Márcia Batista Ramos
En los días de frio en el andén, mientras el tren no llega, la poesía es la nube que pasa en el cielo, el niño que camina de manos dadas con sus padres y dirige una mirada curiosa y sonriente al solitario que espera. Mientras un barrendero, casi invisible, mantiene la limpieza de la estación.
Porque la poesía tiene algo de bello y algo de triste. Es la sorpresa del momento cuando se escuchan pasos en un espacio vacío o cuando los recuerdos vienen a inundar el instante y en una milésima de segundo, cambian el día de quien los percibió.
Poesía es encontrar una palabra a cualquier hora del día y sonreír discretamente, recordando el brillo de unos ojos, la calidez de unas manos…
En los verdes campos, la poesía, es el potro que brinca en círculos, mientras relincha en muestra de alegría, haciendo del momento algo sublime. Pintando un cuadro único, sin intención de hacerlo, apenas por ser y estar. Recordando, la perfección de la naturaleza.
La poesía es una de esas cosas, tan sencillas, que nos ocurren cada día cuando disfrutamos una tajada de pan con mantequilla y una taza de café, frente a la ventana, en un día de lluvia, pensando en aquellos que ya no están.
Por las mañanas en el mercado, el colorido de las naranjas y otras frutas, mezclado con el movimiento de los vendedores y compradores, la poesía es la esperanza de vivir un día más, es el deseo de retornar a casa al final de la jornada y cumplir con la rutina. Porque estar vivos, tener pan y techo es poesía para el proletario que, no espera de la vida nada más que la alegría de vivir todos sus días junto a los suyos.
En el otoño, poesía es pisar la hojarasca rojo anaranjada que los arboles depositan en el suelo y también, mirar las hojas amarillas que caen en un baile delicado, recordando una mariposa.
Pero, la poesía es retornar después del exilio. Es abrazar, besar y hacer el amor sin tocar la piel.
Porque la poesía es misterio, nostalgia, realidad que no se desvanece, escenas ambiguas, acertijo sin solución, insomnio con sueños despierto, itinerario desconocido. La poesía es cosa del alma…