Cuando el gobierno nacional anunció que daría un mensaje, generó en la ciudadanía expectativa, habida cuenta de la grave crisis por la que atraviesa el país. Arce Catacora, nos dejó con sabor a poco.
Si el presidente pretendía tranquilizar a los bolivianos tomando decisiones de estado en temas delicados, su mensaje fue un fracaso, sembró más dudas que certezas.
Empero, si dicho mensaje es analizado no como un acto aislado del gobierno presionado por las circunstancias sino como parte de una estrategia en vistas a la reproducción del poder, se podría concluir de una manera diferente.
Arce Catacora estuvo rodeado de sus ministros, todos con trajes desprolijos más que informales, parecían que los arrancaron de sus dulces sueños, tal vez, por eso tenían miradas ausentes como si los temas anunciados no les importaran, al finalizar su alocución le otorgaron un opaco aplauso que retumbó en la soledad de semejante espacio, la foto fue más importante que lo dicho.
Mostrar a sus ministros reunidos más no cohesionados, en torno al presidente, parecía una respuesta y un desmentido a los chismes del evismo sobre las intimidades del arcismo.
Los diez puntos anunciados no son de fondo son puras medidas administrativas que bien pudieron ser anunciadas por cualquier instancia media del gobierno. Arce Catacora optó por la alharaca y como siempre sin ningún sentido autocritico de su responsabilidad, no abandonó su retórica confrontacional que identifica al enemigo político como el culpable de todo y advirtió que existen sectores que quieren convulsionar al país.
Sin inmutarse, anuncia que mantendrá la subvención a los hidrocarburos, que no devaluará el boliviano, que la falta de dólares es un artificio creado por la no aprobación de empréstitos en el parlamento, agrega, que no renunciará, y para concluir, deja de ser presidente y habla como candidato al acusar a sus pares opositores de hipócritas y doble discurso. No da respuesta a las exigencias ciudadanas ni transmite la decisión de enfrentar la crisis generalizada.
Como Arce Catacora y su entorno han tomado la decisión de promover su candidatura, que es una locura porque en un evento electoral más o menos transparente recibiría una paliza histórica, nos deja la duda de ¿que es lo que los induce a insistir en una candidatura en estas condiciones? Sólo y únicamente su afán de reproducirse en el poder a cualquier costo.
Vistas las cosas de esta manera la crisis les beneficia, es parte de una estrategia perversa, que tiene varios escalones, primero, de tanto golpear al pueblo muchos sectores cansados de los agravios son domésticados y caen en la resignación afirmando de qué las cosas no cambiarán de rumbo como sucede en Cuba,
Nicaragua y Venezuela, que han demostrado tener la capacidad de utilizar a su favor las debacles económicas, políticas y sociales, segundo, la crisis, se debe a las acciones de sus enemigos políticos que deben pagar con encarcelamientos y sanciones extralegales. Tercero, deben dar una imagen de que son democráticos convocando a elecciones en las que el voto envilecido y las urnas fraudulentas les garantizarán su permanencia en el poder, sin embargo si la ciudadanía indignada termina rebelándose como sucedió el 2016 o el 2019, al no contar con una conducción política será vulnerable.
Finalmente, al victimizarse a la par que alimentan la crisis, suponen que unos meses antes de las elecciones, se probarán los créditos en el parlamento y conseguirán algún colchón adicional que les permitirá sobrevivir hasta el día de la elección, con lo que las victimas se transformarán en salvadores que supieron confrontar todas las penurias y ataques.
Finalmente sin todo esto no se cumple, les queda todavía la estrategia a lo Maduro, en la que si pierden abrumadoramente en las urnas, no importa no abandonaran el poder.
Suponer que la candidatura de Arce Catacora, se someterá a las reglas de juego democráticas y respetará la voluntad ciudadana, es otorgarle un manto de pureza y eximirlo de sus responsabilidades liberándolo del manejo abusivo manejo económico como ministro y como presidente que permitió la instalación de una dictadura que seguimos sufriéndola los bolivianos.
Todo esto, es el deseo del arcismo, que subestima una posible respuesta ciudadana que ha aprendido de los sucesos del pasado y tratará de no repetir los errores, olvidan que Bolivia tiene sus propias particularidades que impedirán la aplicación de recetas, tenemos una larga tradición de lucha que ahora esta al frente del autoritarismo masista.
Las colas en busca de carburantes, la subida de precios de la canasta familiar, el freno a la actividad productiva por la ineptitud del gobierno y los anuncios de movilizaciones de varios sectores, se tornan explosivas.
Calcularon mal, todo esta en su contra, pese a sus deseos, se aproxima su derrota que puede ser histórica.
Si solo habría una pequeña conducción política esto seria diferente.
Sucre, 16 de marzo de 2025