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La centralidad del cuerpo y la vida en la obra de Epicuro.

Reseña de Sobre el placer y la felicidad
Vlady Torrez

Epicuro es un referente de la filosofía materialista y uno de los filósofos helénicos más conocidos pese a que solo sobreviven fragmentos de su obra. El cuerpo, el amor y el placer son relacionados por Epicuro con el bien, pero sus ideas están más allá de la mera exaltación de los placeres sensuales, esta es la tesis de Marcelo D. Boeri, autor de una selección de fragmentos de la obra epicúrea que componen el libro Sobre el placer y la felicidad.

El estudio de Demócrito fue decisivo para Epicuro, le permitió construir su concepto de placer. Para Epicuro el mayor placer se produce cuando el dolor ha sido eliminado, así las pasiones se vuelven criterios de verdad. La importancia del cuerpo es tal que concibe los sentidos como los únicos medios que brindan un conocimiento seguro, estamos ante uno de los primeros antecedentes del empirismo en el pensamiento occidental. Sobre la felicidad Epicuro tiene una concepción similar, el hombre feliz necesita de bienes corpóreos y externos para prevenir la infelicidad. El placer es identificado como un bien que permite alcanzar la dicha. El dolor sería una perturbación de nuestro estado natural de seres dotados de sensaciones, una disrupción superable.

Pero Sobre el placer y la felicidad abarca más temas de los que sugiere su título. La filosofía es entendida como remedio del alma, cuya función sería disipar los temores que la perturban. Tendría una función: ayudar a los hombres a alcanzar la felicidad, esa felicidad no sería otra cosa que la imperturbabilidad. Disipar el miedo a dios, a lo desconocido, a la naturaleza, a todo lo que sobrepasa nuestro entendimiento. Para Epicuro el futuro no debería ser motivo de inquietud; es mediante el razonamiento y los argumentos esgrimidos que la felicidad podría ser alcanzada, el conocimiento sería una herramienta para lograr la felicidad.

Boeri dice que, en el pensamiento de Epicuro, placer y dolor son puntos orientadores que señalan lo conveniente y lo no conveniente a nuestra naturaleza, nos ayudarían a identificar lo bueno de lo malo.

En tanto seres vivos, nuestro primer impulso sería el placer, en ese sentido, Epicuro elaboró una distinción de los tipos de placer en dos tipos: el catastemático y el cinético. Se refiere el primero a la imperturbabilidad y el segundo al goce producido por los placeres momentáneos. Para Epicuro ambos son complementarios pero la idea de bien está articulada a los placeres catastemáticos, pues permitirían un estado de satisfacción que nos conduciría a la ausencia del dolor.

Contrariamente a la concepción generalizada sobre Epicuro como el filósofo aficionado a los excesos del placer, Boeri nos presenta un pensador para quien lo principal es alcanzar la imperturbabilidad. Una vida buena sería aquella donde nuestras necesidades elementales están satisfechas y virtudes como la prudencia dirigen nuestra existencia.

Al analizar los placeres, Epicuro los valora dependiendo el grado de dolor que evitan y por cuanto tiempo. Llama placeres disolutos a aquellos que tienden a producir mayor dolor que placer (la bebida, la comida y el sexo). Entiende por placeres duraderos a aquellos que requerirían del cálculo utilitario alcanzable gracias a la virtud, es decir, se aleja del concepto de placer moderno, aquel orientado a la satisfacción de necesidades inmediatas sin calcular el impacto que tendrían. Así, calculo y medida anticipan un placer no ajeno a la razón, el placer como finalidad no se refiere únicamente a los placeres sensuales, Epicuro no es un defensor a ultranza del hedonismo, sino un pensador que toma en cuenta la austeridad, el ascetismo. Si se tuviera que elegir entre un banquete y una comida modesta, Epicuro habría recomendado sin dudar la segunda opción, pues para él lo que se debía evitar era el dolor producido por el hambre sin caer en las consecuencias nocivas que produciría la gula. Lo central entonces es favorecer la vida, concepto inseparable de la idea de placer catastemático, aquel tipo de satisfacción que nos conduce al sosiego:
Por tanto, cuando decimos que el placer es el fin no nos referimos a los placeres de los disolutos ni a los que consisten en pasarlo bien, como creen algunos que son ignorantes y no están de acuerdo [con nosotros] o comprenden mal, sino a la ausencia de dolor en el cuerpo y de perturbación en el alma. Porque no son ni las continuas borracheras ni fiestas, ni el acostarse con muchachos y mujeres, ni el comer pescado y otras cosas típicas de una vida suntuosa lo que genera una vida de placer, sino un sobrio cálculo razonado [logismós] que investiga las causas de toda elección y evitación, y que expulsa las opiniones por las cuales una enorme confusión se apodera de las alamas (Epicuro, 2007: 45-46).

