Publiquen todo. Que se sepa toda la verdad. Si dejan de informar algo, es que están tapando a alguien. Que se haga público el informe de autopsia… En medio de esas voces surgidas a raíz de la muerte de la voleibolista Alessandra Chocano (16 años) en circunstancias no aclaradas, una lectora, Cecilia Mendoza, escribe a Perú21 en las redes sociales “privacidad del menor (…) mejor paren con esto”.
La cobertura del caso adquirió otras dimensiones en todos los medios con el factor Yordy Reyna. Apenas se supo que en el departamento donde colapsó la deportista también estuvo el futbolista, apenas clasificado Perú al Mundial 2018, la historia cobró otros ribetes.
He revisado la cobertura de Perú21 sobre el caso y, en general, no ha sido escabrosa. En la versión impresa del diario se ha cuidado bastante de no especular con hipótesis sin asidero y las notas han recogido reportes oficiales, declaraciones de autoridades o de familiares. En la web ha habido un mayor despliegue y han incluido extractos de programas de TV donde han declarado el padre de la deportista, Jhony Chocano (en uno él habló de violación y de que su hija intentó defenderse), y de otra menor de edad presente en el departamento donde ocurrieron los hechos.
Salvo el retrato de la joven fallecida, que era deportista conocida, no se ha expuesto la identidad de los demás menores involucrados en la investigación. Mientras tanto, una parte del público exige responsables, nombres, informes del médico legista, información que en cualquier otro caso es perfectamente considerada privada. ¿Debemos los periodistas y los medios saciar esta sed?
Conversé con Matilde Cobeña, adjunta para la Niñez y la Adolescencia de la Defensoría del Pueblo, y ella advierte que, aun cuando los medios son actores clave en la denuncia de vulneración de derechos, no vale hacerlo si no son respetuosos de la dignidad de los menores de edad y de su privacidad. “En nombre de una denuncia, no se puede dar un discurso que vulnera derechos y la dignidad de la fallecida y su familia. Es una obligación legal, pero ante todo ética”, enfatiza.
¿Y qué pasa cuando un familiar es el que busca prensa y quiere decir algo que va contra la propia intimidad de su hija? “Se les debería orientar y advertir lo que va a hacer; comprender que un padre puede estar en un momento de desesperación y no aprovecharse de ello. Eso no es dar acceso a la justicia a los padres. No se trata solo de vender más; ¿dónde queda la responsabilidad?”.
Nadie quisiera ver a uno de sus hijos en una circunstancia así. Mucho menos a una hija porque, a propósito de #NiUnaMenos, es innegable que a las mujeres se nos juzga más, se nos etiqueta y se nos condena (basta leer los comentarios en Facebook en las cuentas de medios). Y a eso también contribuimos desde la prensa. Hemos sido interpelados. Vayamos en otro sentido. El editorial de Perú21 declaró ayer que esa es su ruta. Que así sea.