Alex A. Chamán Portugal
Importantes precisiones introductorias
Con el propósito de abordar el tema en cuestión, es un imperativo esclarecer algunos términos esenciales como maestro, profesor, docente y facilitador. Así, se procede a plantear importantes características y diferencias de cada una de ellos:
a) Maestro. Suele establecer una relación más profunda y personal con los estudiantes, actuando como guía, mentor y ejemplo a seguir. Su enfoque va más allá del contenido académico, procurando la formación moral, ético y emocional. A menudo, el término «maestro» se asocia con alguien que posee una gran experiencia y sabiduría, y que inspira a sus estudiantes. El maestro también transmite una línea ideológica y política, por ende, valores culturales y tradiciones. Por ejemplo: Un maestro en una escuela rural, además de enseñar materias del currículo, también inculca valores comunitarios y culturales, y guía a los estudiantes en su desarrollo personal y colectivo.
b) Profesor. Suele tener una formación académica avanzada en una determinada disciplina específica, lo que le permite enseñar en distintos escenarios, como primaria, secundaria, educación superior y universidades. Su rol principal es impartir conocimientos teóricos y prácticos acerca de su área de especialización. Muchos profesores también se consagran a la investigación y contribuyen al avance del conocimiento en su campo mediante publicaciones académicas. Utilizan métodos formales de evaluación acerca del aprendizaje y el desempeño de los estudiantes. Por ejemplo: Un profesor de filosofía en una universidad que enseña la concepción materialista dialéctica científica del mundo que formará y guiará a sus estudiantes.
c) Docente: El término «docente» es más amplio y puede referirse a cualquier persona que enseña en cualquier escenario y nivel educativo. Se centra en la planificación, ejecución y evaluación de procesos de enseñanza y aprendizaje. Los docentes deben ser capaces de adaptar sus métodos de enseñanza a las necesidades y estilos de aprendizaje de sus estudiantes, así como el entorno social en que se desenvuelve. Además, de transmitir conocimientos, los docentes también se preocupan por el desarrollo integral de los estudiantes, incluyendo aspectos sociales y emocionales. Por ejemplo: Un docente de primaria que enseña asignaturas a un grupo de estudiantes y se enfoca en su desarrollo integral.
d) Facilitador. Se centra en facilitar el proceso de aprendizaje activo, promoviendo la participación y el compromiso de los estudiantes. Actúa como un mediador que ayuda a los estudiantes a descubrir y construir su propio conocimiento a través de actividades colaborativas y de resolución de problemas. Crea un entorno de aprendizaje inclusivo y participativo en que se valoran las ideas y experiencias de todos los participantes. Se enfoca en el desarrollo de habilidades prácticas y blandas, como el trabajo en equipo, la comunicación y el pensamiento crítico. Por ejemplo: Un facilitador de talleres de liderazgo y Oratoria que guía a los participantes en actividades interactivas y discusiones para desarrollar habilidades en esos campos.
Aunque los términos: maestro, profesor, docente y facilitador, se utilizan frecuentemente de manera intercambiable, cada uno tiene rasgos y enfoques específicos que los distinguen. Entender estas diferencias es concluyente para apreciar la diversidad de roles que existen en el ámbito educativo y para valorar la contribución única que cada uno de ellos hace al proceso de aprendizaje y a la formación integral de los estudiantes. Si bien, referidos conceptos se usan a menudo indistintamente en el ámbito educativo, existen diferencias sutiles en su significado y enfoque. Cada uno de ellos aporta matices y enfoques específicos a la labor educativa. La elección del término más adecuado dependerá del contexto, la metodología utilizada, así como del rol que se desempeñe en el proceso de enseñanza-aprendizaje y la extensión de los pilares educativos.
Recordemos que, desde una perspectiva científica, la educación no es un proceso neutral, sino un poderoso instrumento al servicio de la explotación y opresión o de la emancipación social y política. El maestro marxista tiene la responsabilidad de develar las estructuras de poder y las desigualdades que oprimen a la las masas trabajadoras, fomentando en sus estudiantes una conciencia crítica y propositiva, así como, una comprensión profunda de la realidad social y sus contradicciones.
¿En qué consiste el Papel del Maestro en el Progreso y Bienestar de la Humanidad?
A lo largo de la historia de la humanidad, la figura del maestro ha ocupado un lugar fundamental en su marcha. Desde los primeros instructores que impartían conocimientos ancestrales hasta los educadores actuales que navegan por un mundo en constante cambio e innovación, los maestros han sido pilares insustituibles en la construcción del progreso y el bienestar de la humanidad.
