Por Sandro D. Velarde Vargas*
¿Qué es desarrollo?
Tratar de definir el desarrollo apartando la mirada de los diferentes modelos de desarrollo; posturas, compendios, conceptualizaciones y contextos históricos que a lo largo de las historias del desarrollo, entre fracasos y aciertos, se han presentado como teorías acabadas y aplicables para dar cuenta de las múltiples realidades y complejidades del tema, es un doble desafío.
Primero porque los diversos modelos de desarrollo exitosos o fallidos han sido parte de los procesos de construcción del llamado desarrollo de los pueblos y por lo tanto significaron el inicio del encuentro con la “modernidad”; y segundo porque explicar sin analizar los momentos etapas y los contextos en que fueron empleados seria pecar de ingenuidad al tratar de comprender los procesos de desarrollo apartándose de la historia y de las teorías del desarrollo.
Por esta razón en el presente análisis partiremos desde una mirada histórica, tratando de esclarecer los momentos en que emergen los modelos de desarrollo y los contextos en que se los aplicaron, analizando los problemas que afrontaron, para posteriormente tratar de ofrecer una definición acorde a las circunstancias de globalización económica y mundialización cultural de la que, queramos o no, formamos parte.
La “solidaridad” de los países desarrollados
El fin de la segunda guerra mundial y el triunfo de los aliados a la cabeza de los
Estados Unidos es el inició de la “bonanza económica” y la incorporación de un nuevo orden económico bajo la tuición de los “ganadores”.
Es la etapa en que se consolida la era de la victoria del derroche y la ampliación del consumo masivo. Los estadounidenses disfrutaban de la modernidad, del confort y la comodidad de la sobreproducción de bienes y servicios. “El producto de los países avanzados aumentó al 5% anual y el ingreso per cápita al 3.5%. La expansión se reflejó en condiciones generalizadas de pleno empleo, políticas sociales activas y elevación de las condiciones de vida, en un contexto de estabilidad de precios.
Al mismo tiempo, la avalancha de innovaciones en la microelectrónica, el dominio del átomo, la biología y el espacio exterior ampliaron las fronteras para procesar y trasmitir información…” (Ferrer, 1999: 69).
Además una vez terminada la “guerra caliente” se debía enfrentar la “guerra fría” conflicto ideológico entre el Este y el Oeste por la construcción de la hegemonía en el sur.
Uno de los componentes de la “batalla ideológica” era impedir que los países subdesarrollados sucumban al socialismo y para evitar esta “tragedia” se debía insuflar las magras economías de los países latinoamericanos con capital fresco, es decir, bajo los argumentos de la solidaridad y la política del buen vecino.
Se consideraba imprescindible y “urgente” la asistencia económica en base al fortalecimiento del capital. En 1945 nace la Asistencia Mundial al Desarrollo, se fundan el Fondo Monetario Internacional el Banco Mundial y las Naciones Unidas con sus agencias especializadas y de asesoramiento.
El presidente Harry Truman (1949) crea la ayuda bilateral al desarrollo. Este proyecto ordenador parte del supuesto que los países subdesarrollados deben esmerarse en imitar y aplicar modelos de desarrollo de los países ricos para de este modo alcanzar el desarrollo.
En ese contexto se entendía al desarrollo como “un proceso de extensión de modernas técnicas, capacidades y organización social, irradiado desde las sociedades industrializadas hacia los centros urbanos en los países periféricos y de estas áreas a las atrasadas zonas rurales” (Benavides, citado por Contreras 1999:278).
Según este enfoque, que conlleva una carga altamente desarrollista, el proceso de transformación de las sociedades arcaicas en sociedades modernas se centra en la incorporación inmediata de las innovaciones tecnológicas de occidente. De esta forma pasar del estado de tradición al estado de la modernización con el simple hecho de adoptar los procesos tecnológicos. “El desarrollo en consecuencia era orgánico, inmanente, dirigible, acumulativo, querido e irreversible. Este paradigma consideraba el desarrollo dentro de una perspectiva unilineal y evolutiva. Definía el subdesarrollo valiéndose de diferencias cuantitativas y observables entre países ricos y pobres y entre sectores tradicionales y modernos dentro las naciones pobres” Servaes, Citado por José Carlos Lozano Rendón, 1997:104).
