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La moral en el Partido Comunista del Perú (PCP)

Alex A. Chamán Portugal

Referirse a la moral comunista en el PCP nos lleva necesariamente a ver cómo esta se fue forjando a lo largo de su historia, es decir, desde la fundación en octubre de 1928, luego el periodo de abandono de la Línea Política General establecida por José Carlos Mariátegui, el largo proceso de la Reconstitución durante las décadas de 1960 y 1970 hasta arribar al inicio y desarrollo de la lucha armada.

En este marco, destaquemos lo que plantea el fundador del PCP, José C. Mariátegui[1] quien en su texto Defensa del Marxismo, sostuvo: “La función ética de socialismo (…) debe ser buscada (…) en la creación de una moral de productores por el propio proceso de la lucha anticapitalista”.[2] Así, Mariátegui, nos precisa que la moral de la clase obrera es expresión de sus anhelos revolucionarios, y que al mismo tiempo eleva su acción revolucionara e impulsa su realización.

Ser militante en un partido es resultado de una decisión enteramente libre, consciente y voluntaria, directamente involucrada con la actitud moral que el individuo asume, la misma que se refrenda en la posición de clase, por ende expresa un elevado grado de desarrollo de la conciencia moral de clase que impulsa a ser parte activa de la lucha por transformar el caduco orden vigente. Consiguientemente, implica una gran ruptura con el viejo mundo y sus correspondientes implicancias, involucra la disposición a transformarse, a renacer, a ser instrumento de los intereses del Proletariado, por lo que su vida le deja de pertenecer, pertenece a la organización de vanguardia, a la organización más elevada de la clase obrera, al Partido Comunista. En consecuencia, conlleva decidirse a vivir de otra manera, a la manera de la clase obrera, ser comunista es una forma de vida y para toda la vida. Se trata de pensar y obrar esencialmente de manera justa y correcta.

Respecto al rol moral de la clase obrera en la historia de la humanidad, en el proceso de la lucha de clases, Mariátegui va a precisar: «La ética del socialismo se forma en la lucha de clases. Para que el proletariado cumpla, en el progreso moral, su misión histórica, es necesario que adquiera conciencia previa de su interés de clase, pero el interés de clase; por sí solo, no basta»,[3] de ahí que «la lucha por el socialismo eleva a los obreros, que con extrema energía y absoluta convicción toman parte en ella».[4] Desde luego Mariátegui pone, como corresponde, el énfasis en la convicción revolucionaria, en el papel preponderante que juega en el movimiento socialista. Esa convicción, esa creencia ha de fortificarse con el sufrimiento contenido, con la exasperación para alcanzar el valor en la lucha y la inspiración en la defensa política.

Asumir una actitud contraria significa que «El trabajador, indiferente a la lucha de clases, contento con su tenor de vida, satisfecho de su bienestar material, podrá llegar a una mediocre moral burguesa, pero no alcanzará jamás a elevarse a una ética socialista».[5]

En consecuencia, hablar de moral comunista en el PCP es hablar de la moral de los militantes del PCP a lo largo de todo el proceso de su larga existencia, la brega de los comunistas durante el proceso de Constitución, la brega de los comunistas por retomar el camino de Mariátegui, la brega por su Reconstitución, la lucha en la preparación, inicio y desarrollo de la Guerra Popular y también en la actual IV Etapa. Todo ello permite dejar bien en claro cómo el PCP estuvo y está, en todo momento, a la altura de las más complicadas circunstancias. La claridad ideológica y política, así como la templanza de su jefatura, sus dirigentes, cuadros y militantes reflejan su condición de comunistas o en proceso de forjarse. En suma, llevan “el alma a tiempo”, habría que agregar el “alma roja” pues le pertenece a la clase, guiados por el ¡Servir al pueblo de todo corazón con desinterés absoluto!

