“A poco que nos adentremos en nuestras páginas vivientes, observaremos una humanidad continuamente desangrada y herida, temerosa a más no poder, que tiene las cicatrices del dolor y de la incertidumbre a flor de piel, lo que le impide ganar confianza y conquistar afectos”.
El buen lector es un buen autor y hace un sensato volumen, con su lenguaje vivencial y su expresión compasiva. La vida que, en el fondo es un libro abierto, continúa escribiéndose; ya sea con gestos concretos de amor, o con gestas cabales de diálogo, que son el mejor testimonio existencial de nuestro peregrinar por aquí abajo. La misión está en hacer camino, en colaborar y en cooperar con los andares vivientes, en ocasiones hasta de modo invisible, pero que siempre esté nuestra mano extendida hacia los más necesitados, llevándoles la ternura y el aliento necesario para subsistir, sin ahorcarse. En efecto, estoy convencido que un poco de consuelo alienta más que el alimento y fortalece mejor que un etéreo aire en los desaires.
Las desatenciones están de moda. Tengamos en cuenta, que cada día son más las personas que abandonan sus pueblos de origen, debido a los altos niveles de inseguridad o amenazas, con ataques específicos contra ellos y sus familiares, lo que nos demanda trabajar unidos en respuesta a esta crisis humanitaria. Sólo hay que bucear por el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y ver que se registró entre enero y marzo de 2023, el primer trimestre más mortífero documentado desde 2017. Esto nos requiere despertar, responder y que no se normalicen estas muertes. Comencemos a través de acciones específicas, para desmantelar las redes delictivas de contrabando, enjuiciando a los responsables de lucrarse con la desesperación de los migrantes refugiados, facilitando viajes peligrosos.
En el fondo, claro está en mayor o en menor medida, todos somos culpables de esta realidad. Sea como fuere, tampoco podemos continuar con un corazón cerrado, hemos de abrirlo a la llamada de aplacamiento y generosidad, saliendo de nosotros mismos, en busca de la fuerza sanadora del corazón. A poco que nos adentremos en nuestras páginas vivientes, observaremos una humanidad continuamente desangrada y herida, temerosa a más no poder, que tiene las cicatrices del dolor y de la incertidumbre a flor de piel, lo que le impide ganar confianza y conquistar afectos. A los pies de este bochorno, nuestra primera tarea ha de ser de auxilio y ayuda, si en verdad queremos liberarnos como linaje de todas las pobrezas que nos ahogan y de tantas formas de esclavitud que nos afligen. No olvidemos que cada día es único, también cada pulso, así como cada caminante, que inquiere algo en ruta. Seguramente, desea volver a reencontrarse en la poesía. Quizás sueñe con ser verso, algo que lleva impreso en el alma y que lo vive, cada cual a su modo y manera.
Desde luego, no es de recibo continuar con un interior empedrado, deshumanizándonos por completo. Dejar a la deriva o devolver al mar las balsas cargadas de personas, sin ningún respeto por sus vidas, es una inhumanidad que nos deja sin palabras. Así no podemos escribir nuestra historia. Tenemos que cultivar otro espíritu más solidario, con un pulso más abierto y paciente, que plante la compasión y el silencio, junto a la disposición del abrazo permanente sin pretender nada a cambio. Por otra parte, propiciemos el encuentro, germinará la paz que no divide sino que une, la quietud que no nos deja solos, sino que nos hace sentirnos acompañados y acogidos. Tampoco nos rindamos ante las adversidades y contra la galopante desigualdad, reevaluemos los sistema educativos, hagámoslos más accesibles y encaminados a la reconciliación y al compañerismo.
Sin duda, el objeto más preciado es la concordia entre creador y descifrador, así como la unión entre comunidades y países, dando de este modo un impulso hacia la afirmación del valor universal de la dignidad y de sus derechos, bajo un horizonte de respeto y sobre una perspectiva de justicia para toda persona y sociedad. Está visto que si el exceso de rigidez produce rencor, también la abundancia de inacción debilita la autoridad. Hemos de saber, que en el equilibro mora la virtud. Por eso, casi siempre el momento preciso es el mejor ensayista. Continuamente, suele atinar con un final perfecto. Vuelvan, por consiguiente, a la mente los vocablos repletos de significados. Son tan significantes las expresiones, que nos orientan el camino a seguir. Naturalmente, la mayor negación debe ser la de empuñar las armas, mientras hemos de reafirmamos en el cultivo del amor de amar amor, para hermanarnos. Al fin y al cabo, abrigados en la gloria de esta sana conjugación, tomaremos conciencia de conciliar hasta lo irreconciliable. Experimentémoslo como causante y ejecutor.