El paradigma refleja claramente la mirada funcional, evolutiva y teleológica comparativa del desarrollo en función a logros materiales, técnicos e industriales y semejantes en términos de cultura, entre quienes más se aferraban a la “barbarie” y quienes más se acercaban a la “civilización” que en definitiva era el requisito para salir del subdesarrollo y optar por la modernidad.
Por otro lado dentro del ámbito comunicacional el investigador norteamericano Wilbur Schramm, uno de los autores más entusiastas en la incorporación de los medios de comunicación para el desarrollo, propone seis condiciones necesarias para integrar el proceso comunicativo al desarrollo:
- Las comunicaciones deben utilizarse para contribuir al sentido de nacionalidad.
- Las comunicaciones deben usarse como portavoz del planteamiento nacional.
- Las comunicaciones deben usarse para transmitir los conocimientos necesarios.
- Las comunicaciones deben usarse para expandir el mercado efectivo.
- A medida que se desarrolla el plan, las comunicaciones deben contribuir a preparar a la gente para el nuevo papel que le tocará cumplir.
- Las comunicaciones deben usarse para preparar a la gente a desempeñar su papel como nación entre otras naciones. (Schramm 1969).
En síntesis la comunicación y los medios deben servir para incorporar modelos de sociedad funcionales al sistema dominante. Como aparatos extensionistas con poderes y capacidades ilimitadas de generar efectos directos en las personas, preparando y capacitando a las mismas para enfrentar la nueva sociedad y el encuentro con el desarrollo.
Además llama la atención cuando el autor enfatiza su visión etnocéntrica del desarrollo cuando afirma: “En una generación durante la época de desarrollo acelerado, los ojos del hombre común deben elevarse desde su aldea hacia el mundo…” (Ibíd.)
Según Everett Rogers otro de los más destacados propulsores de la teoría de las innovaciones sostiene que la “modernización es el proceso por el cual los individuos modifican un estilo de vivir, aumentando su complejidad e inclinándose por los adelantos de la tecnología y los cambios rápidos, en tanto que desarrollo se entiende como un tipo de cambio social en el que se introduce nuevas ideas en el sistema, con el fin de producir elevaciones en los ingresos per cápita y mejores niveles de vida, por medios de producción más modernos y mejoras en la organización social” ( Rogers, citado por Benavides y Contreras: 26).
Es decir que los países subdesarrollados con identidades largas, tradiciones perennes y cosmovisiones distintas acerca de la organización social y el desarrollo debían modificar su estilo de vida (como lo hicieron casi todos los países que hoy en día forman parte de los deudores de una abultada deuda externa) alineándose a los postulados occidentales, aboliendo sus prácticas sociales en busca del huidizo desarrollo y la prometida modernidad.
De esta forma la modernización acelerada exigía múltiples transformaciones en el orden social político económico y cultural considerando que el subdesarrollo se debe fundamentalmente a las actitudes y formas de vidas rutinarias, tradicionales y atrasadas que impiden lograr el anhelado progreso.
En ese horizonte “las teorías de la modernización legitimaron una explicación etnocéntrica del subdesarrollo y otra eurocéntrica del desarrollo haciendo irreconciliable la relación entre sociedad tradicional y moderna; o – en los términos de los gestores de la propuesta – entre una cultura mágica, sacralizada, resistente al cambio, y otra abierta a las transformaciones institucionalizadas por los avatares de la ciencia y la tecnología.
Es una propuesta occidentalizante que valida la vieja noción del progreso o ‘civilización’, donde el arquetipo es el hombre moderno ilustrado, positivista” (Op.Cit., 279).
Con estas premisas y con el auge de los postulados funcionalistas que atribuyen a los medios de comunicación capacidades de generar efectos directos sobre las audiencias se apela a la incorporación de dichos medios de comunicación para crear la atmósfera necesaria al cambio, es decir que la comunicación se pone al servicio de los niveles de persuasión y racionalización de las actitudes con el fin de propagar los modelos de consumo. Preparando el terreno para la entrada triunfal de la modernidad.
Al respecto Wilbur Schramm sostiene que el uso de la comunicación es indispensable para consolidar los procesos de desarrollo afirmando que “la comunicación moderna debía ponerse al servicio del desarrollo de los países atrasados y que el creciente flujo de información sería un elemento importante para configurar un sentimiento nacionalista a favor del desarrollo” (Schramm, Wilbur. 1967: 67).
