El título es malo, pero el título es de los mejores. Que se llame Rey de España es una pena para los que preferimos las repúblicas, pero que lo busquen los mejores del idioma y lo otorgue un jurado respetable lo convierte en uno de los títulos más honrosos que puede ganar un periodista. Que lo gane dos veces ya es abuso.
Roberto Navia se lo ganó dos veces porque sabe escribir. Parece una perogrullada; lo es y no lo es. Todos los periodistas escribimos; hay muy pocos que escriben. Roberto es uno de ellos: busca, averigua, piensa, y después compone sus textos como quien cincela un busto, quien dibuja un paisaje –con elegancia, con destreza, con un arte. Hacer periodismo tiene mérito; escribirlo te da esa distinción. Lo vengo sabiendo desde hace tiempo, cuando le dimos a su texto sobre las Tribus de la Inquisición un Premio Nacional Pedro Rivero Mercado. Y cada vez, en cada nota, Roberto no hace más que confirmarlo –y los premios, que no precisan reyes, lo confirman con él.