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Mónica Velásquez Guzmán

1.

Ahí

en el aire profundo del vacío

tu cuerpo en el fondo de la tierra

ese vértigo es un rito antiguo

salta el paso hacia ti

como a tu tumba

una costilla

encuentra su par bajo los escombros

por encima del olor indefinible

los líquidos de un cuerpo

se reúnen, se reconocen

empiezan a tocarse…

(De Tres nombres para un lugar)

2.

Desde las fosas comunes

las desaparecidas, las borradas

las amadas del desamor

las que enterraste dentro de ti

las de tu propio cementerio

empiezan una canción

tal vez un brazo alcance su mano

la reconozca suya

tal vez estén fundando un idioma

tal vez ordenen su cuerpo, su alma

tal vez

dicen…

(De Tres nombres para un lugar)

Tu gemelo está en un dios que no viste

en un amor que dejaste olvidado

en las opciones

en otra forma de vivir

en todo lo que callas

tu gemelo canta desde tu niñez

te cuida como al más solo de sus hijos

te va siguiendo los pasos

y recoge a diario lo que queda de tu sombra

sabe tus transformaciones

no se parece a ti aun con tu misma cara

tu gemelo es el que quieres

el que pudiste

el que dejaste de ser

tu gemelo duerme a tu costado sin decir palabra

su nombre es el nombre que pondrás a tu hijo

sin saber que lo convocas

que también le sigues los pasos

entregándote sin peros

a las almas de doble filo

(De Fronteras de doble filo)

Siete maneras de decir el dolor

Posibilidad 1

Hoy quisiera, Mónica, enfermarte larga, mortalmente,

sacarte lejos del mundo, convaleciente:

distanciar del cuerpo su llanto, su sudor solitario

de manera que todo quede, ahora sí, bien vacío

y ser un desierto rencoroso resuelto a envenenarse de sed.

Quiero hoy quebrarte un hueso imprescindible

esparcir las astillas de la estructura fundamental

que implores ayuda y extiendas anchas las manos

y no tengas pasos ni pies para darlos.

Quiero una úlcera que cuente de tu furia

músculos torpes pidiendo a gritos

abrazos que no han de venir

epilepsias que transparenten tu confusión

tu dificultad para contenerte

insomnio eterno para salvarte de los sueños

que anuncian cuando alguien va a morir.

Ningún consuelo, eso quiero darte,

para hacer visible tu necesidad de otro

para que te vean dolerte, partirte en pedazos y se sepa

y te sepulten, te lloren, te perdonen

aunque a nadie salve tu muerte,

el viento aleje tu nombre, todo sea casi igual.

Hay demasiado peso en tu sombra

y yo quiero curarte, lenta, con mi saliva…

Quiero restablecerte la balanza aún sin par

murmurarte que no hace falta,

que no hace falta morir así.

(De El viento de los náufragos)

(De La poesía del siglo XX en Bolivia, Antología esencial, de Homero Carvalho, publicada por la prestigiosa Editorial Visor, de España, 2015, en su colección Estafeta del viento que reúne a antologías de todos los países de Iberoamérica y que ha permitido que Bolivia esté en la librerías y en las ferias internacionales del libro del mundo entero)



Mónica Velásquez Guzmán, (La Paz, Bolivia, 1972), es doctora en literatura hispanoamericana por el Colegio de México. Obtuvo una beca en el Internacional Writing Program en Iowa (1997). De los poetas de la generación de los setenta se destaca la figura de Mónica Velásquez, su trabajo poético es pulcro y su escritura busca la polifonía, para interpelarnos con los temas tan antiguos como la vida misma, pero de una manera más reflexiva, crítica y lúcida en este siglo de oscuridad.

Obra literaria

Ha publicado los poemarios Tres nombres para un lugar (1995); Fronteras de doble filo (1998); El viento de los náufragos (2005); Hija de Medea (2008 Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal) y La sed donde bebes (2011). Es editora de la Antología de poesía boliviana del siglo XX: Ordenar la danza (LOM Chile, 2004).



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