“¿Será COVID? o ¿Será solo un resfrío?”
“Ha salido positivo”, se convierte en una frase detonante porque de lo que solo se veía en televisión o casos de amistades, toca vivirlo. Desde entonces, los minutos, las horas y los días se vuelven duros y caóticos, experimentado los sentimientos más vulnerables y situaciones de mucha incertidumbre.
No ha sido, precisamente, por ir a una fiesta o por visitar a parientes, ni por comer en la calle, menos por un descuido del protocolo de bioseguridad. Toca preguntarse ¿cuánta información manejan los mismos profesionales de salud sobre el COVID-19 para atender a sus pacientes? y ¿en qué nivel cumplen con las medidas de bioseguridad en sus consultorios?
Ciertamente, la existencia siempre está rodeada de riesgos (físicos, psicológicos y espirituales) los cuales se aprenden a manejar desde la infancia, fortaleciendo la inteligencia, más nunca esto es suficiente, como muestra la situación crítica de esta pandemia (Casas, 2020).
En estos contextos, la resignación no es una actitud humana aceptable, pues disminuye el reconocimiento de la dignidad de cada persona. Más bien, existe una identificación aproximativa que conduce a acercarse como humanos, como familia que traslada del “yo” al “tu” -> a la ayuda, al apoyo y al acompañamiento virtual.
Es muy cierto, cuando se pasa por esta tragedia, uno trata de sacar fuerzas de donde no hay y se da cuenta de que nunca antes se había mandado tanto ánimo, tantos deseos de recuperación (Díaz, 2021) mañana, tarde y noche. Pareciera que hasta el teléfono celular queda prendido en la mano.
No obstante, después de que pasa la marea, se puede respirar, echar la vista atrás y reflexionar desde la serenidad todo lo vivido con el COVID-19. En primer lugar, más que nunca, se valoriza el paradigma del cuidado como base de la sostenibilidad de la vida de uno mismo y de los demás.
En lo que va de la pandemia, todas las personas tienen una historia que contar, desde lo que toca mantenerse lo más sano posible frente al virus y tratar de pensar en un futuro mejor. Para eso, toda la población debe tomar conciencia que no solo es su cuerpo, su vida; sino de inocentes que pueden ser afectados. Por ello, es importante la vacunación como responsabilidad de cada individuo sin necesidad de seleccionar la vacuna por su lugar de procedencia.