Luis Rodolfo Mamani Condori
La festividad de Navidad empieza a cobrar vida en este día de diciembre. El ambiente es cálido, pese al clima frío. Voy a la Feria 16 de Julio de la ciudad de El Alto, donde se puede encontrar absolutamente de todo los jueves y domingos, días en que se despliega esta feria, la más grande de Bolivia. Sin embargo, pese a las ofertas, el comercio aún espera el acostumbrado alboroto y la alta demanda que suelen acaparar los comercios del lugar.
En un recorrido por las calles de este singular comercio, espero encontrar las ofertas de la temporada y ver los puestos de juguetes abarrotados con niños alborotados.
Al llegar a la plaza Libertad, lugar céntrico de la feria, en uno y otro lado encontré al menos seis puestos de venta con ofertas navideñas. Todos están alrededor de la plaza y tienen las luces navideñas encendidas, lo que resulta mucho más atractivo para la población. En estos puntos de venta se ofrecen también adornos navideños y árboles tradicionales.
Sin embargo, noto que todos están vacíos, con muy pocos clientes y con aún menos gente comprando regalos, o que se acerquen a preguntar los costos y aprecien las novedades
Ropa en vez de juguetes.
Los comerciantes, al ser consultados, comentaron que los precios de los arbolitos varían según el tamaño, por ejemplo, el más pequeño está a 180 bolivianos, el mediano, 230, y el más grande se vende a 300. El paquete de esferas para adornarlos, tiene un precio de 95 bolivianos.
En el camino hacia la plaza Ballivián el panorama es similar, aunque en este caso, por la falta de ofertas navideñas, en cambio hacia la Plaza de la Libertad, se ve la alta demanda por adquirir ropa y abrigos, artículos que llegarían a ser mucho más esenciales en esta época en que se siente más el frío por la lluvia.
Me sorprendió ver que quienes hacían estas compras eran padres y madres que buscaban ropa, no para ellos, sino más bien para sus niños pequeños, aparentemente, en vez de juguetes para los regalos en este mes de la navidad.
Y es que además de no existir demanda de la población en los puestos que venden adornos, lo que reduce sus ventas, tampoco se ve gente en los puestos que ofrecen juguetes para los más pequeños, como era evidente en años anteriores.
Tal vez a la espera del pago de aguinaldos o de una mejora económica del país, ante la aún sostenida crisis económica que derivó en el encarecimiento de muchos productos, el comercio sale con sus ofertas evidentemente afectado por la situación.
En mi recorrido, también pude ver una gran variedad de gorros navideños, con sus formas características, como los que tienen orejas de elfo, pero estos ya no atraen a la gente como antes. Cuando pregunté ¿a cuánto cuesta?, la señorita me contestó amablemente que los precios están entre 15 y 25 bolivianos, y uno más elaborado está a 35.
Al menos en este gran mercado paceño en donde se instalan los puestos de venta desde muy temprano y donde el movimiento no se detiene hasta caer la tarde, la navidad aún se deja esperar, mientras que los negocios, las calles y los hogares empiezan a iluminarse con los destellos que unen a la familia.
