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Más pan y menos circo

—Soy el hombre más feliz del mundo.

—¿Has encontrado trabajo?

—No. Pero la selección sub-17 clasificó al Mundial.

Los populistas consideran que es necesario acabar con la democracia representativa, ya que esta dificulta la escenificación de su estrategia de “pan y circo”. El anterior diálogo es nada más que un ejemplo de lo que un gobierno de esas características hace para distraer a la población de temas fundamentales, mientras los gobernados se contentan con algo para comer y se entretienen con espectáculos frívolos. Y en una sociedad pseudodemocrática como la nuestra, lo que está pasando con la ciudadanía solo se puede entender como una nueva pandemia: la falta de ética, en tanto mientras la gente está embebida con el espectáculo, olvida sus problemas manteniéndose pasiva ante los abusos del poder. Este sistema populista nos está acostumbrando a una inanición de nuestra capacidad crítica, pero, a diferencia de lo que 100 a.C. decía Juvenal, el poeta (“este pueblo desde hace tiempo (…) solo desea con avidez pan y circo), nos están sosegando solo con circo, no con pan.

Esta estrategia (la de darle al pueblo pan y circo) viene del imperio romano, donde en algún momento imperaban la corrupción y la decadencia del sistema. Por tanto, para mimetizar el desbande contra la ética que reinaba en aquel tiempo, el emperador debía distraer la atención con el circo, los leones, etc. Así, el pueblo, conformista, le daba más valor a las burdas distracciones a cambio de un gobierno despreocupado por los verdaderos problemas que atravesaban.

Algo así sucede en Bolivia, con la diferencia de que estas tácticas van todavía más allá, porque se han ampliado a la totalidad del Estado en sus diferentes niveles. El país requiere la reforma de la desastrosa Constitución Política del Estado, nuevos Códigos de minería y metalurgia, nuevo Código de comercio, una Ley general del trabajo, una Ley marco de autonomías y otras más; necesita retomar el control de la galopante inflación que azota al país y tomar medidas para frenar la pérdida del poder adquisitivo de la moneda nacional, además de soluciones a la escasez de combustibles… Pero nada de eso ocurrirá con este régimen  ni con la Asamblea Legislativa con la composición que hoy tiene, cuyos miembros presentan proyectos de ley de declaración como patrimonio cultural a la ayahuasca, que, dicho sea de paso, es un brebaje que es el resultado de la combinación de dos plantas alcaloides y que provocan alucinaciones. El presidente Arce promulgó la ley que declara “patrimonio cultural e inmaterial del Estado Plurinacional de Bolivia a la ritualidad, música, danza, canto y vestimenta del Tapacayu Chiwu Huayño Qhata de la Anata de la marca Qaqachaca del municipio de Challapata”, que como trabalenguas puede generar más interés que provecho. Y como nos hallamos a pocos meses de las justas electorales, había que ser magnánimo con los mineros que son parte del gobierno, arrodillándose ante todas sus caprichosas peticiones.

Y a Andrónico Rodríguez se le están acabando sus viajes y patologías a los que no da tregua para evitar cualquier encuentro con su ex jefe. ¡Mucho circo!

La ciudadanía que tiene una lectura correcta del desastre económico y político de los últimos veinte años estuvo esperando, por justicia, la aprehensión de Evo Morales por los delitos vulgares en los que incurrió, aunque, consciente de que su persecución era una simulación para distraer la atención de los problemas mayúsculos del país, no contaba con que una jueza cruceña dejara sin efecto esa orden, de manera que el tirano ahora puede pasearse por todo el territorio y a nadie le extrañe que su inhabilitación expresa, aunque en mi opinión inconsulta, finalmente sea levantada, y además gane la Presidencia, favorecido por los circenses comportamientos de los candidatos opositores que se abrazan, se insultan, se reconcilian y finalmente rompen.

Todo contribuye a que el pueblo resignado observe el triste desempeño de sus autoridades, renunciando a sus verdaderos derechos a cambio de pobres “favores”, mientras el populismo endémico ha contagiado a algunos políticos de la “oposición”, que se esmeran en innovar de tanto en tanto su comedia. La gente no necesita circo, al menos no tanto. También requiere comer dignamente.

Augusto Vera Riveros es jurista y escritor

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