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Luis Rico y la historia del vinilo “rechazado” por Simón Reyes

Dennis Luizaga Portillo

Fue una visita casi familiar. En sólo dos días Luis Rico nos recibiría en su casa. Con ansias agendamos aquel encuentro y preparamos la colección de discos de vinilo que llevaríamos. Ese día caminamos casi dos kilómetros para llegar a su casa en San Pedro. Ahí, dentro de un garaje, don Luis abrió la puerta de su casa y de su vida, con un: «pasen, sean bienvenidos».

El largo callejón que nos llevó al interior estaba adornado de cerámica y plantas colgantes. Ni bien llegamos al patio, el maestro nos enseñó su último libro: ‘Testimonios con Guitarra’ que, con toda razón, adquirimos. Luego de hojearlo, ya en casa, encontré una cita que de alguna manera absolvió la duda que guardé por casi seis años.

Aquel día, en el domicilio de don Luis, luego de una explicación breve sobre los ambientes que recorrimos, nos mostró un pequeño cuarto donde estaban las obras de su hija. Orgulloso, hablaba de ese espacio ‘de memoria’, mencionaba cada uno de los textos y cuadros que expresaban diagramas de insectos y otros. Debido a mi falta de conocimiento en pintura no quise hacer un comentario desatinado.

Don Luis Rico comenzó a recordar grandes anécdotas de su adolescencia. Como buen tupiceño, se siente orgulloso de ser cantor y compositor. Ahí surgió nuestro primer comentario, que intentó comparar las jornadas electorales actuales con las de hace 20 o 30 años, “eran una fiesta democrática», dijimos. Don Luis miró a mi compañera Jenny Veliz y respondió: «hasta cierto punto estoy de acuerdo, pero no en eso que era mayor democracia». La cinta de la historia retrocedió para el músico y comenzó a relatar las experiencias que vivió en la denominada ‘masacre de San Juan’, las tristes elecciones empañadas por el golpe de Estado y las dificultades que siempre atravesó con los gobiernos de turno para consolidar su proyecto artístico. Él sueña con un “museo de artes” en San Pedro, su zona, su barrio. Al observar el interés que prestábamos a su relato, el anfitrión nos invitó a sentarnos en una de las bancas de su patio, de esas que vemos en plazas, otro de los objetos singulares que tiene el maestro. La jornada era agradable, pese a la ventisca y amenaza de lluvia.

¿Que si Evo Morales fue su amigo en algún momento? Don Luis recuerda con decepción que fue ese «amigo» quien quiso afectar a sus vecinos con la expropiación de terrenos de la cárcel de San Pedro. El conocido cantautor tenía la solución, hacer el museo pero sin reacondicionar la actual infraestructura. «No voy a ingresar con arte a un espacio que está manchado con la injusticia», afirmó con la seguridad que lo caracteriza.

Pertinente o no mi pregunta, quería saber cómo un cantor tupiceño logró involucrarse con los mineros y las conquistas sociales. Como respuesta nos ofreció un relato: «así de rápido te diré», masculló, mientras tomaba aire para comenzar su historia y recordó que fue invitado a participar en un evento musical con mineros en Huanuni, en 1967. Luego de quedarse unos días, se enteró de la masacre de San Juan, en la mina siglo XX. Ese episodio fatídico del 24 de junio de 1967, en el gobierno de René Barrientos, las fuerzas militares acabaron con al menos 20 personas en la localidad minera.

El acontecimiento llevó al maestro al centro minero a hacer un homenaje con canciones a las familias de las víctimas, junto a su grupo musical. Fue cuando conoció a Juan Lechín, Víctor López y Simón Reyes. Aquél entonces fue bautizado como el ‘cantor minero’, por aclamación. Los trabajadores del subsuelo se sentían identificados. A partir de ese período acompañó varios eventos de la Central Obrera Boliviana (COB).

