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¡Los periódicos, Presidenta!

Los periódicos bolivianos representados por la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) enviaron a la presidenta Jeanine Áñez una carta en la que le alertan de su colapso financiero en pocas semanas. El Gobierno se dejó esperar pero respondió, finalmente, con una invitación para reunirse y conversar. La primera mandataria debe estar consciente de lo que representaría el cierre de los medios de comunicación escritos; es decir, de la pérdida del registro cotidiano de las noticias por parte de esos medios y de las graves consecuencias que esto supondría para la memoria histórica del país.

Por lo pronto, con la cuarentena, en un hecho inédito en la historia nacional, los diarios impresos han dejado de ser tales para convertirse en semanarios. La Presidenta ya sabe, por la carta de la ANP, que las ediciones en papel equivalen al 95 por ciento de la fuente económica de subsistencia de los periódicos. Y que detrás de estos hay más de un millar de trabajadores formales, con empleo directo, y centenares de familias que dependen de la cadena de producción de estas publicaciones de manera indirecta.

La Presidenta conoce también la función social que cumple un periódico, cualquiera sea, en todo el mundo, más aún en tiempos de crisis políticas, económicas y de salud pública como la que vivimos actualmente por la pandemia del coronavirus. Sabe, por supuesto, que en la era de la posverdad, la descontrolada proliferación de noticias falsas en las redes sociales constituye un serio peligro para las democracias.

Sobre todo hoy, la información es un bien preciado, indispensable para la gente y, sin exagerar, una de las mayores riquezas de la humanidad, que está cada vez más empobrecida y, lógicamente, confundida en el maremágnum de la era digital. Por eso el mundo necesita de información responsable para no caer presa de la vorágine de noticias malintencionadas que se difunden cada segundo en internet.

La Presidenta lo sabe. Sabe de lo necesario que es un periodismo que oriente con honestidad y profesionalidad para llevar certidumbre a una población desorientada, precisamente, por las famosas “fake news”. Que no es congruente prescindir de la poca información en la que todavía pueden confiar los bolivianos; un respaldo a los medios escritos más importantes del país que ha sido refrendado en los últimos días.

La respuesta del público a las ediciones semanales de los principales periódicos de Bolivia ha sido conmovedora. Quienes tuvimos la dicha de salir a vender ejemplares experimentamos —tal como los canillitas y sus familias lo vinieron sintiendo a diario y desde el alba durante semanas completas— la sensación inigualable de conocer en persona a los lectores y de percibir su felicidad reflejada en una sonrisa de agradecimiento por tener de nuevo en sus manos ese objeto de papel que les dará la tranquilidad de estar bien informados.

La Presidenta conoce de la importancia de las tradiciones y costumbres en nuestro país. Lo vive día a día cuando tiene la oportunidad de recorrer esta diversa nación y entonces advierte cómo buena parte de la sobrevivencia de una inmensa cantidad de bolivianos se sustenta en el pasado, en la herencia de prácticas culturales muchas veces sencillas pero —finalmente— significativas para su vida individual y familiar.

Uno de esos hábitos es el momento de la lectura del periódico impreso.

Una amiga, removiendo sus recuerdos más nostálgicos, me contó de la costumbre instituida por sus padres de compartir en familia las diferentes secciones del querido Correo del Sur a la hora del desayuno, todas las mañanas, durante décadas, hasta que el diario de la capital tuvo que dejar de circular por el acatamiento de las empresas periodísticas a la cuarentena nacional.

La Presidenta sabe lo que representa la añoranza en un país generalmente pobre, sin otro alimento para el alma que el de las alegrías diminutas, esas que solo se nutren de la memoria o del simple recuerdo —como el de mi amiga— de rutinas sanas como la del papá, la mamá o los abuelos mojando la yema de sus dedos antes de pasar las hojas de su periódico de toda la vida.

La Presidenta ya está enterada de la herida abierta en los periódicos; sabe que se ha ahondado a un punto insostenible ahora, con la nueva crisis, tras aquella otra de octubre y noviembre pero que en realidad fue provocada desde que el anterior gobierno les declaró la guerra económica. Estoy seguro de que no los dejará morir, porque sabe que son garantía de información seria y confiable. En aras de la salud de la democracia. Por responsabilidad con el país y con todos los bolivianos.

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