Por lo tanto, con la anexión de los “modernos” medios de comunicación se hacía posible reducir las brechas económicas a través de la incorporación de los procesos de información y difusión tecnológica.
En otras palabras y basándose en las investigaciones de la Mass Cominication Research con fuerte influencia conductista sobre el análisis funcional de la comunicación que hace referencia a las funciones del proceso comunicativo sostienen que dichas funciones tienen como misión la vigilancia o supervisión del entorno sobretodo informar sobre las bondades del desarrollo, la correlación de distintas partes de la sociedad en su respuesta al entorno o sea sugerencias de cómo reaccionar ante los acontecimientos, en este caso, la asimilación mágica de la modernidad y por último, la transmisión de la herencia social de una generación a la siguiente, es decir la capacidad de transmitir valores y comportamientos “civilizados” de una generación a otra, de este modo asegurar y garantizar a largo plazo la concientización de las “masas” subdesarrolladas sobre la importancia de los procesos de desarrollo.
A estos supuestos imperativos de la comunicación desde el enfoque de difusión de las innovaciones en la que se afirma que la comunicación per se pudiera generar desarrollo independientemente de las condiciones socioeconómicas y políticas Luis Ramiro Beltrán se pregunta:
“Si en efecto, la comunicación (en este caso, en la forma de difusión de innovaciones) es una fuerza tan poderosa y autónoma ¿para qué preocuparse mucho por la naturaleza de la sociedad? Si el desarrollo consiste esencialmente en generar más y mejores productos de manera que ‘todo el mundo’ pueda disponer de ellos, ¿para qué inquietarse por factores generales sociales, económicos, culturales y políticos? Si la tecnología es de por si tan buena que sólo necesita comunicarse a otras personas a fin de generar desarrollo ¿cuál es realmente la razón para mortificarse con cualesquiera variables que no sean las de comunicación? Finalmente, ¿por qué deberá la actual estructura social de Latinoamérica requerir modificaciones sustanciales? (Beltrán, 2000: 92)
De esta forma Beltrán refleja claramente que los procesos de desarrollo en base a un determinismo tecnológico no son suficientes para el logro de los objetivos de desarrollo y que la comunicación por sí misma no puede generar desarrollo independientemente de los procesos sociales, políticos económicos y culturales.
Más tarde el propio Everett M. Rogers uno de los propulsores de la teoría junto a Wilbur Schramm y Daniel Lerner, reconocerá que “(…) por lo general, los medios masivos de comunicación no son muy importantes, por lo menos directamente para el fomento del desarrollo socioeconómico”. (Ibíd.: 137).
De esta forma tanto los modelos de desarrollo así como los modelos comunicacionales son desmitificados por la corriente latinoamericana crítica y emergente
La teoría de la dependencia y el imperialismo cultural
La constatación de que los esfuerzos las técnicas y las estrategias para llevar el desarrollo y modernidad a los países del Tercer Mundo no tuvieron los resultados esperados concibió que pensadores latinoamericanos analizaran con profundidad los aspectos inmersos de dependencia en torno a la aplicación de las recomendaciones y de los usos de las innovaciones tecnológicas. Es decir las “bondades” del desarrollo foráneo.
Surgen propuestas para explicar la razón real del subdesarrollo que se debe según el punto de vista, de los representantes de la teoría de la dependencia (además cargado de una ideologización marxista debido al auge de las ideas de la Escuela Crítica de Frankfurt) a relaciones de dependencia económica política social y cultural que a lo largo de la historia han mantenido los países de la periferie o llamados satélites subdesarrollados frente al centro o países desarrollados. Donde las burguesías criollas (la mayoría de las veces con la capacidad de administrar el poder en cada país) establecieron el ambiente ideal para perpetuar los procesos de desarrollo acordes a los países industrializados.
Es la época del “destape” y la resistencia a las imposiciones desarrollistas y sobretodo – parece ser el avance más importante en las reivindicaciones tercermundistas de la década, en cuanto atención a sus demandas, con enorme rebeldía a las propuestas de los países industrializados- se unifican las exigencias en torno a sentar las bases de los nuevos ordenes mundiales como el de la Economía propuesto por el Movimiento de Países No Alineados a través del denominativo de Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) que denuncian “las condiciones injustas de intercambio a nivel internacional las que generan las grandes desigualdades y la falta de desarrollo” (Flores, 2002: 34).
