Al momento de escribir estas líneas han pasado más de un mes de las elecciones en Venezuela, ¿Qué se puede aprender de estas elecciones fraudulentas? Pueden ser varios aprendizajes, el primero de ellos es comprender que el problema no eran los votos, porque se tenían por millones a favor de un candidato opositor a Maduro; tampoco era los testigos de mesa que fueron los héroes de estas elecciones, ya que arriesgaron su vida en obtener y digitalizar las actas electorales, que por ley deben ser entregadas a los miembros de mesa de los diversos partidos, demostrando con pruebas que Edmundo González Urrutia gana las elecciones por más de seis millones de votos, mientras que el dictador obtuvo tres millones.
Lo antes descripto, es desesperanzador porque se demuestra que en dictadura ni los votos ni las actas son importantes, sino, quien controla el poder y las armas que en Venezuela son Maduro, Cabello y Padrino López, que ejecutaron un fraude evidente dentro y fuera de la nación venezolana; por ende, es indispensable que donde se realicen elecciones precisen el sistema de gobierno que les gobierna, ya que no es igual unas elecciones en Venezuela, Cuba o Rusia que en Brasil, México o EEUU; los tres primeros países son dictaduras, mientras que las tres últimas naciones son democracias con rasgos autoritarios; no quiere decir que no hagan fraude sino que existen contrapesos que hacen respetar el voto popular, sucedió con Trump y Bolsonaro que no querían aceptar sus respectivas derrotas.
Por último, el caso venezolano constata que no basta votar y vigilar los votos, sino precisar el sistema de gobierno para enfrentarlo asertivamente; Maduro caerá, pero lamentablemente al parecer no será al corto plazo; ya Venezuela esta cautiva, por ende hermanos del mundo, no permitan que sus naciones caigan en las garras de una dictadura, porque hace 25 años todos creían que Chávez y el socialismo del siglo XXI eran inofensivos, los casi 10 millones de migrantes venezolanos demuestran lo contrario.