Marco Fernández Ríos
Después de la pandemia, la embarcación más grande del país retorna con los recorridos turísticos por el lago Titicaca
Cuando la bocina del Mosoj Huayna hace el primer llamado a sus pasajeros, Guaqui y todo el entorno lacustre parecen llenarse de vitalidad, ya que, nuevamente, la embarcación más grande de Bolivia volverá a apostar por el turismo, para dar la posibilidad de que más bolivianos naveguen en el lago Titicaca.
Con botes hechos a base de totora, navegantes tiwanacotas e incas surcaron el lago navegable más alto del mundo para construir lo que ahora son atractivos arqueológicos en la Isla del Sol, la Isla de la Luna y Copacabana.
“El material lítico o piedras rocosas empleadas en esa construcción, las de mayor volumen, pesan más de una tonelada, las cuales, como coinciden muchos investigadores, fueron transportadas por vía lacustre”, explica el capitán de navío Antenor Agramont, uno de los oficiales que fueron parte importante del Buque Multipropósito Mosoj Huayna, la embarcación que fue construida por la Armada Boliviana.
Guaqui —municipio ubicado en la provincia Ingavi, del departamento de La Paz— fue antaño un puerto próspero, de donde transportaban alimentos y minerales hacia el territorio peruano para su exportación a todo el mundo.
De aquella época dorada quedaron un cementerio de trenes, unos galpones amplios abandonados y un puerto que iba desapareciendo de a poco. Empero, desde hace unos años, autoridades y pobladores decidieron revitalizar al pueblo lacustre.
Por ello, gracias al trabajo de todos, el cementerio de trenes se convirtió en museo, los galpones fueron transformados en repositorio cultural e histórico de la región, y el puerto fue remozado con el apoyo de la Armada Boliviana.
En esa dirección, en la década de los 90, los jefes navales proyectaron la construcción de una embarcación que sirviera para la instrucción de cadetes, sargentos y oficiales, cuenta el teniente de navío Cristhian Doria Medina, comandante del Mosoj Huayna.
A inicios del año 2000 formaron un equipo técnico para la construcción del Buque Escuela —la primera denominación que recibió la embarcación—, que fue especializado en CIMA de Perú, en los astilleros de la Armada argentina y en la Escuela Industrial Pedro Domingo Murillo, rememora Doria Medina.
“No teníamos muchos medios, pero sobraba la capacidad; eso lo hemos demostrado y esto es la prueba, este barco de acero naval”, recalca el suboficial mayor Anastacio Apaza, quien luego desciende hacia el cuarto de máquinas para verificar el estado de los dos motores Scania —de 600 caballos de fuerza cada uno— antes de que la embarcación zarpe en el Lago Sagrado.
Lo que antaño era un Guaqui inhóspito, ahora se muestra con bríos nuevos, más aún con la presencia del Buque Multipropósito Mosoj Huayna (del quechua Musux Wayna, que significa joven nuevo).
El tercer bocinazo de la embarcación es también el último llamado para que los pasajeros la aborden. Esta vez es un numeroso grupo de estudiantes de la Universidad Central, quienes son recibidos por Doria Medina en nombre de la Armada, quien los invita a rendir honor honores a la bandera boliviana antes de iniciar el viaje.
“El zarpe siempre es distinto, tanto por la intensidad del viento como por la corriente de agua, en especial en el Lago Mayor”, cuenta el alférez Ernesto Araníbar, quien es el encargado de manejar el timón del Mosoj Huayna.
Para ello —según explica— tiene el apoyo de un mapa, a través del cual se marca el rumbo, un GPS que indica que están yendo por buen rumbo y una derrota, es decir el rumbo que seguirá la embarcación.
Estos elementos son muy importantes en el momento de la navegación, pues alguna vez, cuando se internaron en el lago durante la madrugada, la neblina densa impedía la observación desde la cabina, así es que apelaron a la ayuda del GPS, que pueden impedir, entre otras cosas, que la embarcación se lleve por delante a botes pescadores.
Las 300 toneladas del Mosoj Huayna se mueven a través de un canal en Guaqui, donde hay que tener cuidado por las aguas bajas. Luego de un par minutos, la embarcación se mueve ágil, a unos ocho nudos.
Cuanto más se ingresa al Lago Sagrado, el viento se hace más fuerte. Al mismo tiempo, pareciera ser más puro, ideal para apoyar en la baranda y contemplar el horizonte de azul intenso, que por momentos se enreda con el cielo.
“Es la primera vez que estoy en esta embarcación. Me ha llamado mucho la atención el viaje y estar junto a mi familia en un lugar tan importante”, comenta Nancy Bustillos, quien confiesa que siente el movimiento del barco, pero que tiene mareos, como algunos otros.
“Es un momento muy bonito poder compartir con mi mami, estar en un lugar tan lindo y ver este atardecer”, sostiene Giovanni Altuzarra, hijo de Nancy, quien disfruta, desde la proa, aquel panorama singular del lago que fue navegado por incas y tiwanacotas.
En la parte superior, los universitarios aprovechan el tiempo benigno para bailar y tomar fotos de la travesía lacustre, en tanto que los últimos rayos solares indican que el alférez Araníbar debe llevar al Mosoj Huayna a buen puerto. Al rozagante puerto de Guaqui.
Una travesía especial por el Día de la Madre
Por el Día de la Madre, la Unidad Operativa de Servicios de Navegación Turística (U.O.S. Navtur) ofrece un paquete especial de dos días (sábado 28 y domingo 29 de mayo), con zarpe en el Estrecho de Tiquina, primera llegada a la Isla del Sol para disfrutar de los restos arqueológicos y arribo a Copacabana, donde habrá una noche de divertimento con la agrupación PK-2 y La Secuencia. El día siguiente, la comitiva se dirigirá a la Isla de la Luna y en la tarde será el desembarco en el Estrecho de Tiquina, para el retorno a La Paz.
Para consultas y reservas, comunicarse a los teléfonos 71732835 y 73003210, o en el muro de Navtur en Facebook.
Fotos: Miguel Carrasco