Asimismo se registran reclamos acerca de las “reformas de las instituciones monetarias, transferencia real de recursos para financiar el desarrollo accesos a los mercados del Norte, transferencia de tecnología” (Mattelart, 1998:73) y sobretodo en la Declaración sobre el establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional realizada el 1 de Mayo de 1974 en Nueva York en su destacado punto 2 que dice:
“El actual orden económico internacional está en contradicción directa con la evolución de las relaciones políticas y económicas internacionales en el mundo contemporáneo.
Desde 1970, la economía mundial ha experimentado una serie de crisis graves que han tenido serias repercusiones, especialmente sobre los países en desarrollo a causa de su mayor vulnerabilidad, en general, a los impulsos económicos externos. Los países en desarrollo se han convertido en un factor poderoso que hace sentir su influencia en todas las esferas de la actividad internacional. Estos cambios irreversibles en la relación de fuerzas del mundo hacen que sea necesaria una participación activa, plena y en pie de igualdad de los países en desarrollo en la formulación y ejecución de todas las decisiones que interesan a la comunidad internacional” (Vera Méndez, Ernesto, 1999:8)
En el caso de la comunicación se propone un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NoII) que establece un flujo informacional y comunicacional más ecuánime, eliminando las desigualdades y desequilibrios en materia informativa y comunicacional. El planteamiento: la democratización de la comunicación.
Dentro los puntos más desacatos de los reclamos en materia comunicacional se pueden apreciar los siguientes:
- Los países industrializados controlan el flujo de la comunicación internacional a través de sus agencias informativas, discográficas, de exhibición de películas (gran mayoría de Hollywood) control de los satélites, programas de televisión etc.
- Se presenta un desnivel, un desequilibrio entre los países desarrollados y los no desarrollados.
- Existe una sobredimensión de los mensajes provenientes del norte (EEUU).
- Presentan noticias negativas de los países subdesarrollados, con imágenes de atraso, ignorancia, flojera, sociedades conflictivas y de inestabilidad, etc.
“Esta propuesta causa a lo largo de la década los debates más encendidos que se han producido en la historia. Porque la Asamblea General de la Naciones Unidas la hace suya y la pasa a la UNESCO, un organismo especializado en comunicación. La UNESCO la hace de plataforma para este debate mundial y se produce una confrontación, pero sin exageración, entre quienes pretenden perpetrar el régimen injusto, monopolista y conservador de la comunicación y quienes pretenden cambiarlo al servicio del pueblo, la reforma de la sociedad y la economía” (Beltrán Luis Ramiro, en Velarde Sandro, 1999: 117).
Este movimiento condujo a que a solicitud de los países miembros que conforman la UNESCO puedan sus expertos orientar, elaborar y formular políticas de comunicación en los distintos gobiernos y la responsabilidad recayó en Luis Ramiro Beltrán quien propone una definición coherente y equilibrada respecto a las normativas que se debe adoptar para una verdadera democratización de la comunicación. La misma afirma:
“Una Política Nacional de Comunicación es un conjunto integrado, explícito y duradero de políticas parciales de comunicación armonizadas en un cuerpo coherente de principios y normas dirigidas a guiar la conducta de las instituciones especializadas en el manejo del proceso general de comunicación en un país” (Schenkel, Peter,1981: 17).
El debate concilia la atención de los organismos informativos y sobre todo a los propietarios de medios de comunicación agrupados en la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) y la Asociación Interamericana de Radiodifusión (AIR) grupo de fuerte presión internacional que acusa a las Políticas Nacionales de Comunicación (PNC) de atentar contra la libertad de expresión y generar controles por parte de los estados a la libre circulación de información.
Todo este movimiento terminó con la aprobación de los documentos propuestos. Los económicos en la ONU y los comunicacionales e informativos en la UNESCO de los cuales ni uno de sus postulados jamás se han cumplido.
Por lo tanto podemos afirmar que la esperanza de semejante emprendimiento de lucha, dedicación y compromiso en torno a un equilibrio económico y comunicacional que pudiera haberse hecho efectivo cayó en saco roto por presiones políticas, boicots económicos hasta su silenciamiento con la salida de los EEUU de la UNESCO aduciendo que en dichas resoluciones se entremezclas posiciones políticas e ideológicas. Por lo tanto el triunfo académico y racional no pudo frente a la irracionalidad de la dependencia los negocios y el mercado.