Para Epicuro pensamiento y placer se complementan para evitar la aflicción que en todo momento emana del cuerpo, es por eso que este es central en su filosofía. Un rasgo del platonismo que no abandonará su pensamiento es su clasificación de los tipos de dolores. El dolor físico era malo pero no tan grave comparado con los dolores del alma, pues los primeros ocasionaban sufrimiento en el presente pero los segundos perturbaban el pasado, el presente y el futuro.

A continuación, la selección de Boeri contiene fragmentos de Epicuro que tratan sobre dios, la muerte y el suicidio. Para el filósofo griego los dioses no pueden ocuparse de los asuntos humanos porque se encuentran en un estado permanente de ataraxia; al ser perfectos y eternos no conocen los temores que atormentan a los hombres, por tanto, sería un error atribuirles pasiones de seres corruptibles como los hombres. En ese mismo sentido, Epicuro es célebre por su famosa sentencia: “la muerte no es nada para nosotros”, ya que para él lo verdaderamente existente y pasible a afectarnos era lo corpóreo. El alma sería tan corpórea como el cuerpo y está compuesta por átomos, cuando dejamos de existir no podemos sentir nada, el dolor ya no es nada para nosotros, por eso no deberíamos temerle a la muerte. En cuanto al suicidio, Epicuro no lo consideraba razonable, pues creía que era necesario no solo “vivir bien sino también morir bien”, posición que se articula a la importancia que tiene la vida en su filosofía.

Epicuro consideraba que el “sabio” (podemos entender que se refería al filósofo) no debía participar en política pues quebrantaría el anhelado estado de imperturbabilidad. Existe sin embargo una excepción: la comunidad política. Para Epicuro ella es fundamental para asegurar la convivencia y prevenir agresiones mutuas, por lo que el sabio debe preocuparse por respetar el pacto fundamental que da vida a la Polis. Otro aspecto llamativo relacionado al sabio es que Epicuro considera razonable que gane dinero como resultado de su sabiduría. La amistad por su parte sería imprescindible para lograr la felicidad, un hombre aislado sería vulnerable ante el dolor.

Boeri advierte la importancia que tenía la justicia para la filosofía epicúrea, pues combinaba ideas utilitaristas y contractualistas que permite rastrear su influencia en pesadores modernos como Jeremy Bentham, pero lo llamativo es el carácter funcional que asigna Epicuro a la justicia. El pacto entre hombres que permite asegurar la convivencia, evitar la agresión y, por tanto, alcanzar el placer, la felicidad y la imperturbabilidad, serían la esencia la justicia.

En la parte final del libro, Boeri destaca la importancia del testamento de Epicuro, describiéndolo como un documento que resalta las preocupaciones del filósofo. En él, sus amigos y la filosofía tienen una importancia central. De hecho, en el corpus de este texto se entiende la relación de la amistad y la filosofía, el conocimiento y la reflexión se practican no de manera aislada: en gabinetes o bibliotecas herméticas, sino de manera colectiva y en espacios abiertos. La selección de Boeri concluye con tres Notas Complementarias dedicadas a refutar el temor a la muerte, el fatalismo y enumerar filósofos epicúreos y otras fuentes antiguas de donde se extrajeron los fragmentos escritos por Epicuro o los que hacen referencia a él. Aristipo, Ateneo, Cicerón, Clemente de Alejandría, Diogenes Laercio, Lucrecio, Metrodoro, Plutarco y Eliano son solo algunos de los filósofos citados.

Sobre el placer y la felicidad es un texto ameno. Marcelo D. Boeri brinda un análisis y notas explicativas muy útiles para el no especialista en filosofía griega antigua. Es, en síntesis, un texto ideal para introducirse a la filosofía epicúrea.

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