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La cantante de blues

Guillermo Almada

Era bella, muy bella, y joven. Feminista, empoderada, y cantaba blues en el pub Del Dragón, en el barrio chino. Estaba mal paga y lo sabía, pero le alcanzaba para seguir estudiando en la escuela de música. En una sociedad como la nuestra, tan competitiva, no podía dejar su formación a medias, así que tomaba tu trabajo como taller de práctica de lo que aprendía en el día.

Se movilizaba en bicicleta y en su mochila trasladaba los libros y la ropa para el show. Su camerino era un baño clausurado atestado de cajones de botellas de cerveza, entre los cuales existía un espacio de medio metro por donde podía verse una parte del espejo, que ella utilizaba para corregir su maquillaje. Luego salía y metía ahí su bicicleta.

Una noche se armó una discusión tremenda con el griego, porque había pedido un aumento y el chino no se lo quiso dar, y se fue intempestivamente. Al día siguiente conoció a Tomás Del Bono, o Thomy, como le gustaba que lo llamaran, era el nuevo bajista de la banda. Ella lo tenía visto de la escuela de música, pero era bastante más chico. Eso fue un jueves. El sábado metieron una cantidad inusual de gente, y el chino les pidió que hicieran doble función. Ahí fue donde ella se dio cuenta que le habían robado la bicicleta, y puso el grito en el cielo. El dueño le dio unos pesos de más para que no hiciera escándalo, a modo de indemnización. Ella sabía que lo le alcanzaría para comprarse otra bici, pero guardó ese dinero como un ahorro.

Lo verdaderamente curioso sucedió seis semanas después, cuando Thomy faltó repentinamente, sin avisarle nada a nadie. El chino parecía un dragón de verdad, echaba fuego por la boca y puteaba en cantonés. Ella fue la única en sugerir que podría haberle pasado algo. El chino dijo que le llamaba al teléfono que le había dejado como contacto y no le respondía nadie, y que no pensaba ir a buscarlo a la dirección porque no sabía dónde quedaba.

A la mañana siguiente ella preguntó en la escuela, con aquellos que pensaba, podían ser los compañeros del chico. Consiguió un número de teléfono y la orientación de, por dónde podría vivir. Efectivamente, nadie respondía las llamadas, así que decidió ir a buscarlo personalmente.

Llegó al barrio y le pareció tenebroso. Nunca había transitado por lugares que no le inspiraran confianza, pero la situación ameritaba hacer una excepción. Había un grupo de tres chicas tomando mates en la puerta de una casa, y se acercó a preguntarles a ellas, y en ese mismo momento le pareció ver pasar el auto del chino, su jefe, o patrón, como le decían ellos, en el pub.

Creyó que el chino ya había hablado con el bajista y a la noche le contaría al respecto, así que abandonó la búsqueda y siguió con sus cosas.

A la noche, al llegar al ensayo, se dirigió directamente a la oficina del dueño, a preguntarle qué sabía de Thomy, y la respuesta fue un “Nada” tajante, yo vi su auto, esta mañana, venir de la casa de él, inquirió la cantante de blues. El chino, sin dudar le preguntó ¿Cuál es la patente de mi auto? No lo sé dijo la chica.

– Autos como el mío hay montones ¿Qué te crees que lo hicieron exclusivo?

La chica se fue a ensayar antes de que se armara una discusión de la que

saldría perdiendo.  

Al entrar al escenario, los otros dos músicos estaban conversando para ver qué bajista estaría libre e invitarlo a sumarse al grupo.

Esta actitud le pareció cobarde y desleal. Si nadie sabía qué le abría pasado a Thomy cómo lo iban a reemplazar así nomás por orden del patrón. Y esa noche el ensayo fue un plomo. Igual, la función tuvo muy poca gente, así que la jornada fue corta y la paga más escasa.

Los otros músicos le recomendaron, a la chica, no inmiscuirse en esos problemas, y ella les respondió que ya era tarde.

Al otro día, después de almorzar, se dirigió nuevamente el barrio a buscar la casa, con el recuerdo de la conversación que había mantenido con aquellas mujeres.

Después de muchas vueltas dio con una casa que respondía a las características que le habían dicho. La puerta, el color. No tenía timbre, así que golpeó fuerte tres veces, y, curiosamente, le abrió la puerta el chino, invitándola a pasar. Ambos se miraron insólitamente extrañados, por un segundo. Thomy esté en el baño, le dijo al momento de cerrar la puerta tras ella.     

A la noche, el dueño, el dijo a los músicos que se tomaran un par de días y le ayudaran a buscar un bajista y una cantante. ¿Cómo cantante? Preguntó el guitarrista. “Estos chicos de ahora son irresponsables, hicieron causa común, no entiende como son las cosas. No como ustedes, que tienen lealtad. Para mí ya están muertos”, agregó, y se encerró en su despacho. –

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