Santos Domínguez
Miguel Sánchez-Ostiz.
Pío Baroja, a escena.
Una biografía a contrapelo.
Renacimiento. Sevilla, 2021.
“He realizado este trabajo al principio con distancia, luego con interés creciente, no por mi texto, sino por las páginas de Pío Baroja a las que me remitían las mías y que volvía a leer con curiosidad: ese Baroja autobiográfico que no es fácil atrapar del todo, aunque aparezca hasta en los rincones más insospechados. Ha sido como releer una novela requetepoblada de personajes, pero con un protagonista indiscutible”, escribe Miguel Sánchez-Ostiz en el prólogo a la segunda edición de su Pío Baroja, a escena que publica Renacimiento en la colección Biblioteca de la memoria.
Es una edición ampliada y corregida respecto a la que apareció en Espasa en 2006, que “tuvo poca fortuna”, “fue destruida enseguida y acabó por desaparecer por completo de las librerías, incluso de las de lance, de modo que mi trabajo se esfumó, al menos por lo que al comercio se refiere. Esta edición representa para mí la oportunidad de rescatar mi trabajo del olvido y sobre todo de la inexistencia.
Al retomar estas páginas trece años después de haberlas cerrado, con motivo de su nueva publicación en la Editorial Renacimiento, en circunstancias vitales bien diferentes, me he visto obligado a corregir, en la medida en que he podido, errores que contenía la primera edición, tanto de redacción como de datos, así como a ampliar algunos capítulos, que estimo quedaron cortos, con ayuda de lo publicado en Tiempos de tormenta (2007).”
Con una personalidad tan compleja como la de Baroja, con una obra de tanta apariencia autobiográfica y tan mixtificadora al menos como la de Silvestre Paradox, nunca se puede tener la certeza de que todo está dicho. Demonizado por unos y sacralizado por otros, su personalidad contradictoria ha generado toda una bibliografía que bebe en las fuentes de sus memorias y las mira al trasluz.
Desde aquel lejano Pío Baroja en su rincón con el que Pérez Ferrero daba otra imagen del escritor y del hombre, Baroja ha ido saliendo de un espacio de sombra en el que en el fondo parece que nunca quiso estar.
Porque la biografía de Baroja es la del personaje literario que se crea una imagen pública precisamente sobre el eje de su aborrecimiento de lo público, de un carácter insociable más que dudoso.
Aceptemos que pudo haber en ello menos simulación que incoherencia. Aunque fuera así, explorar esas contradicciones e iluminar esas zonas de sombra justifica un acercamiento como este que hace Miguel Sánchez-Ostiz en un libro de título y subtítulo significativos: Pío Baroja, a escena. Una biografía a contrapelo.
Es este un libro equidistante de la hagiografía barojiana y de la descalificación destemplada, escrito con admiración contenida y crítica, con la brillante subjetividad de quien culmina en esta obra una larga dedicación a Baroja y una lectura consolidada en la que el hombre malo de Itzea, aquel fauno reumático, le irrita y le emociona a la vez. Y con él a los lectores de Baroja y de Sánchez-Ostiz.
La obra de Baroja, y no solo sus memorias, es una autobiografía hecha a medida, la calculada invención de una imagen. Una construcción sistemática pero llena de escamoteos, lagunas y contradicciones del Baroja personaje a través de sus apariciones estelares.
Solitario y sociable, humilde y ególatra, insatisfecho y sedentario, rebelde y orgulloso, contradictorio siempre, buscó el calor de las tertulias y la congregación en torno a él de jóvenes admiradores entre los que fue fomentando el culto a la imagen oficial del novelista, su puesta en escena.
Ese es el punto de partida, el método y la tesis de este libro: la idea de que Baroja construyó simultáneamente su obra literaria y su proyección social. Equidistante de la inquina aguda y de la devoción ciega, no es este un estudio objetivo, sino el resultado de una integración de vida y literatura en un peculiar rompecabezas compuesto desde la perspectiva de Miguel Sánchez-Ostiz, un barojiano curioso de su obra y de su persona que acude, más que a las memorias, a las abundantes contrafiguras que aparecen en sus novelas.
Ese es quizá el más alto valor de este libro que ahora se recupera y se actualiza: la propuesta de un nuevo e inteligente manejo de materiales, sostenido en un potente aparato de notas, que integren y expliquen vida y literatura, materiales que refrescarán la memoria de los barojianos, que siguen siendo legión agradecida.
El hombre y su obra, dos construcciones paralelas llenas de luces y sombras, de virtudes y defectos, de vitalidad en suma, en un ensayo imprescindible cuyo sentido resume así Sánchez-Ostiz:
Fue algo más que reescribir un ensayo biográfico, con luces y oscuridades, emocionantes unas veces, irritantes otras… ¿Con qué otro escritor de esa época te puede pasar? No se me ocurre mejor motivo que este para volver sobre la huella de mis propios pasos y de los de Baroja en sus puestas en escena, que ese y no otro es el pretexto y motivo de mi trabajo.