Luego de que el TSE aprobó la cuarta postulación consecutiva Morales-Garcia, se vuelve manifiesta una división en el imaginario social boliviano: indignación contra continuismo. Aquella deviene desde el llano como demanda por salvaguardar la República bajo el entendido de imponer límites al poder, ésta como necesidad de conservar el poder a cualquier precio.¿ Se agudiza la polarización electoral? La indignación ciudadana es saludable para la democracia, por lo tanto, las marchas, paros y bloqueos son legítimos; empero, otra cosa es que alcancen sus objetivos.Por otro lado, el apoyo al continuismo para conservar intereses individuales y corporativos acorazados con la sentencia del Tribunal Constitucional y ahora reconfirmados por tres vocales del TSE el 4 de diciembre, es una muestra más del trastorno institucional, pero sobre todo, de las consecuentes secuelas para la democracia, entendida como respeto a las reglas de juego. Así las cosas, empezamos a transitar por una microcoyuntura crítica donde las manifestaciones pueden llegar a ser violentas en la calles porque el combustible que las anima es la indignación. Un sentimiento que en algunos países ha generado cambios de gobierno porque los abusos del poder irrumpieron los límites. La indignación es un factor humano que abona el terreno para desenlaces nada convenientes para las élites gobernantes por una razón básica:la democracia, un ideal extraviado cuando el voto del pueblo, donde reside la soberanía, no es tratado como un fundamento básico para su mantenimiento.
Indignación vs. continuismo
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