su propia urdimbre. En el camino metaliterario es lícito todo tipo de juegos, como señala Ginés Cutillas en sus talleres. El suele llamarlos juegos metaliterarios.
El micro «HEDOR» pareciera el preámbulo a esta serie de textos. Hedor, olor penetrante, alude a la ficción, en la que el «hedor extraño» (atmósfera) abre brecha a hechos inesperados: «muslos marchitos» o una «bestia». Y «entre lo que vas leyendo» (tramo de lectura) se involucra al lector. «El olor penetrante te regresa» representa entrampe o captura ficcional. «La muerte sostiene tus ojos en las manos» dibuja el instante del “fin del autor”, según Roland Barthes, y la muerte del lector, para apropiarse de las narraciones inconscientemente y almacenarlas en su biblioteca cognitiva; es decir, apropiárselas. Además, observamos el recurso de la anáfora: «de dos espaldas que se lacera una C cuando te acercas». Y, «manos»: soporte del libro y permanencia.
En la «DESPEDIDA» aparece el derrotero de la narración y lo que produce, en el ínterin, en el lector. Los enunciados «medianoche» y «la noche», al principio, personifican el hábito solitario del que lee, porque se «niega a despedirse» (renunciar). Resaltamos la confabulación: «la máscara del jaguar» se convierte en animal: «el hombre y el jaguar desaparecen». Los personajes se animan, «levantan a sus sombras», se van perdiendo sin fin determinado, porque las narraciones pueden tener finales abiertos. Por último, se cierra el texto con «no tiene punto final» como afirmación textual de representar, a manera de juego, “la ausencia” del punto físico.
«EL HAMBRE» es un texto escrito por J. España y L. Ballester. Este dibuja la apetencia libresca. Representa el contrapeso entre hambre fisiológico e intelectual. «Chillar sus vísceras» es deseo; «pescadores amarran sus embarcaciones» ejemplifica el entramado de las historias. El «estómago» figura la digestión o vida nutricia para el lector. «Bastón en mano» representa decisión de leer. «Nos engulle» es captura de libros, historias, porque no hay «quién se resistiera», y, se «hunde, pedazo a pedazo» personifica devorar textos a trompicones, a machetazos.
«IONESCO O COMO FUNCIONA UNA MALA OBRA» escenifica la tragedia o vida friccionada de la lengua con ironía como en: «aléjate, malnacido»; negaciones: «no personaje»; ausencias: «público se esfuma». Además, hay enunciados contrarios (oxímoron) tal como: «atronador aplauso es un silencio». El título alude al dramaturgo Eugene Ionesco. Hay personajes contrapuestos que se miran y evitan. Adrede se remarcan los silencios: «largo mutismo», «aplauso es un silencio». Por último, pareciera que la vida cotidiana es un absurdo: personas que no se toleran ni escuchan.
El micro «SORTILEGIO» implica someter la voluntad del lector hasta que se convierta en un personaje más de la narración, al estilo de “Continuidad de los parques”, de Julio Cortázar. Veamos. Uso de segunda persona, «observas recóndita una casa de campo» (lejanía), «los pájaros cantan» (en la narración), «debes avanzar» (cerca de ingresar), «el camino… te conduce» (el lector convertido en personaje), empieza a tejerse el cultivo (tiran los granos, cae el agua; hay maizales), y todo el escenario es vivencia del lector-personaje que se despoja de la lectura como lo confirma el enunciado «tus ojos dejan de leer».
Todos los micros de Jonathan España E. están narrados con palabras precisas, dosificadas para que se logre un efecto determinado. La sorpresa en ellos nos conmueve. Invito con urgencia a los lectores a que degusten, compartan y adquieran sus libros sin demora. De momento, adjunto algunos de los textos comentados.
HEDOR,por Jonathan España Eraso
De esta página sale un hedor extraño. ¿Lo sientes? Tal vez sean los muslos marchitos de Dios que aparecen por error entre lo que vas leyendo. O quizás sea el rastro de la bestia de dos espaldas que se lacera una C cuando te acercas. De nuevo, el olor penetrante te regresa a estos renglones, donde la muerte sostiene tus ojos en las manos.
DESPEDIDA, por Jonathan España Eraso
Faltan cinco minutos para que llegue la medianoche. Leoncio sigue tranquilo. Se niega a despedirse de un año súbito. Mientras intenta recordar el porqué está ahí, su cuerpo se hace débil. Campanadas de fondo animan la noche. De improviso, una anciana con una máscara de jaguar se le acerca, levanta una botella con las dos manos y le rocía la cabeza. Luego, le ofrece una mano. Leoncio, pesado, se levanta. Dos miradas desprecian la noche. El hombre y el jaguar desaparecen con sosiego al final de la calle. Nadie sabe qué hacer. La multitud se baña con el licor de las botellas. Levantan a sus sombras. Y, lentamente, se pierden por el filo de este párrafo que no tiene punto final
EL HAMBRE, por Jonathan España Eraso y Lester Ballester
Tras desatarse la tormenta, el hombre siente chillar sus vísceras. Se imagina con la cara arrugada. Traga saliva una y otra vez. Desde la colina, contempla cómo en el muelle los pescadores amarran sus embarcaciones. Había estado allí una vez, varios siglos atrás, cuando lo único que había para comer eran peces que reptaban fuera del agua. Sin dejar de caminar, escucha el sonido de las olas y se agarra el estómago. Bastón en mano, se vuelve sombra y nos engulle. No hubo quién se resistiera. Al final, con la tormenta destrozando el cielo, transmuta en un pez que se hunde, pedazo a pedazo, en las fauces de otro hombre hambriento.
*Jonathan Alexander España Eraso (Pasto, Nariño, Colombia). Es escritor, editor y gestor cultural. Ha publicado cuentos, poemas y ensayos en revistas impresas y virtuales, tanto colombianas como internacionales. Ha sido incluido en diversas antologías de poesía y minificción. Fundador y coordinador editorial de Alebrijes | Revista Nariñense de Minificción. Cofundador de Editorial Avatares. Editor de minificción colombiana en «Abisinia Review». Codirector de «Instantáneas: Microantologías de Minificción Hispanoamérica» en: https://conexionnortesur.com/. Travesías, su primera novela, tiene dos ediciones. Con el poema «Descienden de las ramas», resultó finalista en el XIII Concurso Literario Int. Ángel Ganivet (2019). Con el poema «Escritura y origen», presentado bajo seudónimo, fue finalista del Concurso Nacional de Poesía «Decir es mostrar» (2020). Su libro Paisajes de luz resultó ganador del Premio Libro de Poesía Publicado (2021), otorgado por la Secretaría de Cultura de Pasto. El silencio voraz, su más reciente libro, se publicó por Abisinia Editorial (Argentina). Es columnista de algunos periódicos colombianos. Minificciones y poemas suyos han sido traducidos a varios idiomas.