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Microrrelatos – Colección de literatura breve XLVII

Penélope

Maribel García Morales – Colombia

Con una renovada luz en sus ojos aprendieron a mirar su entorno, y con acuciosos detalles de cronista refirieron, censuraron y revelaron lo que el Gobierno encubría.

Ellas -custodias de la verdad y demiurgas de un país soñado- con sus hilos traducidos en tapices atraparon un cortejo de imágenes de pesadilla, calco de las visiones de la dictadura.

Décadas después, ante la nueva realidad, deshacen sus tejidos para comenzar de nuevo.

El asistente

Amalia Cordero – Cuba

Desde temprano me acompañaba. Se ha deslizado bajo mis sábanas varias veces. Me deprimía el castigo de congelar los párpados y hacer temblar las piernas. Dejé de temerle cuando descubrí que cada noche pernocta en muchas camas. Se ha vestido de ciudadano del mundo. Lo distingue un detalle: no abandona el equipaje. Caja de Pandora de la que asoman musas, metáforas, títulos y finales de novela y cuentos, en todos los idiomas, para poetas y escritores.

Una foto en el desván de una vieja casa

Rubén García García – México

—¡Eyy…! eyyyy, mírame. ¿Verdad que soy una niña sexi? Esta es la primera foto de tantas que me tomó; las últimas ya no pude verlas… ¿puedes imaginártelas? ¡Por favor…! por favor ayúdame.

De pesca

Manuela Vicente Fernández – España

Anoche soñé que me sumergía en un río desconocido y salía de nuevo a la superficie con un pescador en la palma de mi mano.

La culpa es de Cortázar

Marti Lelis – México

¡Casa tomada! ¡Qué horror! Debido a la continuidad de los parques la huida se le facilitó al asesino. Traumático: tan apacible el barrio, y ahora la noche boca arriba. Sospechosa, la señorita Cora. Después del crimen, la muy infame también extrajo el axolotl del acuario. A estas horas debe estar huyendo por la autopista del sur. Abominable, su historia para un bestiario, y sería el final del juego.

Octubre

Lester F. Ballester – Cuba

LOS VIAJEROS emprenden camino, cubiertos por el día y el clima de Cuba. Juntos, con los cañaverales a los lados del terraplén, avanzan hacia el antiguo refugio del central. Dicen que ya no hay amo del norte, ni capataz lamebotas. Esperan encontrar trabajo, pero no se ven macheteros, tampoco tractores en el sembrado, sólo una división de soldados rusos y un avión que cae prendido en llamas.

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