Los ciudadanos comunes e inclusive los que se precian de ser más informados no tenemos porqué saber en profundidad sobre política internacional ni de las corrientes, ni los factores que mueven en la actualidad el orden mundial. Los ciudadanos de a pie dejamos esa tarea a los eruditos y nuestras opiniones siempre se guían más por la intuición que por el gran conocimiento sobre el tema.
Cuando el Gobierno boliviano nos informó que se jugaría la última carta sobre el mar con una demanda ante La Haya, la mayoría de los bolivianos aceptamos porque la acción venía acompañada por la formación de un equipo jurídico de alto nivel, que tenía en su seno a renombrados profesionales internacionales que ayudarían a diseñar la estrategia, la aplicación, defensa y victoria de la misma. Como ocurre en estos casos, los ciudadanos, cual soldados que van a la guerra, siguen las instructivas del comando conjunto porque en ellos radica las estrategias y tácticas a aplicar para ganar la guerra.
El equipo jurídico, liderado por el presidente Evo Morales, estaba compuesto por los bolivianos Héctor Arce, Eduardo Rodríguez-Veltzé, David Choquehuanca, Fernando Huanacuni, Diego Pari, Juan Lanchipa, el coagente Sacha Llorenti Soliz y seis renombrados y carísimos abogados internacionales. Este equipo jurídico, del cual excluyeron a Carlos Mesa y Tuto Quiroga, se dice nos costó más de 75 millones de dólares y tuvo en sus manos la esperanza de más de 11 millones de bolivianos. Este era el comando conjunto que debería llevarnos a la victoria prometida.
Este equipo jurídico nos dijo que la estrategia era tan impecable y que la victoria estaba afianzada, aunque no fuera total, pero que ganaríamos. Nos dijeron que actas, memorándums, diálogos, declaraciones, encuentros, notas revérsales y demás acciones realizadas entre Bolivia y Chile, desde 1905 hasta 2013, le generaron a Chile, por promesa unilateral, la obligación de negociar con Bolivia un acceso soberano al Pacífico para Bolivia.
El derecho consuetudinario y los derechos expectaticios eran la base teórica de su planteamiento. Cinco años nos tuvieron en vilo y no se cansaban de decirnos que la victoria estaba a la vuelta de la esquina.
Sin embargo, este fatídico 1 de octubre de 2018, la CIJ, ya de entrada, en su segunda página determinó: “La Corte concluye que ninguno de los instrumentos mencionados anteriormente invocados por Bolivia establece una obligación de Chile de negociar el acceso soberano de Bolivia al Océano Pacífico”. Luego ir desbaratando, uno a uno, los ocho argumentos bolivianos. En la argumentación perdimos ocho a cero y en la votación de los jueces 12 a tres. Paliza total. Derrota que nos hizo retroceder 114 años.
El Presidente boliviano, en vez de gallarda y dignamente aceptar la derrota, ha preferido echar basura sobre la CIJ. Uno de los juristas internacionales del equipo boliviano, Antonio Remiro Brótons, muy suelto de cuerpo, expresó que la CIJ se ha portado muy conservadora en su fallo y que por ello ha desestimado la demanda boliviana.
Que los juristas internacionales nos vendan humo (falsas promesas) y estrategias supuestamente novedosas, están en su derecho; que los juristas internacionales hayan escogido a Bolivia como su conejillo de indias para aplicar sus “novedosos” instrumentos de derecho, es su negocio, porque ellos venden servicios al formar parte de ese grupo privilegiado de mercenarios del derecho internacional.
En ese sentido, lo humillante de todo este sainete es que las autoridades nacionales hubiesen caído como chorlitos ante estos encantadores de serpientes y vendedores de humo. Se compraron un cuento y nos lo vendieron.
Como es su costumbre en el manejo de la cosa pública nacional, me imagino que también creyeron que las relaciones internacionales las podían manejar con su método “yo le meto nomás”, “somos valientes” y “somos revolucionarios”. ¿A ese equipo jurídico le creyeron y nos hicieron creer que los argumentos de Bolivia, país pequeño y sin peso internacional determinante, cambiarían radicalmente el orden mundial al abrir la compuerta que rompería los débiles equilibrios limítrofes que hoy mantienen la paz mundial? ¿En eso consistía la innovación?
Nos usaron como conejillos de indias, nos vendieron humo y ahora quieren que nos fumemos ese humo. Esta acción gubernamental no sólo raya en la desidia, sino en sus ya acostumbrados engaños revolucionarios, pero de consecuencias muy profundas.