De: Miguel Sánchez-Ostiz / Inmediaciones
Y recordando de paso al escocés Hume, hombre de buen humor, cuando habla de desapego porque a no otra cosa induce ese baile de titulares, el minué de los barbis en el tablado de la vida guapa, de la que peroren o dejen de perorar son unos profesionales, no como tú. No es desinterés, sino distancia, necesaria, para no ahogarte en la ciénaga diaria. Sus agobios, si es que los tienen, no son los tuyos; su patria no es la tuya ni por asomo, si hasta parece mentira que la lengua del bando de guerra hecho catecismo y el viva la muerte sea la misma que la de la noche oscura de Juan de Yepes; sus furias virtuosas te son ajenas, sus virtudes públicas suenan a encubrimiento de vicios privados, sus libertades a apretar a correr cuanto más lejos mejor, y cuando piden puntilla y descabello, tú encoges de manera instintiva el pescuezo, y cuando les oyes pedir calabozo y luego cárcel, cuanta más mejor, ves que no piden justicia, sino venganza, escarmiento… y que nadie se salga del patriótico rebaño visto como una alegre galopada de mavericks.
