Amamos odiar(nos)
Dentro de nuestro repertorio de miserias, no hay mayor disfrute que la lapidación pública. Si la disculpa y el arrepentimiento están en vías de extinción en el mundo real, en el virtual —donde como sabemos reina la impunidad del anonimato— prácticamente han dejado de existir. RIP, me apena haberte ofendido. RIP, no te conozco pero […]