El Dr. Abimael Guzmán Reynoso, el más grande comunista viviente en la faz de la tierra, en una conferencia, dictada en 1968, en la Universidad San Cristóbal de Huamanga de Ayacucho – Perú, precisó: «En Mariátegui hay que ver al hombre de acción. Cuando Mariátegui asumía una tarea, la cumplía, la ejecutaba y cuando tocaba el problema  particular, de su salud, de su familia, ponía familia y problemas  tras sus tareas. Mariátegui era muy consecuente, sacrificó todo a su obra porque comprendía esto, porque era combatiente, el que no es combatiente no es marxista-leninista».[6] Destacando como corresponde la abnegada labor de Mariátegui, como altísimo exponente de la moral comunista, se pone de manifiesto el significado de la misma, la fuerza transformadora consciente que permite la plena entrega a la causa comunista, la subordinación total del accionar del individuo a los intereses del colectivo. En otras palabras, la voluntad de  transformarse en hombre de nuevo tipo poniéndose al servicio del Partido y la revolución. La dimensión histórica del proceso político de Mariátegui, define su entrega comunista y deviene en uno de los más elevados ejemplos para los militantes del PCP.

Mariátegui acerca de la actitud del combatiente revolucionario afirmaba: «el héroe llega siempre ensangrentado y desgarrado a su meta: sólo a este precio alcanza la plenitud de su heroísmo».[7] Todo en la vida tiene un costo, y magistralmente agrega, «Hoy como ayer, no se puede cambiar un orden político sin hombres resueltos a resistir la cárcel o el destierro; y, para un revolucionario, una prisión es simplemente un accidente de trabajo».[8]

A pocos meses del Inicio de la Lucha Armada (ILA): el Comité Central del PCP, en su Conferencia Nacional Ampliada, del 3 de diciembre de 1979, planteó como expresión de la moral proletaria: «Tenemos mentes claras, voluntad resuelta y pasión inextinguible y la imaginación revolucionaria coadyuva a fortalecer el alma».[9] Esta trilogía sintetiza el armazón con la que se afirma y potencia la convicción comunista en el PCP, y asumiendo una «decisión histórica» se resolvió poner la vida al servicio de la lucha armada y  comenzar el «socavamiento de los muros» de la vieja sociedad que debe ser demolida.

A escasos días del Inicio de la Lucha Armada (ILA), el PCP en su I Escuela Militar, postuló: «seremos protagonistas de la historia, conscientes, organizados, armados y así habrá la gran ruptura y seremos hacedores del amanecer definitivo».[10] En esta parte se destaca el compromiso, el reto como iniciadores de la lucha armada y sobresale la mística, la convicción, en suma, la moral comunista en el seno del Partido, alimentada y fortalecida en el largo proceso de años de guerra Popular, en la aplicación de la Línea Política General del Partido y su centro la Línea Militar, a través de Planes de Desarrollo Estratégico y Planes Militares, todo ello se expresó como una altísima moral que permitió enfrentar las durísimas condiciones de la guerra popular y enfrentar los sucesivos baños de sangre que la reacción llevó adelante mediante el terror blanco.

Ciertamente, a pocos meses del ILA, el PCP declaró: «Larga ha de ser pero fructífera; cruenta ha de ser pero brillante, dura ha de ser pero vigorosa y omnipotente. Se ha dicho que con fusiles se transforma el mundo, ya lo estamos haciendo. De la boca de los fusiles todo habrá de salir, ya lo estamos viendo y más aún lo veremos conforme se desarrolle laguerra popular».[11] Desde un primer momento el PCP se preocupó por nutrir la moral, el alma, más aún, en circunstancias de guerra cruenta.

Ante la interrogante ¿en qué se sustenta la moral comunista del PCP? Precisamente esa es la cuestión de fondo, y cómo es que se expresa en la conducta de los prisioneros de guerra, como sujetos del proceso revolucionario.

El Dr. Guzmán, en la Entrevista del Siglo, afirmó: «La fortaleza de los militantes del Partido realmente se sustenta en que los militantes abrazan la ideología del proletariado y su especificación, el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo, el programa y la línea política general y su centro la línea militar. A partir de esto se desarrolla la fortaleza de la militancia».[12] Esto explica porque en el desarrollo de la guerra popular se convocó a la militancia a estar a la altura de las altas exigencias que esta imponía: «romper con la vieja sociedad, dedicación cabal y completa a la revolución y dar nuestra vida».[13] La moral comunista como manifestación concreta de la ideología m-l-m, pg., se  templaba y expresaba en la guerra. El heroísmo revolucionario masivo, que los comunistas aprendiendo de las masas, pusieron en evidencia principalmente durante los baños de sangre, los genocidios de 1983 y 84 en el campo, así como los genocidios en las prisiones, que dieron para la clase y el pueblo hitos históricos como el día de la Heroicidad, el día del  Prisionero de Guerra y la Resistencia heroica.