¿Entonces a estas alturas como podemos entender al desarrollo?
Luego de este balance necesario para entender los caminos recorridos y las miradas al desarrollo desde distintas perspectivas conjuntamente las prácticas comunicacionales que han marcado los rumbos asumidos. Podemos intentar acercarnos a una definición que trate de reflejar el carácter integral de los procesos de desarrollo y esforzarse por comprenderlo.
En ese horizonte se debe des-centrar la mirada escisionista buscando niveles de inclusión de los protagonistas del desarrollo desde su propia diferencia sin moldes, recetas y cartografías acabadas y direccionadas. Buscando comprender las particularidades de la diversidad que caracterizan a nuestra sociedades abigarradas en una Construcción Social del Desarrollo con la capacidad de generar procesos de participación en la toma de decisiones y el rumbo que debemos enfrentar en los transcursos del desarrollo.
Se trata como manifiesta Fernando Calderón (…) “de institucionalizar colectivamente un valor común que suponga el derecho a tener derechos y responsabilidades, la igualdad en la toma de decisiones y la ampliación de opciones para que las sociedades decidan (…) por si mismas” (Calderón, Fernando, 1999: 47).
La construcción de consensos desde las subjetividades y los saberes socioculturales.
“Esto implica que los pobladores de un país determinado tienen que reconocerse necesariamente en primer lugar como ciudadanos, miembros de una comunidad política, capaces de ser actores conscientes (…), que cada vez se define más por el cambio constante y la incertidumbre” (ibid: 49).
Ya no se trata de seguir las teorías y los discursos que trataron de explicar el mundo desde posiciones políticas e ideológicas, sino de entender las nuevas y creativas formas de habitar lo moderno con la capacidad de comprender los tiempos histórico-culturales desde donde se hacen, deshacen y se re-hacen las culturas y lo cultural.
Entonces podemos hablar de los desarrollos en plural y no del desarrollo en singular. No existe un desarrollo afín a un modo de pensar global sin considerar tiempos distintos, espacios diferenciados e identidades dispersas entrelazados por los procesos de sobre-modernidad global y arcano modernidad-local que permiten un tránsito ambiguo de tiempos unas veces condensados otras veces acelerados. Enfrentar el desarrollo sin considerar los simbolismos, las prácticas culturales y las diásporas del ciudadano en su vida cotidiana es no comprender los procesos de construcción y producción simbólica y de sentido de los actores de desarrollo: los ciudadanos.
¿Cuáles son las posibilidades y restricciones de la comunicación para el desarrollo boliviano?
Quisiera partir desechando la concepción que hegemónicamente ha encerrado a la comunicación como sinónimo de medios de comunicación. Concepto, que por cierto, ha marcado una larga tradición en las investigaciones de la comunicación en general, hasta los análisis de la comunicación para el desarrollo en particular.
Más bien me gustaría partir de la premisa de Jesús Martín-Barbero la cual afirma que: para el análisis de la comunicación y sus procesos debemos comprender a la comunicación ya no como asunto de medios y entender la cultura como espacio de identidades.
Entonces comprender la comunicación ya no para el desarrollo sino La Acción Comunicativa de Desarrollo.
Es decir tratar de mirar la comunicación desde donde se la produce y se le otorga sentido. Un proceso complejo y contradictorio donde se articulan las subjetividades -lo abigarrado- que trata de definir “una condición de sobreposición de diversos tipos de sociedad que coexisten de manera desarticulada (…)” (Tapia, Luis 1994: 10).
Hilvanados entre los procesos de entrada y salida de la modernidad sin reflejarse en ese orden pero del cual habitan y le dan forma. Desde su abigarramiento, es decir desde su habitus1 propio.
Entonces esa capacidad comunicativa es la fuente suprema que posibilita accionar y construir comunicación de desarrollo participativa “dialógica” (Beltrán) lo que da una gran posibilidad de construir comunicación y desarrollo desde las practicas.
Esta posibilidad comunicativa permite dar cuenta de las múltiples y variadas formas comunicativas que se presentan para articularlas al desarrollo: primero comprender estas prácticas comunicativas y estos procesos de construcción de identidades para entender y enfrentar los procesos de desarrollo.
