Maurizio Bagatin
El verdadero viaje es adentro de uno mismo, con empatía, buscando siempre el otro. Pinocho siempre fue así, podemos revolucionarlo, maltratarlo, transformarlo y él nos devuelve siempre, como si fuera un juego, la verdadera vida. Y con ella, el dolor, los sentimientos, las emociones, el pathos de una época, lo que Carlo Collodi supo con tanta maestría transmitirnos entonces. Y ahora con Guillermo Del Toro ¿qué? El maestro mexicano gracias a su magia supo leernos Pinocho con la imaginación que necesitan nuestros días: un toque de rebeldía, rediseñar los valores y derrumbar los tabú.
Aparecen Schopenhauer y su profética liberación: el Estado debe «dejar a cada hombre libre para que trabajara su propia salvación», y un Jesús que se hace hombre otra vez, la última vez fue con Pasolini. Pinocho nos guía en combatir a todos los totalitarismos desde abajo, a la insania fuerza de la política con buen sentido y valentía para no llegar en parecernos a los gobiernos que no merecemos.
¡Qué belleza!, Pinocho ha vuelto y este es un evangelio para una nueva infancia.