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Entre la polarización y los fundamentalismos

Si bien los resultados del triunfo de Luis Arce y David Choquehuanca del MAS en las recientes elecciones generales de Bolivia son irrefutables, algunos grupos fundamentalistas religiosos y políticos no aceptan las reglas democráticas y se arrodillan y rezan para que una junta militar dé un golpe de Estado al gobierno elegido por voluntad popular.

Desde las redes sociales o situados al frente de unidades militares y policiales, algun@s extremistas tratan de generar inestabilidad y zozobra en algunas ciudades. Es increíble que luego de todo el terror, desapariciones forzosas, violencias, torturas y muertes, que se vivió en Latinoamérica durante los años 70 y 80 existan personas que reivindiquen las dictaduras militares. ¿Será que son más fuertes el odio, el racismo y la negación de la realidad? ¿Les será tan difícil aceptar que viven en una burbuja donde sólo comparten con una parte ínfima de la población, que Bolivia es pluricultural y se extiende más allá de su barrio, su comparsa, los malls y su vida acomodada? Que los ciudadanos y ciudadanas que hacen el trabajo más sacrificado son personas que tienen derechos y que se acabó el pongueaje hace más de 68 años. 

Al parecer, no saben nada de la historia reciente, ni siquiera se toman el trabajo de buscar, aunque sea en Wikipedia, qué es la democracia, el fascismo, la ultraderecha, los fundamentalismos, en fin, conceptos básicos que si al menos se informaran no estarían procediendo de esa manera y menos haciendo el ridículo. Como diría el Papirri no actuarían como “sord@s del alma”.

Sin embargo, también existe la posibilidad de que sí sepan lo que están haciendo y sean conscientes de su intento de derrocar un gobierno mediante un golpe de Estado. En ese caso estarían incurriendo en el delito de “sedición”, que según el Artículo  123º del Código Penal: “Serán sancionados con reclusión de uno a tres años los que sin desconocer la autoridad del Gobierno legalmente constituido, se alzaren públicamente y en abierta hostilidad, para deponer a algún funcionario o empleado público, impedir su posesión u oponerse al cumplimiento de leyes, decretos o resoluciones judiciales o administrativas, ejercer algún acto de odio o de venganza en la persona o bienes de alguna autoridad o de los particulares o trastornar o turbar de cualquier otro modo el orden público”.

De todas maneras, estos actos desesperados de l@s que resisten a respetar la voluntad popular expresada en las urnas, sumados a todos los atropellos, persecuciones, amedrentamientos, masacres, violación a los derechos humanos que se perpetraron durante el gobierno transitorio que está de salida, no pueden servir de argumento para responder con odio y venganza. Se trata de hacer justicia y de entender que también la “democracia es el exquisito respeto a las minorías”.

En ese sentido, es fundamental que el nuevo gobierno establezca estrategias de diálogo y reconciliación para superar la polarización que se ha tratado de instalar con más fuerza desde varios medios de comunicación y redes sociales que fomentaron el enfrentamiento y el odio entre los bolivianos y bolivianas. Además, en el desorden institucional, se desdibujó el rol constitucional de las Fuerzas Armadas y se trató de incorporar un discurso favorable a los golpes militares que supuestamente estaban enterrados por un “nunca más”.

De esa manera, algunos representantes de las Fuerzas Armadas y operadores de justicia fueron cómplices de represión y persecución de los principales cuadros políticos del MAS. Ahora no se trata de vulnerar el debido proceso y proceder de la misma manera con otr@s ciudadan@s y periodistas que mostraron alguna afinidad con el gobierno anterior o piensen diferente, dentro de las normas democráticas. 

Y, por supuesto, el rol de los medios de comunicación en el reencuentro nacional es fundamental, cumpliendo los principios de veracidad y responsabilidad. Es hora de desarmarnos espiritualmente y trabajar tod@s junt@s por la unidad nacional más allá de las diferencias. Debemos centrarnos más en lo que nos une, que en lo que nos divide a la hora de enfrentar la crisis económica que nos tocará vivir y la pandemia del Covid- 19 que sigue latente.

Elizabeth Salguero Carrillo es comunicadora social.

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