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La levedad de las crónicas de Página Siete

Sandro Velarde

Hace unos días, en su página de Facebook, el experimentado periodista Hernán Maldonado realizó una observación acerca la fotografía publicada en la crónica de Cecilia Lanza Lobo titulada “Si usted dispara, yo también disparo, ¡carajo!” evidenciando que la instantánea no corresponde al texto que refiere al golpe militar que llevó a Luis García Meza a la presidencia de Bolivia en 1980, sino al golpe de Banzer de 1971.

Al constatar la fotografía, además atribuida a la autora de la nota, Página Siete afirma, en pie de foto, lo siguiente: Escenas del golpe de Estado de 1980. En este afán, me puse a buscar más información sobre aquel nefasto día, en que Bolivia fue sometida a la dictadura oscurantista de Luis García Meza y, sobretodo, acerca del tan mentado “mosca Monroy” al quien, Lanza Lobo le dedica gran parte de su relato.

Encontré dos artículos referidos al caso, los cuales, imagino, sirvieron para redactar la interesante crónica. El primero que encontré en el Internet, data de hace 15 años atrás y titula “Un testimonio del golpe, 25 años después” que pertenece a mi querido amigo Eduardo Ascarrunz: el gran “Pachi” (foto con chamarra y chalina) y el segundo no tiene referencias de autor y data de hace 39 años publicado por la página digital de el periódico El País, periódico global de España que titula: “Dos reveladoras fotografías”, haciendo referencia a “Los novios de la muerte” grupo irregular formado en Santa Cruz por el ex Nazi Klaus Barbie, donde se lo ve al “mosca”. (foto en blanco y negro) Lo raro es que, ambas fotografías no aparecen en la publicación de la Web pero si las pude encontrar en el libro de Peter McFarren y Fadrique Iglesias: Klaaus Barbie, un novio de la muerte. Investigación que retrata la vida del carnicero de Lyon.

Lo que más llama la atención, es la redacción de la editora de Rascacielos, revista del mismo periódico, donde se publican espectaculares crónicas con diversas historias y habilidad de sus cronistas. Lo interesante del caso, es que leyendo las notas de Ascarrunz y la de El País de España encontramos impresionantes similitudes, con la historia publicada en Pagina Siete. Veamos:

La crónica publicada por Pagina Siete en su titular y contenido tiene muchos elementos análogos, a la nota escrita por Ascarrunz, que en su época fue uno de los más talentosos cronistas en la prensa. Incluso palabras y párrafos enteros destacan por su similitud. ¿Podrá existir tanta coincidencia? Pero mejor analicemos y comparemos.
En la crónica de Ascarrunz denominada: “Un testimonio del golpe, 25 años después”.

Pachi dice:
“Mosca Monroy puso el caño de la metralleta en el vientre de Carrasco, pero al hacerlo sintió en su sien el revólver del capitán Agustín García, edecán presidencial, quien con la voz firme le dijo: «Si dispara, yo también disparo, ¡carajo!». El temible Mosca Monroy bajó el arma; él y sus secuaces –envalentonados hasta ese momento frente a un enemigo indefenso— frenaron sus ímpetus”.

En la crónica de Pagina Siete titulada “Si usted dispara, yo también disparo, ¡carajo!” Cecilia Lanza dice:
“Le clavó el caño de su metralleta en el vientre dispuesto a disparar, pero en ese mismo instante el Mosca sintió que un revolver se apoyaba en su sien. Era el capitán Agustín García, edecán de la Presidenta, que con una inusitada entereza, absolutamente a contramano de todo lo que en el país sucedía, clavó sus ojos en el temible Mosca Monroy y apretando el gatillo de su voz le dijo: Si usted dispara, yo también disparo, ¡carajo!”

Vaya coincidencias!!
En otra parte de la exquisita crónica de Ascarrúnz, el autor de “La Palabra de Paz. Un hombre un siglo” libro dedicado al expresidente Víctor Paz Estenssoro menciona:
“Informada de la presencia de paramilitares, la Presidenta instruyó a los ministros Óscar Peña (de Informaciones) y Carlos Antonio Carrasco (de Educación) verificar el alcance de las acciones. Peña Franco fue golpeado brutalmente y rodó por las escalinatas.”