Don Luis tuvo contacto con todos los presidentes que vio gobernar el país. Relató con decepción que no obtuvo apoyo de la Izquierda Unida, y luego de varios intentos en años, también optó por acercarse a la UDP, a don Jaime Paz, a quien llama «amigo» por la cercanía que tenía con el hermano de quien sería Presidente en 1989. Pero tampoco el líder del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) quiso ayudarlo, al contrario, le condicionó con que primero se registrara como militante para lograr atención del Gobierno; rechazó esa petición.

En un momento intenté lanzarle la pregunta que ganaba mi concentración, pero el maestro volvió a cautivarme con el relato sobre el mandato de Hugo Banzer Suarez (1971-1978). Rico recordó que participó de un evento organizado por los artistas. Aquella vez don ‘Pepe’ Murillo era el coordinador de sindicatos, delegado por el mismo Banzer. El objetivo era organizar la fiesta de cumpleaños del dictador y en el evento presentar la propuesta que por cada disco vendido se destine el 0,01 por ciento para apoyar a los artistas.

Don Luis dijo entonces que no estaba de acuerdo, pero sí participaría. Un allegado a Banzer, comunicador de esos tiempos, le advirtió al maestro: «¿no cantarás tus cancioncitas de guerrillero, no ve?». El tupiceño le dijo que no y preparó otro tema que decía en título: «a mi hijo». Luego de la interpretación, don Luis vio a Banzer secarse una lágrima y a sus ministros con expresiones de sorpresa, no sabían si callar o aplaudir. El misterio se debía a que el hijo de Banzer murió con un disparo en la boca, o eso se sospechaba con las autoridades de entonces. Al día siguiente, contó Rico, que se encontró con ‘Pepe’ Murillo, quien le increpó por la canción y don Luis le dijo: «¿al menos entregaron la propuesta del dinero para los artistas?», su amigo Murillo respondió: «no, nos habíamos olvidado», y desataron carcajadas.

Había transcurrido parte de la mañana. Don Luis nos invitó a pasar a su estudio de composición donde guarda varios instrumentos de todo tipo y tamaño, la razón fue porque comenzó una tenue llovizna. Nos explicó un poco sobre el contenido de su libro: ‘Testimonios con Guitarra’ y las anécdotas con el Gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS). Con mucha atención, y sin mirar la hora, escuchamos un episodio que nos llevó a 2005, antes de que Evo Morales gane las elecciones. Don Luis fue a cantar a pedido de un senador. Filemón Escobar fue quien llegó a su casa de San Pedro, a rogar para que vaya a un evento en el Chapare. “Don ‘Filipo’ siempre fue torpe y me decía: ‘oy, carajo, ¿cómo es? ¿Vas a ir o no?’”, relató el cantor minero.

El maestro tupiceño recordó que fue al evento de Morales y cuando llegó al escenario pidió que le avisen al futuro gobernante que había llegado. El todavía dirigente cocalero lo recibió y entre el abrazo le dijo al oído: «vas a tocar el pisa coca, ¿no ve? Nos has jodido con ese tema». Rico prometió todo su repertorio. Tras el show se quedó un día más a pedido del propio Morales, ahí el músico le planteó la idea de ‘hacer cultura’, o esa era su intención. El cocalero quiso hacer un festival en el Chapare, con varios conjuntos y por una semana. El acuerdo estaba garantizado, «yo tengo mucha plata», dijo y brindaron por el pacto. En eso se acercó una cholita muy simpática, contó don Luis y recordó cómo a tropezones intentó besarlo. Morales la agarró con furia y le dijo: «anda a dormir, estás borracha». «Esta mi chola viene aquí a hacer cosas, borracha», señaló el cocalero. Según el maestro; ella era Margarita Terán.