De lo que se trata, entonces, es de poner la «política de mando», pues permite tener muy en claro los planes definidos, pues plan es ideología, para  hacer frente a los «baños de sangre».  Los militantes comunistas demostraron con sus propias vidas, ser fieles, firmes y resueltos en la encarnación y aplicación de los principios de clase.

La moral comunista -en términos del PCP- es la expresión del optimismo histórico de la clase, indesligable de la «línea ideológica y política», la que genera, potencia y organiza el valor, puesto que la ideología hace valientes a los militantes. “A mi juicio -refiere el Dr. Guzmán- nadie nace valiente, es la sociedad, la lucha de clases lo que lo hace, y a los comunistas, la lucha de clases, el proletariado, el Partido y la ideología».[14]

En el documento del PCP ¡Gloria al Día de la Heroicidad!, en referencia al genocidio de junio de 1986, se sostiene: «Volveremos a luchar hasta obtener la victoria final que nos llama. La sangre derramada son estandartes que convocan a todo el pueblo a lograr lo que tanto hemos ansiado: el poder (…) hemos nacido para vencer. Esta ya es una gran realidad. Nos podrán triturar, volarnos en mil pedazos, pero no podrán quebrantar nuestra moral comunista. Estamos dispuestos a morir, la moral de la clase está en juego, hay que defenderla, y lo haremos con sangre, dolor y lágrimas: no puede ser de otra manera».[15] En el genocidio de 1986 se expresó en la práctica, la forma como encarnan la ideología los combatientes comunistas del PCP, el compromiso de dar la vida por el Partido y la revolución y la demostración ante los ojos del mundo, que la moral de la clase es superior a la moral del enemigo.

El hito imperecedero que los héroes del Frontón, Lurigancho y el Callao estamparon con letras de oro en la historia del PCP y del Proletariado Internacional, sirve de ejemplo a todos los proletarios y comunistas del mundo, enseñando,  hoy, mañana y siempre a dar la vida por el Partido y la Revolución.

Las  ejemplares lecciones que configuran la férrea defensa de la moral de la clase, constituyen, desde ya, la demostración de lo que son capaces los comunistas cuando encarnan la ideología, la que los eleva al heroísmo y al sacrificio en defensa de los intereses y la perspectiva histórica de la Revolución, pues ellos como héroes caídos viven por siempre en el corazón de la clase y de las heroicas masas combatientes.

Los prisioneros de guerra del PCP  enfrentaron resueltos el genocidio del ’86 y arrancaron lauros a la misma muerte. «Todos los aparatos (…) estuvieron bien cohesionados con la única decisión de hacer resistencia feroz, de que solo los sacarían muertos, pues la moral de la clase estaba en juego y había que defenderla hasta el último hálito de vida, decisión unánime de comunistas y combatientes de la LTC. Con esa moral elevada al tope estuvieron dispuestos a asumir cualquiera fueran las circunstancias y el costo a pagar».[16]

La moral comunista es fundamental para los combatientes del PCP, síntesis del temple y de la forja, elementos medulares para afrontar los momentos más duros, adversos y difíciles, factor preponderante para enfrentar exitosamente cualquier circunstancia por más dura que sea, siempre llevando la vida en la punta de los dedos, dispuestos a entregarla en cualquier recodo del camino.

Marx demostró, fehacientemente, que las condiciones materiales de existencia, la vida material de la sociedad, el ser social determina la conciencia social del hombre. Tenemos entonces, que en el modo de producción capitalista coexisten dos ideologías: la de la burguesía y la del Proletariado. Los capitalistas explotan y oprimen al proletariado y a otras clases. La ideología de la clase obrera ha demostrado la necesidad de la revolución para derrocar a la burguesía, conquistar el poder, establecer su Dictadura, desenvolver la construcción del socialismo y marchar al comunismo, el reino de la gran armonía y la libertad. Se desprende que el contenido de las ideas sociales se define por las condiciones materiales de existencia de las clases cuyos intereses asumen.

