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Una tarde en la Casa Blanca

Donald Trump había malogrado la posibilidad de un acuerdo para resolver la guerra en Ucrania, humilló al presidente Zelensky, manifestó una subordinación inusitada a los intereses de Rusia, gritó y manoteó delante de docenas de periodistas en el Despacho Oval y, después de todo eso, su conclusión fue: “Será un muy buen programa de televisión”. Todas sus decisiones, y ahora inclusive los escenarios para ellas, el presidente de Estados Unidos las toma pensando en el espectáculo. A eso reduce la negociación internacional. No busca acuerdos, sino maltratar a sus interlocutores presuntamente para debilitarlos. No los reconoce como iguales e intenta degradarlos, aunque sean presidentes de otros países.

Las insólitas escenas del viernes 28 de febrero en la Casa Blanca, inmediatamente propagadas por medios y redes, manifestaron que la paz en Ucrania no está en la agenda de Trump. Sus prioridades son sus propios intereses y quizá, por encima de todo, una insaciable avidez de reconocimiento y para denostar a quienes no lo colman de halagos.

La reunión con el presidente Zelensky duró 50 minutos. Durante la mayor parte de ese tiempo, como muestra el video completo de esa sesión, la charla era tensa, pero dentro de los límites de la cordialidad. Los primeros tres minutos, Trump los dedicó a colocarse él mismo en el centro del conflicto entre Rusia y Ucrania. Luego, a diferencia de lo que diría más tarde el vicepresidente J.D. Vance, Zelensky agradeció varias veces la intervención de Trump. El presidente de Ucrania mencionó a Europa, un actor que Trump había soslayado aunque recalcó “sabemos que Europa está lista, pero sin Estados Unidos ellos no estarán tan preparados para ser tan fuertes como lo necesitamos”. Durante 5 minutos, Zelensky insistió en ese respaldo y documentó los abusos cometidos por Putin con fotografías que le mostró a Trump.

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Cuando varios reporteros pidieron precisiones sobre las decisiones que tomarían ambos presidentes, Trump respondió con evasivas. Evidentemente, aún no había acuerdo. Mencionó la importancia de las tierras raras, de las que dispone Ucrania, para la fabricación de dispositivos digitales y elogió a Putin. En algún momento bromearon sobre el monto del apoyo estadunidense a Ucrania y sonrieron juntos.

Cuando un reportero le dijo que las decisiones que ha tomado en sus primeras semanas de gobierno han sido históricas y le preguntó con qué personaje de la historia quiere que lo equiparen, Trump se dio el lujo de decir: “Bueno, podría decir que George Washington y Abraham Lincoln pero podría decir que soy superior a ellos, ustedes saben que estoy bromeando porque las fake news se van a enloquecer diciendo él se considera mejor que Washington, pero ustedes nunca sabrán que no me comparo con nadie”. Es decir, si se comparase Trump diría que es mejor que esos personajes históricos pero no lo hace para no alimentar la crítica en los medios. Unos minutos después aseguró, acerca de los 30 y tantos días que llevaba como presidente en esta gestión: “Están diciendo que nunca habrá un primer mes como el que hemos tenido”.

Al presidente de Ucrania le preguntaron si creía que Trump estaba de su lado. Zelensky no escuchó, o no entendió con claridad y le consultó a Trump cuál era la pregunta. “Es una pregunta estúpida”, le dijo. “Creo que Estados Unidos está de nuestro lado desde la ocupación, el presidente Trump está de nuestro lado”, dijo entonces Zelensky. Trump había comentado que la actual guerra ha provocado millares de muertos, de ambas partes. Zelensky precisó que todo comenzó a causa de la invasión rusa hace tres años.

Varias de las preguntas que le hacían a Trump eran para que se luciera —igual que hacen los reporteros oficialistas, en México, en las conferencias mañaneras en Palacio Nacional—. Un reportero de Real America’s Voice, una cadena de televisión por cable identificada con Trump, le preguntó si será reconocido como un pacificador. El presidente dijo: “Espero ser recordado como pacificador, sería una gran cosa si hago lo que estoy haciendo que es salvar vidas” y consideró que para eso lo eligió el pueblo de Estados Unidos. El mismo reportero que fue tan adulador con Trump, le hizo a Zelensky el agresivo comentario sobre su vestimenta (“está en la oficina de nivel más alto en este país y se niega a llevar traje”). Zelensky respondió con agudeza: “Me pondré traje cuando haya terminado la guerra, quizá uno como el que tiene usted”.

Trump aprovechó otra pregunta, sobre la ayuda a Ucrania, para hablar mal del presidente Joe Biden. Otro periodista, ahora de One America News, otra cadena conservadora, le dijo a Trump que días antes, cuando recibió en el mismo despacho al presidente de Francia y al primer ministro del Reino Unido, ambos “elogiaron su coraje y convicción para liderar el camino hacia la paz” y lograr un acuerdo con Rusia. Los gobernantes anteriores, dijo ese reportero, “carecían de convicción… ¿qué le dio el coraje moral y la convicción para dar un paso adelante y liderar así?”.

Trump siguió mezclando varios temas: la ayuda a Ucrania, la confianza que tiene en Putin, el presidente Biden. Cuando Zelensky pidió la palabra, Trump todavía comentó “me encanta cómo te vistes, hermano… sí, creo que su ropa es hermosa”. Zelensky comentó la broma y, luego aclaró que, con Vladimir Putin, Ucrania ha suscrito numerosos acuerdos pero que el presidente ruso los ha desconocido una y otra vez: “Veinticinco veces ha roto lo que él mismo había firmado”.

