La fotografía de Dennis Salazar, un texto para las futuras exposiciones.
Maurizio Bagatin
“Todas las artes se parecen: un intento de llenar los espacios vacíos” – Samuel Beckett-
Hay una imagen que el niño lleva siempre consigo, es la imagen de cuando sus ojos inocentes capturaron el instante decisivo de su niñez. Ahora que el niño ha crecido, aquella imagen va diluyéndose en mil imágenes, el tiempo ha ido diluyendo la inocencia con la memoria dejándonos solamente la luz de aquella inocente mirada.
El instante decisivo del artista nace de una herida, y ahora logra crear la belleza a partir de nuestras imperfecciones. Tal vez ya no sienta aquel dolor, el arte llena los espacios vacíos, cicatriza las heridas, va modificando las memorias. Para el artista el acto de ver será el juicio intelectual, un ego cogito me videre, un yo pienso de ver cartesiano, que es también reflexión. Para el fotógrafo será el carpe diem decisivo, igual que para el acuarelista y el autor de un fresco. En un instante ver y verse. El don que el arte puede entregarnos es la belleza de aquel instante, el silencio en la contemplación, el privilegio del presente.
Y como si fuera un juego de niño, olvidará todo lo aprendido y en la tabula rasa irá plasmando toda la inocencia perdida. Entonces el artista penetra, entre el cielo y la tierra, en una fábula, en una leyenda, en una historia, es aquel que captura el mito y lo hace logo, es aquel que en todos los logos encuentra el mythos. Su permanencia entre el cielo y la tierra entonces, es la obra que se vuelve una fábula, una leyenda, una historia.
Todo lo que podrá transmitirnos el artista ya está en nosotros, nos faltaba una herramienta para extraerlo. Arrancamos nuestro ego y dejémonos llevar por aquel instante decisivo que en la poesía es el otro, una Musa, dios, el amor o Beatrice. Es saber ver la realidad con ojos diferentes, con otra profundidad, reconociendo útil también toda la inutilidad del arte.