Días después, por televisión, don Luis escuchó que el MAS decidió devolver dinero a la extinta Corte Electoral, era el monto de las campañas políticas. «Hijo de su putísima madre», fue la reacción del maestro. Contó que su esposa le preguntó por la molestia, si era algo ejemplar, y dijo: «ese dinero que está devolviendo era para hacer ese festival del Chapare, ahora no tenemos dinero». Desde ese día no tuvo más acercamiento con el gobierno de Morales. “Ah, excepto en 2016, cuando se hizo el homenaje a la Marcha por la Vida en la localidad de Kalamarka” (la Marcha por la Vida sucedió entre el 21 y 28 de noviembre de 1986, con trabajadores mineros que reclamaron la pérdida de fuentes de trabajo). Don Luis fue invitado por la madre de Evaliz, la hija del entonces ya Presidente. Además, fue costeado por la alcaldesa de Oruro, Rossio Pimentel. El maestro quedó decepcionado al ver el “teatro de marcha” que hicieron los mineros, con Evo Morales a la cabeza, quien nunca participó de ese hecho histórico. No sólo eso. El cantante también tuvo un desaire con el Presidente por una paisana tupiceña que era maestra de ceremonias en aquel acto, y con quien tenía un lazo fraternal, pero Morales vio ese vínculo con celos, porque, aseguró don Luis, “le estaba echando el ojo a la cholita. Nos hemos ‘chunqueado’ y eso no le gustó».

Era el momento. Saqué de mi mochila dos discos de vinilo. El primero era el álbum: ‘Luis Rico’, que tiene un repertorio de lujo, y el segundo, un compilado especial de artistas para la Central Obrera Boliviana (COB), de 1986. Fue desde el 21 de noviembre de ese año, cuando partió la Marcha por la Vida en Oruro. El tupiceño accedió de inmediato a estampar su firma y escuchó con atención la historia del disco de la COB. El mito dice que era de don Simón Reyes, al ver el sello, me confirmó que sí. El maestro recordó a don Simón con emoción, tomo la placa de vinilo entre sus manos y derramó algunas lágrimas, ese momento nos conmovimos con mi compañera, Jenny. Don Luis alzó la cabeza y pidió por mejores días para el país. Le comenté que adquirí ese disco en la feria de El Alto, en 2014. Aquella vez el vendedor aseguró que fue de don Simón Reyes y estaba entre la basura que sacaron de las oficinas de la COB; ese vinilo no tiene fólder de portada. Al fin resolví mi duda.

El maestro me contó sobre la historia de ese disco, cuyo contenido grabó, en parte, en una presentación en el Teatro Al Aire Libre, la ocasión era la Marcha por la Vida. Rico pidió a don Juan Lechín que se haga un disco, pedido al que accedió el líder de la COB, pero quien se opuso fue don Simón Reyes, porque Nilo Soruco no estaba entre los artistas. Al final Lechín dio la orden y se hizo la grabación, todo daba a entender que don Simón se deshizo de su disco, el que ahora el propio Rico estaba autografiando.

Sobre ese vinilo, don Luis comentó que acudió al evento de la COB para cantar la canción: ‘Bailecito de Emergencia’. «Las mujeres de las minas que eran solo amas de casa, por las conquistas sociales, se han vuelto ‘armas de casa’», cantó ese pedazo de la canción y continuó: «yo siempre estuve en contra del machismo del minero, llegan borrachos, las pegan a sus mujeres, se las culean y las hacen hacer hijos». Quedé asombrado con esa idea pero eso fue lo que cantó don Luis ante miles de mineros, que no sabían si aplaudir o quedarse callados. Rico le dijo a don Juan Lechín que ese era su aporte contra el machismo de su gente. No reaccionó mal el dirigente, quien sí lo hizo fue Domitila Chungara, ya que lo increpó: «cómo vas a decir que somos ‘armas’ de casa», él le explicó que esa era su manera de expresar su rechazo al abuso que cometían sus maridos; ella entendió y lo abrazó. Ese fragmento también está reflejado en el libro que el maestro estrenó.

Muchas historias revivieron aquel día en la memoria de don Luis. Después de 130 minutos de disfrutar de su compañía, nos despedimos, no sin antes recibir su firma en el libro que contiene cientos de anécdotas. Al final cantó su última composición: ‘No dejes que me vaya de Bolivia’.

Hasta la próxima visita maestro, don Luis Rico…

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