Lanza Lobo afirma en su nota:
“Llegaron al Palacio, estampillaron periodistas contra la pared, a golpes hicieron rodar las escalinatas al ministro de Informaciones, Oscar Peña.”

Si somos un poco más exquisitos, apelando a documentos primarios, como las declaraciones del propio exministro de informaciones de Lydia Gueiler, encontramos la siguiente declaración:
(…) “cuando abrimos la puerta que da acceso a ese corredor nos encontramos con un grupo de civiles armados de metralletas y los encabezaba un Sr. Monroy, quien dirigiéndose a Jaime Ponce García le dijo: “te tengo en mis manos, me las vas a pagar, le tomó de la solapa y lo arrastró contra la pared”. Continuando con la declaración, afirma que le llevaron afuera, donde lo golpearon, momento en que vio a muchos periodistas que se encontraban contra la pared y seguidamente afirma que, junto con otros detenidos lo condujeron al estado Mayor, allí separaron a los Ministros de los periodistas”.

En su declaración, Oscar Peña Franco no afirma haber rodado gradas. Esta versión es corroborada por un testigo. En otro documento, de primera fuente, publicado por la comisión de la verdad (2019) encontré el testimonio de Ismael Saavedra Menacho, en aquellos tiempos reportero de Televisión Universitaria en pleno proceso de convertirse en el Canal alternativo a la señal del Estatal. En la primera parte de su declaración, Saavedra cuenta que llegó tarde a la sede de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) donde la Central Obrera Boliviana (COB) tenía un espacio prestado. En su declaración, Menacho, cuenta que tras la matanza en la COB y su frustrado ingreso a esas oficinas (porque llegaron tarde) y todos se habían ido, encontraron las puertas con candados. El testigo sostiene que luego de la matanza estuvieron haciendo tomas de manifestantes que armaban barricadas con los adoquines de la Plaza San Francisco y la Pérez Velasco.

“Con los objetivos logramos identificar a algunos de ellos. El que comandaba el grupo, vestido de pantalón y campera celeste me pareció el tristemente célebre ‘Mosca Monroy’ (pensé que se trataba de una confusión, no podía ser que un conocido delincuente común comandara las acciones de un grupo militar)”.

Más adelante el periodista cuenta que fue trasladado al Estado Mayor le requisaron sus instrumentos para captar imágenes y es ahí donde vio a Oscar Peña Franco “(…) fui conducido nuevamente al hall de la sección segunda y me pusieron contra la pared. A mi lado estaba Oscar Peña Franco, periodista y hasta ese día ministro de informaciones. No podíamos hablar. En unos minutos apareció un mayor de ejército y dijo: ‘Osquitar hermano, sígueme te voy a llevar a un lugar para que estés más tranquilo, los condujeron a un pestilente baño ‘es todo lo que puedo hacer hermano’” concluyó el militar. (El subrayado es mío)

Sigamos comparando las crónicas de Ascarrunz y Lobo

Ascarrúnz:
“Presas de miedo, promediando la hora 14, los otros fugitivos bajaron del entretecho y al pasar por el comedor vieron al jefe de la Casa Militar, coronel José Cueto, almorzando sin asomo de nervios junto a edecanes y a otros militares.”
Lobo
“ (…) horas más tarde, cuando aparentemente el momento más terrible había pasado y no se oía nada más que silencio, volvieron a bajar, sigilosos. Encontraron al jefe de la Casa Militar en el comedor, almorzando como si nada.”
Lo que más llama la atención es que la nota no presenta citas de sus fuentes y ni siquiera lleva entrecomillado, como debería ser cuando se cita textual algo que a uno no le pertenece.

Pasemos a la redacción del País de España, del 23 de abril de 1981. Dice.
“Monroy expulsó violentamente del palacio a la presidenta Lidia Gueiler, a sus ministros y a los periodistas allí reunidos, obligándoles después a permanecer boca abajo sobre el estiércol de las caballerizas del Estado Mayor, durante varias horas.”
Redacción de Página Siete del 19 de julio de 2020.

