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Significados político y estratégico del 21-F

La marcha de cívicos, Conade, plataformas y candidatos del campo opositor, el lunes 10 de junio en la ciudad de La Paz, concita reflexionar sobre los significados político y estratégico de los resultados del 21-F en relación a su anclaje: la democracia.

Planteo como recaudo conceptual -para comprender mejor los límites y alcances de las movilizaciones pro 21-F- que lo político, es la dimensión del antagonismo que constituye a las sociedades humanas (Mouffe, 2007); y la estrategia, la teoría del uso de los combates para el propósito de la guerra -alcanzar la paz- (Schröder, 2004).

Los resultados del 21-F marcaron un antagonismo: No (Nosotros) vs Sí (Ellos). Nosotros: autodenominados defensores de la democracia política que proclaman la condiciones de igualdad política a partir del voto del ciudadano libre. Ellos: autodenominados defensores de la democracia social que proclaman el desarrollo de la igualdad material de los sectores populares.

Por lo tanto, en términos estratégicos, si se quiere ganar la guerra es necesario que se triunfe en cada combate. El 21-F, fue un combate ganado por la oposición, en el marco de las reglas de juego previamente pactadas; por otro lado, la aprobación de la cuarta postulación de Morales Ayma a la presidencia por el TC, fue un combate ganado por el oficialismo, pero violentando dichas reglas de juego.

En ésta micro-coyuntura, para el campo opositor (cívicos, plataformas, Conade y candidatos), re-establecer la democracia política es el mensaje de su estrategia política para ganar la guerra, cambiar a los miembros del TSE es su combate; para el oficialismo, que sus candidatos lleguen sanos y salvos al 20-O, así por ejemplo, los guerreros digitales, son un nuevo escuadrón para los combates. Ahora bien, lo que quiero resaltar: los candidatos opositores no han traducido, aún, la estrategia política que deviene del 21-F -compartida por todo el campo opositor- en una estrategia electoral: mensaje claro de anclaje nacional. Cada quien apunta hacia una dirección diferente –la guerra sucia entre CC y BDN es una prueba-; sin embargo, desde el MAS, los resultados del 21-F, a pesar de su adversidad,  sí los han traducido en una estrategia electoral con mensaje claro y de alcance nacional, -aunque insípido- que apunta hacia una misma dirección: la necesidad de continuar gestionando la estabilidad económica y política.

Por el momento, no hay indicios de que esté germinando un mensaje estratégico electoral con potencial de irradiación nacional-popular y cambio histórico; se sigue jugando, nomás, a la conservación del orden.        

José Orlando Peralta B. / Politólogo

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