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Tremendo autogol diplomático

La designación de la ex diputada del Movimiento Al Socialismo (MAS), Lidia Patty, como cónsul en Puno, Perú y su posterior rechazo por dicho país para que no asuma la indica función, por no cumplir con las normas consulares enmarcadas en la Convención de Viena de 1963, sin duda que fue un tremendo autogol diplomático que nos metimos desde nuestra propia Cancillería, dejándonos mal parados a nivel internacional en el campo de la “diplomacia de los pueblos”.

Ese vergonzoso autogol diplomático que nos metimos, por cometer mayúsculos errores administrativos, deben llamarnos tremendamente la atención en cómo tan mal está trabajando nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores. Se debe recordar que la indicada cartera de Estado, juega un papel importante en la imagen que proyectamos como país al exterior.

También nos da a entender que nuestro Servicio Exterior, está totalmente desinstitucionalizado. Cero carrera diplomática. Asimismo, se debe recordar que el propio Canciller, Rogelio Mayta, en el mes de febrero de 2021, afirmó que en esa repartición de Estado “no existe carrera diplomática”. Con razón estamos como estamos en nuestras relaciones internacionales.

Los dos motivos fundamentales para que Lidia Patty no sea aceptada como cónsul en Puno Perú; fueron uno técnico-administrativo y el otro netamente político. Con respecto al primer caso: la señora creyó que ir a trabajar a una embajada o consulado es como ir a laborar a un ministerio. Basta con que a uno le den su memorándum de designación y listo ya corre su sueldo desde el primero del mes. Como se sabe ella desde el 30 de mayo ya estuvo en esa región, para luego el 01 de junio presentarse a primeras horas de la mañana en su oficina con la idea de que no le descuenten de su haber mensual ni un centavo. Más pudo el entusiasmo que el conocimiento.

El Convenio de Viena de 1963, el cual regula las relaciones consulares entre naciones indica que el país receptor (en este caso Perú) tiene la potestad de aceptar o no la designación de un jefe consular.

El inciso 1 del Artículo 12 llamado (Exequátur o autorización) indica: “El jefe de oficina consular será admitido al ejercicio de sus funciones por una autorización del Estado receptor llamada exequátur, cualquiera que sea la forma de esa autorización”. El inciso 2 añade: “El Estado que se niegue a otorgar el exequátur no estará obligado a comunicar al Estado que envía los motivos de esa negativa”.

En tanto que el inciso 3 cierra: “Sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos 13 y 15, el jefe de oficina consular no podrá iniciar sus funciones antes de haber recibido el exequátur”.

La señora Patty no tuvo ni la más mínima idea que para desempeñar un cargo en el servicio exterior, se deben cumplir ciertos procedimientos administrativos a nivel diplomático. En este caso ella debería haber esperado por lo menos unos 15 días para saber cuál es la respuesta de la Cancillería peruana con respecto a que sí o no le otorgan su credencial consular. Su designación ya se sabía con mucha anticipación ¿no hay técnicos especializados en nuestra Cancillería para capacitar en ese sentido a una persona que por primera vez ejercerá un cargo diplomático?

En cuanto al segundo caso: que tiene que ver con el aspecto político, el gobierno peruano ya tenía su cierta desconfianza hacia Lidia Patty porque contaba con la información de que es muy allegada a Evo Morales y temían que en vez que haga un verdadero trabajo diplomático, iba ir a sembrar división y adoctrinamiento sobre los pilares del Estado Plurinacional boliviano entre los habitantes aimaras peruanos con vistas a una posible separación territorial del Perú por parte de la región de Puno.

Con esto, lo que se hizo es deteriorar más las relaciones bilaterales diplomáticas que tenemos con el vecino país del Perú. Cuando más bien debería ser aprovechado para fortalecer las mismas con la designación de una persona con formación netamente académica en la carrera diplomática.

Triste papelón que realizamos como país a nivel del servicio diplomático, lo cual demuestra que el trabajo del Ministerio de Relaciones Exteriores está lleno de improvisaciones, cometiendo cada vez errores garrafales. No quedando más que decir patria “perdónalos porque no saben lo que hacen”.   

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