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De Sola Pool, Toffler, Vattimo, Negroponte, Fukuyama, Schramm, Lerner; autores que con buenos ojos a la sociedad cableada, afirman los grandes beneficios económicos, sociales y culturales, que esta época nos puede traer, incluso el alejamiento del atraso y la postergación.
En cambió las miradas críticas y el análisis de las nuevas tecnologías de la comunicación, sobre todo del lado del subdesarrollado, se las ha auscultado con cierta agudeza y desconfianza.
1 “El habitus, como lo caracteriza Pierre Bordieu, son disposiciones adquiridas socialmente estructuradas, permanentes, depositadas y transferibles que escapan a la conciencia.
Uno de los aspectos más relevantes y lucidos de estas investigaciones enmarcadas en el análisis crítico es el relacionado con la llamada “brecha digital”, el desequilibro tecnológico, la entrada de las autopistas de la información y la amenaza de homogenización occidental de las culturas; resumidas en las posibilidades de acceso a la información y dependencia tecnológica entre los llamados info-ricos e info-pobres.
Entre nuevas tecnologías y viejos dominios
Este confuso y acelerado desembarco de las Nuevas Tecnologías en los mares del ciberespacio tercermundista ha sorprendido a los Estados-Nación; principalmente en el ámbito de los negocios y del intercambio comercial. Basados fundamentalmente en el tráfico mundial de bienes, la expansión del capital y los recursos financieros a escala planetaria. De los cuales muy pocos Estados-nación han logrado navegar hacia buen puerto, es decir, remar hacia el logro del desarrollo prometido.
La desregulación de las estructuras jurídicas, sociales y económicas trajo consigo el derrumbamiento del modelo Estatal-capitalista. La liberación de las estructuras y el libre comercio dio paso a la ola de privatizaciones con el fin de desarrollar la competencia en el gran mercado mundial y a gran escala. De ahí que los servicios de comunicaciones y telecomunicaciones de la gran mayoría de los países del tercer mundo fueron los primeros en ser puestos en venta. Este fue el principio del colapso económico generalizado en gran parte de las economías latinoamericanas del que aún no logran recuperarse.
Por otro lado se encuentra “el peso de la deuda externa (que) ha devaluado las políticas públicas, mientras la perspectiva de un Tratado de Libre Comercio de escala regional dejaría apenas la ventaja comparativa de la mano de obra barata y el fluctuante suministro de materias primas y productos agropecuarios, con precios decrecientes y limitados por el proteccionismo comercial” (Gonzales, Manet, 1998).
Esto se lo puede evidenciar con la cantidad de bolivianos que solicitan visas para salir al extranjero en búsqueda de mejores reconocimientos económicos a su trabajo meramente manual. El caso de la venta del Gas, a precios irrisorios, afirma nuestra clara condición de país exportador de materias primas subordinado a los precios imperativos del mercado.
En síntesis las viejas estructuras de dominación se rearticulan rápidamente en esta nueva configuración; donde el intercambio económico y simbólico parecen ser los códigos (password) de acceso a la aldea global. No contar con el ID y la contraseña significa estar el margen de la nueva lengua tecnológica-comercial. Y en el caso del tercer mundo las condiciones parecen no mejorar.
La diferencia entre quienes tienen acceso a las nuevas tecnologías o Tecnologías de la Información y la Comunicaron (Tic’s) es abismal. Veamos algunos datos:
América Latina: Distribución de sitios por país
País Porcentaje
Brasil 55%
México 12%
Argentina 10%
Chile 9%
Venezuela 4%
Colombia 2%
Perú 2%
Bolivia 1%
Otros 5%
Fuente: Internic (ICANN). www.nic.co. LACNIC, assignments statistics (citado por Ancízar Narváez M.)
Los porcentajes reflejan el desequilibrio abismal en que se encuentra casi todos los países latinoamericanos donde Bolivia cuenta con el 1% de sitios de Internet de una población donde el analfabetismo, el hambre y la desocupación alcanzan niveles de desesperación, aún no superados.
Por lo tanto es necesario y urgente nivelar o rectificar los desequilibrios y desigualdades económicas sociales y tecnológicas para reducir las brechas que la expansión económica de la sobremodernidad deja a su paso.
