Parlamento de pacotilla
La violencia que está en la genética social de Bolivia, donde todo conflicto pretende resolverse con gritos, empujones, huelgas, crucificados o barricadas belicosas, no es sino una clara evidencia de la incapacidad de crear espacios para pensar, articular relatos y dialogar. Somos mudos a la hora de expresarnos con palabras, y eso corresponde a la ausencia de pensamiento racional. Todo el tiempo me da la impresión de estar viendo gente ebria que se agrede.