Una de las principales funciones del maestro consiste en ser guía y facilitador del aprendizaje. Mediante su conocimiento, convicciones, experiencia y pasión por la enseñanza, los maestros abren las puertas del saber y compromiso a sus estudiantes, permitiéndoles descubrir su potencial, desarrollar habilidades y adquirir las herramientas necesarias para desenvolverse en un mundo cada vez más complejo y en crisis.
Más allá de la mera transmisión de información, los genuinos maestros fomentan el pensamiento crítico, reflexivo, transformador y propositivo, la creatividad, la resolución de problemas y la capacidad de resiliencia ante agobiantes injusticias, adversidades y problemas, cualidades esenciales para forjar su personalidad y temple, enfrentar los desafíos del presente y construir una sociedad justa.
La labor del maestro no se reduce al ámbito académico, puesto que, los maestros también tienen la responsabilidad de formar en una concepción científica materialista dialéctica del mundo y su realidad circundante, una conciencia de clase que sirva a la humanidad, pueblos del mundo y proletariado por ser última clase de la historia y clase dirigente. También debe esforzarse al máximo por formar en principios directrices, valores éticos, morales y cívicos en sus estudiantes, inculcando en ellos el compromiso con la historia y sus perspectivas de encumbramiento como ser humano.
En un mundo marcado por el desmoronamiento de la sociedad capitalista y su fase terminal, prevalece la incertidumbre y la complejidad, por lo que los maestros desempeñan un papel crucial en la formación de seres humanos íntegros, capaces de contribuir a la construcción de una sociedad nueva, justa, equitativa y sostenible.
Los maestros no solo son transmisores de conocimiento y formadores de valores, sino también motores de cambio e innovación. Su capacidad para inspirar, motivar y desafiar a sus estudiantes los convierte en agentes irreemplazables para la transformación social y el desarrollo sostenible. Así, los maestros deben estar a la vanguardia de los cambios y procesos de transformación, adaptando su estilo de vida, trabajo y sus métodos de enseñanza a las nuevas necesidades y desafíos, incorporando tecnologías y recursos innovadores, y esforzándose por promover una educación integral que prepare a las nuevas generaciones para los desafíos del presente y futuro. No soslayemos que la actual educación capitalista decadente refleja la ruina de la sociedad, por consiguiente, deforma conciencialmente a las personas amputándoles de una concepción científica del mundo, deshumaniza y aliena a los educandos, impide la formación crítica reflexiva, transformadora y reflexiva de los estudiantes, exacerba el individualismo, egoísmo y competitividad, anula la rebeldía y compromiso inherente al ser humano eminentemente social, ejerce mayor manipulación, idiotización y control social al individuo pensante y operante, justifica y reproduce las desigualdades económicas y sociales y con ella la destrucción de la naturaleza y las fuerzas productivas humanas, forma tecnócratas sumisos y autómatas para el mercado, etc. En suma, devasta la integridad y esencia del ser humano.
Más allá de su formación holística, convicciones y compromisos, conocimientos y habilidades pedagógicas, los maestros son ejemplos y fuentes de inspiración para sus estudiantes. Su pasión por la enseñanza, su compromiso con la educación y su dedicación al bienestar de sus educandos -como parte de la humanidad y pueblos- dejan una huella imborrable en el desarrollo personal y profesional de las generaciones del presente y futuras.
Los maestros tienen la capacidad de transformar vidas, encender sueños y despertar el potencial de cada estudiante, incluso de un grupo o colectivo humano, de una clase social, de un pueblo. Su labor es invaluable en la construcción de un futuro justo en el inexorable caminar de la humanidad. Los maestros son guías, facilitadores del aprendizaje, forjadores de valores, motores de cambio e inspiración para las nuevas generaciones. Su compromiso con la educación científica y su vocación por el servicio a los demás los convierten en sujetos claves en la construcción de un futuro justo. Actualmente, la humanidad y pueblos del mundo claman verdaderos maestros como los forjados por la gran ley de la lucha de clases en los siglos XIX y XX, principalmente.
El maestro ha sido históricamente una figura central en la transmisión del conocimiento y la formación de individuos capaces de contribuir al desarrollo de la sociedad en el marco del progreso histórico. En el contexto de la educación alternativa, popular y revolucionaria, su papel se amplifica aún más, pues se convierte en un artífice que impulsa el progreso y el bienestar de la humanidad.
Más allá de sus palabras y enseñanzas, el maestro integro es un ejemplo vivo de compromiso social, lucha por la justicia y se entrega a la causa transformadora de las injustas estructuras que viabilizan todo tipo de injusticias, desigualdades y crueldades. Su actitud inspiradora y su entrega incondicional a la transformación social motivan a sus estudiantes y a las comunidades en las que se desenvuelve.
Alex A. Chamán Portugal es Profesor universitario y Activista Social