Hace unos días, el periodista Marco Zelaya tuiteó que “sólo en Bolivia puede ser posible que Rodrigo sea un caballo de Troya primero para la derecha y ahora para la izquierda…”. Es cierto. Pues hasta antes del 19 de octubre, pero sobre todo hasta antes del 17 de agosto, muchos hubieran jurado que Rodrigo, hijo de un expresidente (Jaime Paz Zamora) y sobrino-nieto de otro expresidente (Víctor Paz Estenssoro), estaba aglutinando a toda la izquierda, tanto a la vieja (el mirismo) como a la que gobernó (destruyó) Bolivia estos últimos 20 años… Aquel mismo periodista cuyo tuit transcribimos creía que la fórmula Rodrigo Paz-Edman Lara sería el “neomasismo”.
Había decenas, centenas o miles de tuiteros que opinaban algo similar. No obstante, analistas, periodistas de opinión, políticos, gente del común y hasta los mismos adversarios del PDC, es decir los postulantes de la Alianza Libre, quedaron gratamente sorprendidos cuando, una vez se supo quién gobernará Bolivia los próximos cinco años, el hijo del Gallo, Rodrigo, comenzó a verter declaraciones democráticas y de libertad, o en todo caso muy poco próximas a lo que es y representa la izquierda en la región y en muchos lugares del mundo. Las felicitaciones de gobiernos de países como EEUU o Argentina o de líderes demócratas como María Corina Machado reforzaron las palabras de Rodrigo, quien comenzó a granjearse la confianza de muchos que, hastiados del populismo azul, habían votado por una derecha más radical: por Tuto.
Sin embargo, aquellos temores de que Rodrigo hubiera estado aglutinando a los izquierdistas, que de economía saben poco, pero demostraron ser expertos en robar, tampoco eran muy infundados que digamos, pues ciertamente el candidato presidencial se mostraba cauto o tibio cuando se le preguntaba sobre Evo Morales o cuando se le preguntaba si estaba más hacia la izquierda o más hacia la derecha. Mientras eso sucedía, Tuto (o su estratega de campaña) creía que podía capitalizar a los descontentos con la tibieza radicalizando su discurso contra Evo y los masistas. Entonces Evo, seguramente en busca de hallar su impunidad o por lo menos al presidente menos hostil, se mostró condescendiente con la candidatura del PDC, en la que había un expolicía que siempre evadía cuando se le preguntaba qué haría su gobierno con el expresidente de Orinoca que está acusado de embarazar a menores de edad.
Empero, tanto Evo como sus fieles seguidores se dieron cuenta de que el tiro se les había salido por la culata cuando Rodrigo comenzó a acercarse a Trump y Marco Rubio y luego la ALBA (aquella organización internacional que reúne a países con gobiernos antidemocráticos) suspendió a Bolivia y, sobre todo, a insinuar un posible retorno de la DEA, el cual, de hacerse realidad, pondría contra las cuerdas al levantisco Morales, hoy con una orden de aprehensión y arrinconado en el Chapare. En cierto sentido, podría decirse que a Lara también se le salió el tiro por la culata, pues el excapitán, que aportó tantísimos votos a la fórmula cristiana, se debió dar cuenta de que su jefe nunca tuvo intenciones de proteger al cocalero que gobernó Bolivia por 14 años.
Temo que los progresistas (o los “progres”, como les dicen) tampoco están llorando de felicidad…: Rodrigo cree en la familia, en Dios y en la patria, y lo dice constantemente.
Lo que deseo expresar en este modesto artículo es esto mismo que, aunque con un lenguaje vulgar y una redacción defectuosa, tuiteó el exdiputado Amilcar Barral el 25 de octubre: “Estoy mal o el RODRIGO se los mamó a tod@s Lara incluido? [sic]”. En efecto: Rodrigo, con una campaña modesta y poco visible en redes, sin escenarios a lo Ibiza, sin propaganda en medios tradicionales y con unos eslóganes tibios pero astutos, actuó como un gran político que olfatea, calcula y actúa en consecuencia… para ganar el poder. Es muy posible que su éxito electoral no se deba a él solamente, ni al trabajo en redes sociales de su hija solamente, sino —y sobre todo diría yo— a los hilos que deben estar moviendo tras bambalinas los viejos miristas de los 80 y 90, que en estas lides no son precisamente ineptos. El diablo sabe más por viejo que por diablo… Así, la experiencia en cancha vale más, mucho más que unos cartones universitarios de marketing electoral de las mejores universidades o que un costoso estratega electoral traído de afuera.
En todo caso, las señales pos-19 de octubre que ha ido dando Rodrigo han sido positivas hasta ahora (al menos para quienes creemos en la democracia, en el orden, en la ley y en Dios). Su equipo económico, por otra parte, es de primer nivel, lo cual ya es una garantía, no solo por sus credenciales intelectuales, sino también por la línea política que tiene.
No obstante, aquí cabe un gran pero. Uno de los versos más sabios de la Biblia dice: “Por sus frutos los conocerán”. Y es que las palabras pueden soportarlo todo; otra cosa son los hechos, las acciones. Hasta aquí, todo ha sido palabra. Pero la palabra cobra vida cuando se transforma en hecho. Y yo espero que eso mismo suceda con el gobierno de Rodrigo Paz.
Ignacio Vera de Rada es politólogo y comunicador social
 
         
 
                         
	 
                  
                