“Más tarde, el Mosca, extasiado, enloquecido por el placer de mirar a sus víctimas desinflarse a sus pies, dueño y señor de esas horas, luego días, semanas de terror, asaltó la radio de los jesuitas, destrozó lo que pudo y se marchó al cuartel de Miraflores donde tuvo a sus presas boca abajo, tragando estiércol.”

En la primera existe especificación del lugar: “las caballerizas”. En el segundo no puedo imaginar donde tragaron estiércol ¿en los baños? ¿era estiércol de perro en los patios?, ¿dónde?. Esas (hermosas) figuras literarias sin datos periodísticos precisos lo único que hace es confundir al lector y lo más penoso es la similitud de la redacción. Es decir que algunos pasajes de la crónica de Pagina Siete parecen calcados de los originales.

Investigar más que navegar

Una cónica jamás puede hacerse desde la comodidad del escritorio y solamente accediendo al buceo por Internet o apelando al facilismo de otras crónicas que fueron (años atrás) escritas sobre el mismo tema. Eso lo hacen los muchachos de colegio, el famoso copiar y pegar, y no periodistas con años de experiencia, que, además enseñan y dan cursos vía Zoom, ahora muy de moda, sobre cómo hacer una crónica.

Un periodista que se precie de cronista debe investigar, de ahí la belleza de la redacción con ribetes literarios y, como nos lo recuerda Darío Jaramillo Agudelo, quien compiló un hermoso texto con las más brillantes crónicas latinoamericanas nos aconseja sobre la verdad y la irresponsabilidad. Dice al respecto: “Y se puede ser el más literario, el más imaginativo, el más impresionista escritor y, además, ser fiel a la verdad de los hechos y de las descripciones de los diálogos” esa fidelidad a la verdad también recuerdan los grandes de la crónica empezando por nuestro dos veces premio de Rey España, Roberto Navia Gabriel y otras figuras actuales de la crónica: Martín Caparrós, Leila Guerriero, Alberto Salcedo Ramos o el maestro Juan Villoro.

De esta forma, si nos podemos a leer con más atención, podremos encontrar varias similitudes sin referencia de la editora de la revista Rascacielos, de Página Siete y muy poca investigación documental de primera mano. A continuación me permito sugerir algunos textos que pueden ser o consultados, para enriquecer cualquier trabajo sobre los hechos del Golpe de Estado de 1980, que por cierto son muchos, para no confiarse, solamente, al Internet.

• El Juicio de la mentira: confesiones de un dictador Orlando Encinas; Erick Torrico. 1986
• Marcelo Quiroga Santa Cruz: Testimonios, documentos, ensayos artículos. Biblioteca laboral No. 52. 2006
• Memoria contra el olvido: Relatos testimoniales del Golpe de Estado del 17 de julio de 1980 Biblioteca Laboral No.70. Agosto 2019.
• Presencia, una escuela de ética y buen periodismo: coordinador Juan Carlos Salazar 2019. (Recomendado el capítulo: Pasión, muerte y resurrección de la democracia donde se menciona al General Emilio Lanza que sublevó algunas tropas en Cochabamba para que García Meza entregue el poder.
• Las novelas y ensayos de Marcelo Quiroga Santa Cruz, para conocer su pensamiento sobre Bolivia y sus obsesiones con la muerte: Los deshabitados, Otra vez marzo, Hablemos de los que mueren
• Sentencia pronunciada en los juicios de responsabilidad seguidos por el Ministerio Publico y coadyuvantes contra Luis García Meza y sus colaboradores.
*Marcelo Quiroga Santa Cruz: El socialismo vivido. Hugo Rodas Morales. 2010 (Tres tomos de mas de 700 paginas cada uno)
• Testigos y el abogado Juan del Granado y otras más.
Las notas halladas en Internet.

https://elpais.com/diario/1981/04/24/internacional/356911202_850215.html

https://www.bolivia.com/noticias/autonoticias/DetalleNoticia27675.asp?fbclid=IwAR2_xwObb5RZ7ujzLONjjUlsCdZ8m9MxbW2DAebwocsAwR4Rjc3xH-TO0C4

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