La moral de la burguesía va a expresar los intereses de clase de la burguesía, su ubicación dentro de las relaciones de producción capitalistas, como dueños de los medios de producción, el lugar dominante que ocupan en la sociedad, sus intereses en esencia se concreta en extraer y apropiarse de la plusvalía producida por los obreros, en la acumulación de la riqueza en manos particulares, la formación y el acrecentamiento del capital, el capital existe a condición de la existencia del trabajo asalariado.

La moral comunista expresa el lugar que ocupan los obreros en las relaciones de producción, y es todo aquello que sirve para la abolición de la vieja sociedad y la construcción del comunismo.

En todos estos años de forja el PCP logra cuantiosos aportes a la Revolución Proletaria Mundial como haber definido el maoísmo como tercera y superior etapa del marxismo, es decir el marxismo-leninismo-maoísmo como ideología del proletariado.

¿Cómo se manifiesta hoy la moral comunista en el PCP?

Actualmente, en el marco de la IV etapa del PCP, la mayor parte de la militancia de forja en la Nueva Política General expresada en la necesidad de alcanzar una Solución Política, Amnistía General y Reconciliación Nacional, en tanto se constituye en política fundamental justa y correcta que sirve a la nación, sociedad en su conjunto y al pueblo.

El hecho de enarbolar y defender, en las actuales adversas circunstancias, la concepción científica del marxismo-leninismo-maoísmo conlleva una serie de esfuerzos y sacrificios que van templando “en el largo trajinar la “fortaleza del alma”, pues la ideología de la clase exige “unirse ideológica, política y organizativamente para hacer la revolución”.

Hoy, al igual que ayer, la lucha arrecia y se la hace contra “contra la reacción y contra el revisionismo que es la burguesía en el seno del Partido; lucha con la pasión y la tenacidad tan propias de los comunistas alimentado por sus inquebrantables convicciones (…) sirviendo al pueblo de todo corazón y con desinterés personal absoluto, luchando por la emancipación del proletariado y el pueblo en quienes siembra la conciencia de que su organización y lucha revolucionarias son la única solución a la vil explotación de la que son objeto y que por tanto la clase ha de dirigir a través de sus partidos comunistas la lucha por la conquista del poder para construir un nuevo sistema económico y político: el socialismo, con rumbo al comunismo”.[17]


Referencias bibliográficas
[1] Después de su regreso de Europa, en 1923, Mariátegui divulga el marxismo y aborda los problemas de su época con una visión dialéctica-materialista. Aparecen sus artículos en revistas y periódicos de entonces: La Crónica, Variedades, Mundial; y colabora y luego dirige Claridad (1923); funda Amauta (1926) y Labor (1928); realiza exposiciones en diferentes tribunas, principalmente en las Universidades Populares González Prada. Véase LUCHAS DEL MAGISTERIO de Mariátegui al SUTEP. Ediciones Narración, Lima, 1979.
[2] MARIÁTEGUI, José. Defensa del Marxismo. Edit. Amauta, Lima, 1969, p. 57.
[3] Ibid., p. 60.
[4] Ibid.
[5] Ibid.
[6] ARCE, Luis. Guerra Popular en el Perú. El Pensamiento Gonzalo. El Diario, Bruselas, 1989, p. 75.
[7]Véase «Guerra Popular…», Op. Cit., p. 85.
[8] Ibid.
[9] Ibid., p. 145.
[10] Ibid., p. 174.
[11] Ibid., p. 177.
[12] «Presidente Gonzalo rompe el silencio. Entrevista del siglo», en El Diario, Lima, 24/07/’88, p.  27.
[13] Ibid.
[14] Ibid., p. 87.
[15] Documento del PCP ¡Gloria al Día de la Heroicidad!, Ediciones Bandera Roja, Lima, 1987, p. 72.
[16] Ibid., p. 17.
[17] Resolución del Partido Comunista del Perú con motivo del 80 aniversario, miércoles, 3 de diciembre de 2014. En: http://pcp71028.blogspot.com/

 

 

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