La oveja negra
Sara Coca – España
Pertenezco a un linaje de hechiceras que reniegan de mí. Lo sé porque las oigo murmurar en sueños. Desconozco cualquier fórmula para curar el mal de ojo o realizar conjuros que alivien dolores. Sin embargo, conservo infinidad de frascos, plantas de las que ignoro su naturaleza y hasta fotografías de gatos de otros tiempos.
A veces le doy vueltas a la idea de deshacerme de todo, venderlo o donarlo a algún museo de brujería. Pero cada vez que lo pienso, siento como si la criatura que me habita me clavara las uñas sin delicadeza.
Solo un cuerpo
Ildiko Nassr – Argentina
Sostiene el cuerpo tembloroso del colibrí. Atrapa los colores entre sus manos
hasta que el latido se detiene y todo se vuelve mustio.
Descartables
Carmen Nani – Argentina
Cuando se cansaba de algo, lo tiraba por encima de la tapia. Las sobras de la comida. La ropa que le iba quedando chica y hasta los cigarrillos a medio fumar. Un día se cansó de su marido. Cuando la vio salir, fumando, con la ropa que ella misma había desdeñado, y con su marido del brazo arreglado como un dandi, comprendió lo bien que le había venido todo a su vecina.
Venganza ardiente
Juan Jesús Martínez Reyes – Perú
Todo se derrumbó aquella tarde de otoño, cuando lo encontré con otra. Después, lo vi ardiendo desesperadamente en las calles.
Torres del silencio I
Nana Rodríguez Romero – Colombia
Entre atardecer y calicanto, los habitantes del silencio transitan escaleras sin fin, como en ese espacio escheriano donde no hay posibilidad para el encuentro. Hombres y mujeres en un presente continuo, sin palabras y sin gestos, bañados por la luz azul de sus plegarias.
Mientras mi pluma derrama su tinta, ellos levitan.