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Lactancia y Trabajo: Dos realidades de la mujer madre en un mercado laboral insensible.

Melissa Algarañaz

La cuarentena, con todos los efectos negativos para la sociedad en el mundo, trajo una oportunidad singular por la que seguramente muchos lactantes tienen la buena suerte de tener una madre asalariada que, además de estar en casa, está conservando su empleo.

La situación descrita es, quizá, la mayor bendición que está dejando esta pandemia; bebés lactantes que están gozando de sus madres en casa desde mediados de marzo. Y es que la lactancia materna va mucho más allá de ser un simple alimento para el lactante: Según la “Liga Internacional de la Leche[1]” es contención emocional, calor, seguridad psicológica y afectiva para el bebé que naturalmente, tendrá repercusiones futuras positivas en los niños que ahora pueden gozar de la compañía de su madre a tiempo completo.

Sin embargo, la sociedad boliviana obliga a las madres a elegir entre el trabajo o su familia. Cuando el trabajo es la única forma de conseguir recursos para alimentar a los niños, la madre elige el trabajo y tapa como puede los agujeros emocionales causados por su ausencia; la urgencia de calmar el hambre sustituye a la importancia de acurrucarse junto a su criatura mientras lo amamanta.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF[2], durante la primera infancia (que comprende desde el embarazo hasta los 3 años) los niños necesitan nutrición, protección, y estimulación para que su cerebro se desarrolle correctamente: durante esta fase, el cerebro infantil desarrollará conexiones neuronales a un ritmo acelerado que nunca más en la vida se ha de repetir. En ese contexto, UNICEF sintetiza la información en tres datos importantes:

  • Más del 80% del cerebro del bebé se forma antes de los tres años.
  • Hasta un 75% de cada comida sirve para desarrollar el cerebro del bebé.
  • Jugar 15 minutos con el bebé puede desencadenar miles de conexiones neuronales.

La UNICEF señala también que son los niños más pobres quienes tienen menos posibilidades de recibir los elementos necesarios para lograr un desarrollo saludable, lo cual repercute en los ingresos económicos de cada país: El desarrollo temprano deficiente tiene incidencias negativas en la posibilidad de generar ingresos en la edad adulta, disminuyéndolos en aproximadamente una cuarta parte. Según esta institución, para que los niños alcancen un adecuado desarrollo durante la primera infancia, es importante que se impulsen políticas favorables a las familias y se brinde entornos que les permita seguir adelante, pues la entidad señala que “por cada dólar invertido en el desarrollo del niño en la primera infancia, podemos obtener un rendimiento de hasta 13 dólares”, lo que permitiría ampliar la igualdad de oportunidades y poner fin a la pobreza extrema.

A pesar de ello, la sociedad boliviana y el “mercado” laboral adolecen de una ceguera que impide advertir que el bienestar de la madre es imprescindible para el bienestar de los niños, y que este último condiciona la calidad de los futuros adultos que conformarán la sociedad, del mismo modo que el bienestar o no de nuestras madres tuvo capital importancia para la sociedad en la que hoy vivimos. En lugar de establecer políticas tendientes a satisfacer las necesidades de la niñez, el entorno laboral martiriza a las madres y con ellas a los niños.

Una muestra ilustrativa de radica en que la legislación laboral en Bolivia no ha previsto, por ejemplo, la posibilidad de que la madre pueda asistir al trabajo a tiempo parcial, compartir el trabajo con otro empleado o reincorporarse gradualmente a sus funciones; vulnerando así los derechos del lactante y de la mujer que debe conciliar el trabajo con su rol materno.

Por otra parte, son muy pocas las instituciones y empresas que cumplen el mandato emergente del artículo 62 de la Ley General del Trabajo, que es el de acondicionar ambientes como salas de lactancia cuando se tiene más de 50 funcionarios. Pero además, la posibilidad de un embarazo y las implicaciones laborales que ello tendría, sumado a la falta de consciencia sobre la importancia de la lactancia materna en el entorno laboral, repercute negativamente en las mujeres y convierte el ejercicio de un derecho tan elemental como la hora de lactancia en una herramienta para ejercer la violencia: con frecuencia, las madres prefieren no hacer uso de este derecho para evitar un clima hostil en el trabajo, donde tanto los superiores como los colegas se permiten licencias morales para sobrecargar a la mujer que tiene el valor de solicitar el cumplimiento de ley a la hora de lactancia. 

