Varios analistas de izquierdas y propagandistas del actual régimen se refieren a las candidaturas de Copa Murga, Andrónico y Del Castillo como las candidaturas del “Bloque Popular” o de lo “popular”. Tan mentada es esa relación que creo que cabe hacer una crítica razonada sobre ella.
Si fuese verdad que Copa Murga, Andrónico y Del Castillo —los tres masistas, pero ahora de diferente sigla— aglutinan lo “popular”, se tendría que asumir que las candidaturas de, por ejemplo, Doria Medina, Tuto o Jaime Dunn aglutinan solamente lo elitista o aristocrático o las clases medias de Bolivia, y basta tener dos dedos de frente y algo de sinceridad para admitir que eso no es así. Hay que salir y hablar con la casera del mercado, charlar con el maestrito del trufi o entablar breve diálogo con el vendedor ambulante, para darse cuenta de que varias personas de lo que puede llamarse —aunque muy vagamente— “lo popular” ya no desean más socialismo, y de que asocian esta ideología con aquellos tres masistas que ahora, cada uno con diferente camiseta, postulan a la Presidencia.
Según esos analistas y propagandistas, ni Tuto, ni Doria Medina, ni Dunn aglutinan populacho que está harto de los años del Proceso de Cambio, años empobrecedores y de devastación institucional. Según ellos, son los interculturales o los indígenas oportunistas que salen en los medios de comunicación los portavoces o representantes de lo popular y son los dirigentes sindicales como Juan Calos Huarachi los representantes del “Bloque Popular”. ¿No es signo de limitación intelectual, o de mucha sinvergüenzura, relacionar lo popular con aquellos tres individuos cuyo partido ha destruido la vida de aquellos a los que más decía defender, aparte de selvas y biodiversidad? ¿No son lo popular también los indígenas de tierras bajas, que en su mayoría están hasta la coronilla de este “modelo” de izquierdas que instrumentalizó lo indígena como una bandera electoral? Finalmente, si las candidaturas de Copa Murga, Andrónico y Del Castillo fueran las del “Bloque Popular”, habría que asumir que en ellas no existe gente de muy favorecida posición económica, que vive cómodamente y no siente la crisis. Pero todos sabemos que eso no es así.
¿Lo popular…? Lo popular está ahora sufriendo en las calles, sin acceso a medios de comunicación y preocupado casi exclusivamente por llenar la olla. Se lo conoce en el día a día y no precisamente en los medios de comunicación ni a través de la voz dirigentes sindicales corrompidos. Está en las calles, no forma parte de partidos políticos y es parte de ese electorado que ya no desea más este modelo económico que, en verdad, nunca fue lo que se dice un modelo.
Y esta distorsión o dificultad para identificar las cosas tiene origen en el fracaso de lo plurinacional, teorizado hace varios años por un grupo llamado Comuna, en el cual estuvo García Linera.
Cuando Bolivia creó su nacionalidad, comenzó por decir que todos eran ciudadanos libres (pese a que, en la práctica, aquello no se cumplió). Pero con la Constitución de 2009 se modificó radicalmente aquel principio para dar paso a una diferenciación de la ciudadanía en función de lo “indígena” y lo “no indígena”, ambos conceptos relativos y ambiguos. Si esto, o sea la relativización de la ciudadanía, se mantiene así, el país podría fragmentarse o por lo menos debilitarse su integridad hasta un punto de no retorno; así, es necesario darse cuenta de que la semilla del fracaso Proceso de Cambio, además de en sus corruptos operadores, está en el concepto mismo de su filosofía.
Cuando hace casi doscientos años Bolivia se liberó de España, el objetivo —entorpecido por políticos corruptos y oligarquías, no cabe duda— fue construir un país moderno y no dividido por castas, y el postulado inicial de un país moderno es la igualdad ante la ley, el cual, pese a que no se cumpla porque las democracias son harto imperfectas, constituye una brújula que marca el norte de desarrollo. Pero a este paso, más antes renunciará Nicolás Maduro a su ilegítima Presidencia que nuestros políticos opositores a ser complacientes con la fracasada filosofía de lo plurinacional… Para ejecutar una verdadera transformación, se debe cambiar este “modelo” que es un fiasco y que flaco favor le hizo a lo “popular” e indígena.
Ignacio Vera de Rada es politólogo y comunicador social