Tengo un sueño de niño Tengo un sueño de niño, sueño de arena, pequeño sueño. Allí habitan tres mundos: Uno de versos otro de auroras… Aquel, de luna y misterio. En cada uno una casa, hecha de barro y estiércol. Hogar profanamente sagrado, que es falacia, certeza y miedo. Tengo un sueño de niño, sueño de piedra y de hielo. Allí habitan los amores que viajaron hacia el tiempo. Uno que murió de pronto, otro, por el engaño ha muerto. Tengo un sueño de niño… de atardeceres eternos, de extensos campos dorados que de Venus, yacen desiertos. (2014) Huida Poder escapar del tiempo y vivir en una palabra, transformarse en nada y vivir en todo… Más allá del río que se bebe el amanecer. Más acá de la herida, de la sangre, del dolor. Vivir en una palabra para que calle… Para que grite… Para que nunca haya que decir la verdad. Vivir una palabra para que lo secreto quede sepultado bajo el frío mármol del recuerdo. Y en cada letra, y en cada sonido, y en cada huella una marca, un sello, un estigma. Vivir en una palabra, asesina de sueños, como tajo certero del destino. Palabra que no fue, que escapó a la Historia, mueca mórbida, soez. O palabra que renace y es sol, viento, caricia, amor maduro y distancia rozando la eternidad. Poder escapar del tiempo y vivir (o morir) en una palabra. (2010) A la vera A un costado del camino la vida descansa extasiada ve la cara del destino, con su impronta tan incierta, y se siente acorralada. A un costado del camino, indolente, el tiempo pasa… Viaja, arrugando los sueños afilando peligros, lloriqueando esperanza. A un costado del camino la alegría corre , embriagada, porque sabe que, aunque extraña, su presencia es aún deseada. A un costado del camino la injusticia acecha ingrata, espera al poder y al odio, sus secuaces, sus hazañas. A un costado del camino el amor asume y calla, su trabajo que ennoblece a las almas…y las salva. A un costado del camino se nos enfrenta la calma y convierte en mil remansos nuestras eternas batallas. (2004) Mañana La claridad rasga el velo y el sosiego se instala. Es imposible imaginar que una noche la muerte entrará en la habitación para arrebatar, codiciosa, la carne ya cansada. Se tornará fría, se tornará extraña. Ya no será refugio, ya no será la calma. En la mañana, la luz se convertirá en mortaja, y danzará insolente y embriagará las almas. Pero la habitación y la claridad mortaja no serán presagio del fin, no serán el fin de nada… Transmutarán en puerta, en puente fecundo… Anidarán la esperanza. Nunca termina la vida, nunca se acaban las ansias. Nunca se dirá que nunca el regocijo y el amor faltan. Todos rendirán culto a su magnífica hazaña. La de la habitación fría, la de la claridad mortaja. (2004)