En la ciudad de Sucre, el maltrato laboral a las mujeres es tan grande, que una trabajadora del hogar que recibe el salario mínimo de ley debiera considerarse “afortunada” por tener la suerte de que la Ley sea respetada, y mejor ni hablar del gozo de la baja por maternidad. En similar escenario, en los municipios del departamento anidó la costumbre de realizar contratos de personal para tareas propias de la institución, bajo la modalidad de “consultor en línea” (que son servicios de especialidad), evadiendo así el pago de beneficios sociales tales como vacación, aguinaldo, seguro de salud, etc.

Berta (nombre ficticio) es solo uno de los ejemplos que ilustran lo arriba expuesto: Trabaja hace ya tres años como cocinera de un internado escolar en su municipio, bajo la modalidad de consultoría en línea. “En un principio, dice, ganaba 900 bs. Eso fue el 2018 cuando hubo doble aguinaldo, pero a mí no me pagaron ni uno.” Su jornada empieza a las 05:30, cuando debe preparar el desayuno, y concluye con la cena para los miembros del internado que entre varones y mujeres son más de 70. Además, el sábado debe hacer limpieza y de acuerdo a turno con el encargado, los domingos se hace el pan para toda la semana. La necesidad por ser recontratada era más grande que cualquier aguinaldo, doble o simple. A partir de allí, le renovaron el contrato cada tres meses, con leves aumentos. En la actualidad, recibe un salario mensual de 1500 bs., “Pero ya me han dicho que este mes (mayo) es el último. No sé que haré ya sin trabajo”. Berta tiene 4 hijos, de los cuales la menor aún es lactante. Consultada sobre la posibilidad de demandar el pago de beneficios sociales, responde con un rotundo NO. “Quiero vivir en paz, y que mis wawas estén tranquilos”, señala. La experiencia le ha mostrado cómo les va a quienes demandan a su municipio.

La contratación de consultores de línea, es en realidad es una forma descarada de explotación que se agrava en el caso de la mujer que hace de portera, cocinera, etc. y que termina cumpliendo funciones en jornadas extenuantes que bordean la esclavitud; en muchos casos el sueldo percibido ni siquiera se ajusta al salario mínimo nacional.  Si para una persona sin hijos esto ya es arbitrario, presenta un escenario aún más crudo para las madres que deben postergar las necesidades afectivas de sus hijos por cumplir con exigencias abusivas de un empleo que, sin embargo, le permite asegurar en alguna medida la subsistencia de su familia. Estos abusos son perpetrados impune y descaradamente por alcaldes y colaboradores gracias al desconocimiento de los derechos laborales que tienen las víctimas.

Peor aún, existen mujeres que, conociendo la posibilidad de demandar el respeto a sus derechos laborales, desisten de esa pretensión porque en los municipios pequeños las autoridades ediles (que han sido promovidos por organizaciones sociales sindicalizadas) gozan del apoyo de una estructura que hostigará y lapidará, –con la complicidad de población-, a quien se atreva a demandar el pago de los beneficios sociales.

En un Estado que ha previsto el deber de precautelar el interés superior de la niña, el niño y adolescente en el artículo 65 de la norma fundamental (léase Constitución) es inaceptable que no exista políticas públicas tendientes a concientizar sobre la importancia que tiene para el bienestar común el respeto a los derechos de la madre y del niño, porque en la medida en que los menores tengan una infancia feliz, se está construyendo la sociedad feliz (o no) del mañana.


[1] Liga Internacional de la Leche, en línea. Disponible en <<https://www.llli.org/espanol/>> Acceso 27/05/2020.

[2] Con información tomada de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF (por sus siglas en inglés). En línea, disponible en <<https://www.unicef.org/es/desarrollo-de-la-primera-infancia>> Acceso 26/05/2020.

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