Últimamente, en algunos países se han ido aprobando leyes denominadas de identidad de género que permiten que cualquier hombre pueda “autodeterminarse” mujer, sin ningún trámite necesario fuera de su palabra. Esta situación está poniendo en peligro los derechos de las mujeres y las niñas, porque las violencias, desigualdades y discriminaciones que éstas sufren están basadas en su sexo.
Recordemos que el género no es una identidad, el género es el conjunto de normas, estereotipos y roles impuestos social y culturalmente a las personas en función de su sexo. El género es un instrumento que favorece y perpetúa la situación de subordinación en la que se encuentran las mujeres, admitirlo como “identidad” implica naturalizarlo, anulando por completo las posibilidades de luchar contra las imposiciones que esto implica.
En este debate surgió la alianza “contra el borrado de las mujeres”, cuyo objetivo es “luchar para eliminar todas las formas de discriminación contra las mujeres y niñas que resultan de la sustitución de la categoría de “sexo” por la de “identidad de género”. Como feministas, no podemos permitir que el género se introduzca en las leyes como una “identidad” y se proteja por encima de la categoría sexo”.
Rosana López Rodríguez, argentina feminista manifiesta que: “algunas corrientes, como la “queer”, niegan la existencia del sexo biológico, por lo que desdibujan y difuminan la realidad de las mujeres. Si se niega el sexo, se niega la desigualdad que se mide y se construye en base a este hecho biológico”.
El movimiento “contra el borrado de las mujeres” incluye una serie de organizaciones feministas, sobre todo en España y Argentina, que defienden los derechos sexuados de las mujeres, los que provienen de la lucha feminista, logrados por las mujeres, que van desde la cuota electoral, hasta la licencia por maternidad y amamantamiento, derechos propios del sexo de las mujeres.
López Rodríguez expresa que: “el problema es que las leyes de identidad de género, autodeclarado o por autopercepción, hacen retroceder estos derechos porque el género se impone sobre la categoría de sexo”.
El objetivo de las leyes de identidad de género autodeclarada es la del borrado del sexo, porque consideran que el sexo también es una construcción social en la que cada uno o una puede elegir. Se borra entonces el sexo sobre la base de la imposición genérica. Este borrado del sexo puede tener consecuencias en todos los ámbitos de la vida de las mujeres.
En los deportes, si en las categorías femeninas se admiten a hombres que se identifican con el género femenino se desequilibra la competencia por la diferente constitución biológica. En la educación afirmar que el sexo no es biológico, sino una característica construida socialmente consolida el género, que es precisamente la herramienta cultural que justifica la desigualdad estructural entre mujeres y hombres.
En las estadísticas, si no se pueden obtener datos basados en el sexo de las personas, no se puede determinar el grado de influencia que los prejuicios y la discriminación tienen en las mujeres o las diferencias entre hombres y mujeres. También están las reivindicaciones de ocupar baños, vestuarios, habitaciones hospitalarias, refugios y cárceles de mujeres por hombres que se sienten mujeres pudiendo poner en riesgo a las mujeres y ocupar nuevamente sus espacios tan duramente obtenidos.
El lenguaje también está empezando a ser un instrumento para borrar a las mujeres denominándonos “personas gestantes”, esto además está dando lugar a expropiar los cuerpos de las mujeres pagándoles para que tenga hij@s para otr@s. Son los famosos vientres en alquiler, en los que se compran los servicios reproductivos de las mujeres pobres.
El problema de la palabra como único requisito para la autodeterminación del género es que no se requiere ningún tipo de verificación social. Cualquier hombre que quiera entrar a un baño, a un vestuario o a dormitorios femeninos dice “soy no binaria” y entra pudiendo hacerlo con otras intensiones.
Sin duda esta posición no va en contra de reconocer y reivindicar los derechos de las diversas orientaciones sexuales de las personas, sin embargo, no se puede borrar el sexo femenino y admitir el borrado posmoderno de las mujeres.
Elizabeth Salguero Carrillo es comunicadora social.