Hielo
Mañana, yo y tus primeras visiones seremos ceniza.
Al sol
pienso como consuelo el origen en el error.
“En el dolor hay tanto”, te digo
y veo tu voz escabullirse, vacilar ante el vacío de una puerta abierta.
La creencia, pienso, pero no lo digo.
Resonarás en sufrimiento, digo, y piensas que no soy buena,
pero en verdad soy bella.
“Una mujer buena no es nunca buena”.
Vuelvo a pensarte: creencia.
Simularás ser voz indulgente: “Me sucede que eres tú”, dirás
y pensaré en la lluvia para distinguir dos cosas:
el miedo que se filtra gota a gota
y el sudor pálido de tu mentira.
Simularé ser voz indulgente: “Lo sé”, diré
y pensaré en el próximo rompimiento del cascarón…
Nunca pasará: Nunca seremos dos y no seremos más sencillos.
Tu renunciamiento es miedo y yo no sé de qué.
Esta es una salvación, te digo.
No me entiendes, no quieres…
Entonces permanezco en los estampados.
A ti esto te avergüenza,
a mí me enoja.
¿Qué te importa a ti si yo te amo?
Tú inclinación a la soledad me asombra y me conmueve como un espejo.
Reposo en el fondo de tu imagen
sólo así sales del escondite, pero no dices nada.
Pienso: hay una distancia mínima y absoluta:
Siempre me imagino tal cosa, libre y oscura
Siempre te imaginas tal cosa, cauta y soleada
Las cosas que nos oprimen tienen dulces ecos.
Eso es: creer en un ser que oprime el aire libre.
Eso es: no crees en mí.
Terminará con lluvia como debe ser,
pero antes sólo pido un tiempo
de capricho, de pausa, (de miedo),
hagamos hielo.
Potosí
El sol se apretuja en los campanarios,
el frío encamina la escasez
y sin heredad de la lengua
hay derrumbe en procesión al cargar los santos.
Pétalos caudillos caen en la cárcava plaza.
Guardianes en fermento
despeñan sus muelas.
Viejos agotamientos astillan pedestales
y traen leche de orfandad
para entibiar las esquinas.
Con atuendo de montaña
las arterias de Potosí
Sr. de Horcas
embovedado de huesos
están dando gritos de dinamita.
Y hay todavía cabecitas en las espaldas
abarcas resbalando piedra y escarcha.
Hay en pausa bastón remachando calles
mantas de lana tejiendo auicha.
Raíz de mineral en el espíritu
haciendo bailar coca
lanzando mixtura a la nostalgia.
Hay hambre que fue apetito
sin piedad de cruz.
Potosí
una fosa en el ojo sudando sangre
lagrimeando plata.
Monstruo
Sé que migrar de la piel no es aventura sino guerra.
Sé dónde perece la voluntad de respirar
pero no de su hoyo,
por eso caigo caigo
acurrucado en el mismo dolor
el más fino error
y me sé monstruo…
Evaporo las formas.
Soy el encanto de perecer
arrojo una hoz sobre ti como sobre cualquier otro
y no te arrinconas.
– Tu ojo aquí no sirve
¿qué estás viendo?
Soy un trozo de cuerpo aislado del color
los tentáculos de la voluntad son mi presa
y lo habitual de las intenciones, mi bocado.
No quieras perecer a mi lado
sigue el curso continuo,
la costumbre de ser real.
Deduce que tienes un lazo tan firme
tú y ese rincón ligeramente libre
y deja de macerar el horror en tus ojos…
– Mira
ahí
hay un rincón que eres tú
¿qué estás viendo?
Tu súbito hastío de esquina anida en mis ampollas
- bastante viejas para reventar-
y sucede que soy espectáculo de la mecha encendida.
Bajo el tiempo nacido de soles
pájaros fuego hacen de mí un andrajo
y casi parezco un grito
un hoyo espiritual
soy
el murmullo creciente de tus párpados.
Sé que empujo al acecho
con pequeñas querellas y trampas de apariencia
que rígido y dulce
te tumbo
y hay un fracaso
que propone algo de nosotros:
eso de inmolarse con la ficción
de asfixiarse
de afligirse
Mas
pasarás este bosque en parte
con agitación sin pausa
el resto escapa de mí
sale de mí:
Soy yo
cuando el vacío centuplicado
partiendo el sentido del tacto
arranca tu ojo
y emponzoñado
ves conveniente ahogarlo con la almohada.
(Tomado de la Antología de poetas bolivianos contemporáneos, edición de Homero Carvalho Oliva, publicada en Madrid, España, por la Editorial Amargord en el año 2017. Una selección que cumple el propósito de difundir la poesía boliviana en el exterior).
María Montserrat Fernández Murillo, La Paz, 1984. Es Licenciada y Maestra en Literatura Latinoamericana de la Universidad Mayor de San Andrés. Fue ganadora del II Concurso de Poesía para Jóvenes Poetas Bolivianos, convocado por de la Cámara departamental del Libro y la Fundación Pablo Neruda y el Consulado General de Chile en La Paz, con el poemario “Crisálida Andina” (2008). Su segunda producción literaria, “Warmi” (2011), es un poema extenso que cuenta el duelo de una mujer a orillas del lago Titicaca. Su producción crítica se encuentra en las revistas “Nuestra América” “La lagartija emplumada”, “Tink´azos”, “Zorro Antonio”, “Ciencia y Cultura” y en la colección de libros de ensayo “La crítica y el poeta” (2011-2015).