La cumbre mundial sobre la sociedad de la información
Con la participación de Jefes de Estado, representantes oficiales, y por primera vez la sociedad civil representada, del 10 al 12 de Diciembre de 2003 se realizó la Cumbre Mundial Sobre la Sociedad de la Información, en Ginebra Suiza. Este evento fue organizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) a encargo de la ONU. En esta primera etapa (la segunda cumbre se la realizara en noviembre este año en Túnez) adoptó una Declaración de principios y un Plan de Acción que reflejan las políticas de administración global de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Tic´s).
El trascendental evento reflejó, una vez más, el amplio dominio de los países industrializados y la imposición de sus principios normas y planes de acción, aunque la cumbre haya parecido participativa y solidaria, los países pobres no lograron salir satisfactoriamente de este encuentro. Debido fundamentalmente a que no se logró el pedido de reducir la “brecha digital” con la solicitud para que se haga efectivo un aporte económico de los países desarrollados para el desarrollo de las Tic´s en los países pobres y el segundo aspecto importante quien debe “gobernar” Internet.
Es decir que al igual que en la década de los ´70 se impuso los intereses de los países desarrollados en desmedro de los llamados “en desarrollo”. Estos países ricos “ya beneficiarios de las revoluciones industriales precedentes, agrava la que se denomina la ‘fractura digital’, ese abismo que se abre entre los bien provistos en tecnologías de la información y los mucho más numerosos desprovistos de ellas. Dos cifras condensan la injusticia: el 19% de los habitantes de la Tierra representan el 91% de los usuarios de internet. La brecha digital redobla y acentúa la tradicional brecha Norte-Sur, así como la desigualdad entre ricos y pobres: recordemos que el 20% de la población de los países ricos dispone del 85% del ingreso mundial. Si nada se hace, la explosión de las nuevas tecnologías cibernéticas desconectará definitivamente a los habitantes de los países menos adelantados (…)” (Ramonet, Ignacio: Le Monde Diplomatique, año II número 16, La Paz, enero 2004)
Esta larga cita del investigador y periodista español refleja claramente que el horizonte que se nos presenta a los países dependientes no parece ser halagüeño toda vez que ésta explosión de nuevas tecnologías sólo se da a nivel del Norte (EEUU) y parte de Europa creando una nueva denominación en el ámbito de la llamada Sociedad de la Información, esta nueva dualidad se traduce en lo que se ha dado en llamar los países conectados y los no conectados es decir, quienes tienen acceso a las nuevas tecnologías y al desarrollo y los que están condenados a “desenchufe” la pobreza y el marginamiento.
Este nuevo Orden Internet no sólo es la tenencia de tecnología “soporte duro” software satélites, etc. Sino también se refleja en el dominio de los sitios Web por parte de los países desarrollados. Para muestra un botón “según el estudio de Lawrence y Gil (los buscadores de páginas webs) tienden a indexar con mucha más frecuencia las páginas que están en Estados Unidos que las que no lo están. Es decir que, no sólo la cantidad de sitios norteamericanos (72% según activmedia) con respecto a los del resto del mundo es mucho mayor, sino también que los sitios no norteamericanos son más difíciles de encontrar (…) “SIRI, Laura. 2000. 24)
A manera de conclusión
Es difícil, a estas alturas, cuando las nuevas tecnologías y las estructuras de poder que las manejan todavía no han dado la cara íntegramente, a pesar de su trasfondo netamente económico, evaluar si son buenas o malas en este momento no veo como lo más importante.
Lo que sí es importante es que las Ntic`s llegaron para quedarse y sean estas buenas o malas están con nosotros y debemos a aprender a convivir con ellas.
- El desarrollo de las políticas públicas en torno al uso racional de las nuevas tecnologías es determinante en los países en desarrollo.
- Se debe desarrollar conceptos y usos primordiales de las Tic`s en función al desarrollo.
- La comunicación no puede estar al margen del proyecto de desarrollo sino más bien debe traducirse como un espacio permanente de democratización.
- Se debe aprovechar al máximo los recursos técnicos y financieros y humanos para participar activamente de la promesas del mundo informatizado
- Se debe propiciar un dialogo intercultural donde las múltiples identidades y los saberes propios contribuyan a un desarrollo democrático con igualdad de condiciones.
- Se debe exigir por todos los medios que los países “post-industriales” aprueben el pedido de cuotas presupuestarias para el desarrollo de las nuevas tecnologías a este lado del mundo: es decir el SUR.
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*Docente en la Carrera de Comunicación de la UMSA