“Conmigo no ha roto nada”, reviró Trump”. “Con nosotros sí, y por eso no aceptamos un cese al fuego sin garantías de seguridad… un documento no es suficiente, un ejército fuerte sí lo es”. Durante cinco minutos, Zelensky explicó la concepción imperialista que Putin tiene acerca de Ucrania y la fragilidad de un acuerdo sin garantías para que no hubiera una nueva agresión rusa. Trump comenzó a mostrarse incómodo. Había querido ubicarse en medio de Zelensky allí presente, y del ausente Putin, presentándolos como dos rivales en igualdad de circunstancias. El presidente de Ucrania explicó que su país ha sido el agredido y que Putin ha incumplido compromisos una y otra vez.

Hacia el minuto 30, le preguntaron a Trump si podría haber una reunión trilateral con él, Putin y Zelensky. “Bueno, ellos no se caen bien, este no es un matrimonio por amor, por eso estamos en esta situación” dijo, todavía en un tono ligeramente divertido aunque fuera una comparación alevosa porque se trata de una guerra. Volvió a insultar a su predecesor, Joe Biden: “Estados Unidos nunca debió haber permitido esta situación. Estados Unidos, gobernados por un hombre que no sabía mucho… una persona muy incompetente… yo he detenido muchas guerras inclusive antes de que estallen”. Zelensky se veía divertido, aunque sin duda estaba incómodo. Sonreía ante las que parecían ironías de Trump quien, sin embargo, hablaba en serio. Entonces, alzó la mano y tomó la palabra: “Señor presidente, acerca de cualquier negociación, quisiera decirle y espero que todo el mundo entienda que Ucrania, más que nadie, quiere detener esta guerra. Pero en las futuras negociaciones hay que entender que los dos lados en esta guerra no son Rusia y Estados Unidos… esta es una guerra de Rusia en contra de Ucrania y su pueblo. Por supuesto Estados Unidos como el aliado más fuerte de Ucrania, y por supuesto Europa que es muy importante para nosotros”.

En el minuto 33, Trump dijo que en Ucrania “han sido destruidas muchas ciudades (que) ya no se pueden reconocer porque no hay un solo edificio de pie”. Zelensky lo interrumpió para aclarar: “Señor presidente, tiene que venir a ver. No, no no, tenemos muy buenas ciudades. Sí, han sido destruidas muchas cosas pero la mayor parte de las ciudades están vivas y la gente trabaja y los niños van a la escuela. A veces es muy difícil, a veces cerca del frente de batalla los niños tienen que ir a escuelas bajo tierra o en línea, pero vivimos, Ucrania está viva y está peleando”. Agregó: “Quizá es Putin que está propagando esa información de que él nos destruyó. No, él ha perdido 700 000 soldados”.

Trump aparentemente encajó, o al menos no hizo comentarios, el señalamiento de que estaba repitiendo, sin sustento, versiones de la propaganda rusa. Todavía en los siguientes minutos, cuando hubo preguntas sobre el gas o los minerales en territorio de Ucrania, cada uno de los presidentes asentía cuando el otro hablaba.

En el minuto 40 Trump dijo que habría una pregunta más. Pero antes que los periodistas, tomó la palabra el vicepresidente J.D. Vance para defender la que considera vía diplomática para resolver la guerra en Ucrania. Fue entonces cuando Zelensky le replicó que Putin lleva 10 años invadiendo territorio de Ucrania, desatendiendo acuerdos y profundizando esa agresión. “Tuvimos muchas conversaciones con él, y firmamos documentos… ¿de qué clase de diplomacia, J.D., estás hablando?”. “Estoy hablando del tipo de diplomacia que va a terminar con la destrucción de su país, señor presidente… es muy irrespetuoso que venga usted a la Oficina Oval a tratar de litigar esto enfrente de los medios estadounidenses…”, acometió el vicepresidente en el minuto 43.

La sesión duró otros seis minutos, repletos de recriminaciones, que han sido ampliamente difundidos. Trump alzó la voz, no le importó ser el anfitrión, subrayó groseramente la condición de debilidad de Zelensky, le apuntó con el dedo índice, lo acusó de jugar con la Tercera Guerra Mundial. El encuentro se descompuso. “Tienes que estar agradecido. No tienes las cartas, estás enterrado, tu gente se está muriendo, estás corriendo, te estás quedando sin soldados” dijo Trump para entonces fuera de sí.

No parece haber existido el propósito de llevar al presidente ucraniano a una emboscada. La conversación en la Oficina Oval fracasó porque Donald Trump no soportó las comedidas aclaraciones de Zelensky acerca de la guerra y la situación en Ucrania y porque, a pesar de los reporteros que iban a ensalzarlo, no consiguió situarse como paladín de la pacificación. Aunque no estuviera presente, la sombra de Vladimir Putin, a quien Trump defiende con una docilidad difícil de explicar, definió ese encuentro. Como espectáculo de televisión, fue tan vistoso como deplorable. Como expresión de una presunta diplomacia mediática, reitera que el populismo autoritario recrudece los problemas y nunca los soluciona.

Raúl Trejo Delarbre

Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Sus libros más recientes son: Posverdad, populismo, pandemia y Adiós a los medios.

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