El pasado fin de semana se reportó que dos médicos estaban en terapia intensiva por un virus desconocido. Desde ese momento se desató el pánico en la gente a raíz de la falta de información precisa y la circulación de las noticias falsas (Fake news).
Entre los cambios que arrastraron las redes sociales, en el escenario informativo, se encuentran las noticias falsas que aprovechan diferentes contextos para influenciar en la gente de una u otra manera. Esta problemática se ha convertido en un peligro para la credibilidad de los medios que en más de na oportunidad reportan hechos falsos como verdaderos. Y, es que, en estos tiempos, la verificación de los datos es un paso que no se puede omitir en las salas de redacción.
Como ejemplos podemos citar, fácilmente, el caso de la banda Poopó o la famosa carta de renuncia del ex vocero de Comunidad Ciudadana (CC), Diego Ayo. Hechos que lograron engañar la perspicacia de los medios.
Sin embargo, considero que las fake news entran a jugar un rol malintencionado cuando se provechan de casos delicados como la salud para sembrar temor en la gente. Pero, este tipo de situaciones no tendrían lugar si existiría información oficial adecuada. Tuvo que transcurrir casi una semana para que las instancias de salud dieran un diagnóstico preliminar señalando que se trata de un arenavirus. El resto de los informes se limita a decir que “todo está controlado” y que la gente no tiene por qué preocuparse.
Los datos abiertos y la información transparente son un lujo en Bolivia, algo que en temas de salud solo incrementan la especulación. En este sentido, urge que los medios de comunicación refuercen sus instancias de control de datos para evitar contribuir a la desinformación, pero la queda la gran cuestionante: ¿Están preparados para este nuevo escenario?
Por otra parte, es necesario que la sociedad reflexione sobre el daño que puede causar el compartir una noticia falsa y asuma un rol activo ante esta problemática.